Los trenes que conectan a la capital argentina con sus alrededores quedaron paralizados hoy debido a una huelga por 24 horas dispuesta por el gremio de los conductores en demanda de mayor seguridad.
La protesta obedece a recientes quemas de trenes y estaciones y agresiones a trabajadores del sector, en episodios protagonizados por enfurecidos pasajeros hartos de las demoras en el servicio y la calidad del sistema ferroviario.
El paro afectaba a más de un millón 200 mil personas que a diario utilizan algunas de las ocho líneas de ferrocarriles, según datos de La Fraternidad, el gremio que nuclea a los maquinistas (conductores).
Como derivación de esta huelga anunciada en la noche del martes, las principales entradas a esta ciudad quedaron colapsadas por la mañana, cuando la ciudadanía concurre a sus trabajos, debido al ingreso de unos 300 mil automóviles más que lo habitual, dijo la Policía Federal.
El secretario general de La Fraternidad, Omar Maturano, subrayó que la huelga obedece "a los reiterados ataques" a las estaciones de trenes, varias de ellas quemadas, y al material rodante, así como las "agresiones que los conductores sufren a diario" de parte de los pasajeros.
"Por eso decidimos no esperar a que aparezca un usuario o un ferroviario muerto para reaccionar", dijo Maturano, quien advirtió que si el gobierno no les garantiza mayor seguridad podrían "profundizar las medidas", es decir, extender la huelga.
La Fraternidad exige al gobierno la creación de una fuerza de seguridad especial y que se apliquen mayores sanciones a los usuarios que destruyen bienes del estado, como son los ferrocarriles.
El ministerio del Interior dijo este miércoles que convocó al diálogo a los gremialistas de La Fraternidad.
En el hecho de violencia más reciente, unos 30 pasajeros furiosos por la demora en el servicio quemaron el lunes dos vagones de un tren de la línea San Martín, en la estación Bella Vista, a unos 25 kilómetros al noroeste.
El 4 de setiembre, decenas de pasajeros incendiaron un tren y dos vagones en las estaciones Merlo y Castelar, en las afueras de Buenos Aires, después que el servicio quedase interrumpido. También provocaron serios daños a las estaciones, donde asaltaron máquinas expendedoras de boletos y destruyeron molinetes.
El gobierno atribuyó en su momento esos incidentes a un "sabotaje" del que responsabilizó a grupos de izquierda, los cuales negaron haber tenido participación en los hechos.
Trenes de Buenos Aires (TBA), a cargo de la concesión del servicio de la línea Sarmiento, afectada en esos episodios, dijo que transporta a 9,6 millones de personas al mes y admitió que "no podemos satisfacer la creciente demanda que hay en la zona oeste de pasajeros en la hora punta" porque "el servicio está saturado".
