El pintor y escultor colombiano Fernando Botero fue investido ayer jueves como doctor “honoris causa” por la Universidad Autónoma de Nuevo León, en donde anoche presentó una exposición de sus polémicas obras sobre la prisión iraquí de Abu Ghraib.
Al recibir el reconocimiento en una ceremonia celebrada en Monterrey, capital de ese estado fronterizo con Estados Unidos, Botero sugirió a sus colegas de oficio de Latinoamérica regresar a sus orígenes precolombinos para crear obras que perduren y que enriquezcan a la población.
“El retorno a las raíces, los colores de América Latina y el arte prehispánico pueden alentar la fuerza creativa de los artistas latinoamericanos” , dijo el colombiano.
En su discurso, Botero recordó que las obras solamente trascienden con la belleza y destacó por igual aquéllas inspiradas en la alegría y en el sufrimiento humano, aunque hizo más hincapié en las últimas para resaltar los trabajos en que los españoles Goya y Picasso plasmaron la crudeza de las contiendas bélicas.
Por último, tuvo palabras cariñosas para con sus seres queridos ya desaparecidos: “Imagínense mi mamá y mi papá, que están allá en el cielo, deben estar muy felices de tener un hijo doctor, finalmente”.
Botero inauguró las 82 obras en las que ofreció su visión de las torturas sufridas por presos iraquíes a manos de soldados estadounidenses en la cárcel de Abu Grahib.
Monterrey es la única ciudad de Latinoamérica que acoge estas obras con las que, según el artista, pudo “sacarse la rabia” ante una conducta “inaceptable” del gobierno de Estados Unidos.
Además de esa actividad, Botero dictó una conferencia magistral titulada Arte y Política y visitó una institución que ayuda a niños con parálisis cerebral.
Hoy, viernes, participará en el acto de inauguración de una escultura suya con forma de caballo, de más de dos metros de altura y 1.5 toneladas de peso, en la plaza principal de Monterrey.
