El actor cumpliría 93 años este lunes.
El actor Anthony Quinn, quien se dedicó a la pintura, la escultura y el diseño de joyas, cuyas piezas llegó a vender más de 30 mil dólares, y que fue recordado en el III Festival Internacional Chihuahua, con una muestra de carteles de sus más destacados filmes, cumpliría este lunes 93 años de edad.
Como parte de las actividades del III Festival Internacional Chihuahua, se realizó en Ciudad Juárez y Batopilas, una exposición de carteles, con el objetivo de hacer un recorrido por las producciones de cineastas chihuahuenses consagrados.
Entre ellos, destacan Anthony Quinn, Chano Urueta, Roberto Gavaldón, Gonzalo Martínes Ortega y Elsa Aguirre. Este evento es un encuentro cultural que se realiza a finales de cada año y presenta diversas actividades de música, danza, artes plásticas, teatro, cine y literatura.
Antonio Quiñones, su nombre real, nació el 21 de abril de 1915, en Chihuahua, México. Descendiente de padre irlandés y madre mexicana. Aunque desde muy pequeño fue llevado a Estados Unidos, la ciudadanía la consiguió hasta 1940.
Primero residió en el estado de Texas, y posteriormente en California, en la ciudad de Los Angeles, donde la vida para él no fue nada fácil ya que era un barrio pobre.
Como no era muy buen estudiante se dedicó a potenciar sus habilidades artísticas en el Polytechnic High School, en especial la pintura y la interpretación. Fue así que en 1935 debutó en teatro y compartió escenario con la voluptuosa Mae West (ya fallecida).
Sin embargo, el objetivo del naciente histrión era el cine, por lo que buscó oportunidades y en 1936 obtuvo su primera participación como extra en el filme El Lechero, del comediante Harold Lloyd. Un año después su esfuerzo se vio consolidado al actuar en la película Búfalo Bill (1937).
Ese mismo año, Quinn se casó con la hija del legendario productor Cecil B. de Mille, con quien procreó un hijo que murió ahogado en una alberca a los tres años; el matrimonio se disolvió en 1965. A finales de los años 30 apareció en infinidad de películas, entre las que destacan “El trasatlántico de la muerte” (1937); “Waikiki wedding” (1937), de Frank Tuttle; así como Corsario de Florida (1938) y Unión Pacífico (1939), ambas de De Mille.
Sus rasgos latinos condicionaban los papeles que le ofrecían, pero su personalidad y sus vibrantes interpretaciones con el paso del tiempo afianzaron su estatus en Hollywood, hasta que se convirtió en una importante estrella.
Durante la década de los años 40 fue curtiendo su imagen de malvado y exótico con películas como Ciudad de Conquista (1940), El Castillo Maldito (1940), Sangre y Arena (1941), El Cisne Negro (1942), Lancerly Inc (1942), Las Aventuras de Búfalo Bill (1944), y Simbad el Marino (1947), entre otras.
Su trabajo en el Séptimo Arte tuvo una pausa de tres años cuando aceptó trasladarse a Nueva York, para intervenir en Broadway en la puesta en escena Un Tranvía Llamado Deseo (1947), en la que dio vida a “Stanley Kowalski”.
La consagración de Quinn como estrella fue gracias a su actuación en Viva Zapata (1952), cuya interpretación le valió el Oscar como Mejor Actor de Reparto.
Anthony Quinn, actor dotado de un singular sentido del humor y quien dedicó los últimos años de su vida a sus hijos más pequeños, así como a la pintura y la escultura, falleció el tres de junio de 2001, en Boston, Massachusetts, a causa de un paro respiratorio producto de una neumonía.