El Papa Benedicto XVI reza durante la misa del Viernes Santo celebrada ayer en la basílica de San Pedro en el Vaticano. El Viernes Santo es uno de los principales días de la liturgia cristiana, pues en él se conmemora la muerte de Cristo en la cruz. (EFE) Alrededor de 30 personas cumplieron con el rito de la Crucifixión del Viernes Santo en San Fernando, Filipinas. (AP)
Toma protagonismo China en ceremonia por las reflexiones de arzobispo.
Asia y las persecuciones que la Iglesia Católica sufre en el mundo centraron las celebraciones católicas del Vía Crucis presididas ayer, con motivo del Viernes Santo, por el Papa, Benedicto XVI, en el Coliseo de Roma.
El Máximo Pontífice, completamente vestido de blanco, abrió la ceremonia recordando a las personas que sufren hostigamiento religioso. “Con nuestros hermanos perseguidos de todo el mundo iniciamos llenos de emoción este camino por la vía dolorosa que Jesús recorrió un día con tanto amor”, dijo el Papa.
Tras pronunciar esta breve introducción, el Benedicto XVI asistió en silencio a la ceremonia, durante la cual siete personas, entre ellas un joven chino, sustentaron durante catorce estaciones la cruz de madera, recordando así el martirio vivido por Cristo desde que fue detenido hasta su Crucifixión y Sepultura.
Sorprendentemente, el Papa permaneció durante toda el acto en el Monte Palatino, ubicado a un lado derecho del Coliseo, y solo allí sujetó brevemente la cruz, a pesar de que el Vaticano había anunciado que recorrería las últimas tres estaciones del Vía Crucis.
Durante el rito, transmitido en directo por una veintena de televisiones de todo el mundo, se leyeron las reflexiones escritas por el arzobispo de Hong Kong, el cardenal Joseph Zen Ze-Kiun, como había solicitado el Benedicto XVI.
“Cuando el Papa me propuso escribir las meditaciones acepté porque demuestra la gran atención del Vaticano al continente Asiático y sus problemas”, escribió el Zen, que es de origen chino. China no reconoce y persigue a la Iglesia Católica. Además, constituyó una paralela, llamada patriótica y controlada por el Gobierno comunista.
“La Iglesia Católica atraviesa la hora tenebrosa de la persecución. El sufrimiento nos da miedo. Pero nosotros no debemos confiarnos a las fáciles tentaciones del éxito”, indicó el cardenal. Las personas que acudieron al rito recibieron unas páginas con las meditaciones sobre la Pascua de Zen y 14 imágenes del Evangelio con personajes de rasgos y prendas típicas asiáticas.
Al final de la ceremonia, el Papa dio la bendición en latín, lengua oficial del Vaticano, y los miles de fieles allí congregados, a pesar de la intensa la lluvia y del viento, lo saludaron al grito de “¡Viva el Papa!, ¡Viva el Papa!”.
El acto religioso se celebró cuando las relaciones entre el Vaticano y China atraviesan momentos de tensión por el llamamiento que hizo el Máximo Pontífice el miércoles para que acabara la violencia que está sufriendo el Tíbet.
De hecho, en declaraciones de Benedicto XVI suscitaron una dura reacción por parte de China, quien también el miércoles dio a entender al Vaticano que no tiene que intervenir sobre sus asuntos.
Según cifras de la Iglesia Católica, en China cuentan entre 8 y 12 millones de seguidores, que se reparten entre los que pertenecen a las dos iglesias, la reconocida por la Santa Sede y la que lo está por China.
El Vaticano y el país asiático no tienen relaciones diplomáticas desde 1951. Para restaurarlas Pekín pide a la Santa Sede que rompa con Taiwán y no interfiera en sus asuntos internos.
Jerusalén revive con fervor últimas horas de Jesús
Miles de peregrinos cristianos de todos los rincones del mundo congestionaron el Viernes Santo las callejuelas empedradas de la ciudad antigua de Jerusalén, en conmemoración de la ruta utilizada por Jesús camino de su crucifixión.
Algunos peregrinos portaban pesadas cruces de madera a su paso por la Vía Dolorosa, deteniéndose en las 14 estaciones del Vía Crucis.
Muchos de los peregrinos rezaron en la Iglesia del Santo Sepulcro, lugar que según la tradición fue enterrado Jesús para resucitar luego. Algunos entonaron himnos, mientras otros se postraron en una pulida losa que marca el lugar en el que fue colocado el cuerpo de Jesús tras ser retirado de la cruz.
Algunos peregrinos dijeron que no les amedrentó el atentado perpetrado el 6 de marzo por un palestino armado, que mató a 8 jóvenes en un seminario judío de la ciudad.
La Policía dijo que miles de agentes fueron emplazados en Jerusalén con motivo del Viernes Santo y la festividad judía de Purim. Los judíos observan esa ocasión con disfraces y lecturas del Libro de Ester, que cuenta la victoria de los judíos ante sus enemigos en la antigua Persia.
Devotos filipinos cumplen rito de crucifixión
La pasión de Cristo fue reproducida por una treintena de devotos filipinos al ser clavados en cruces el Viernes Santo en la repetición de ritos sobrecogedores que son repudiados por las autoridades religiosas del país con la mayor población católica en Asia.
Fernando Mamangon, de 37, fue una de las primeras de alrededor de 30 personas que cumplieron con el rito de la Crucifixión del Viernes Santo en tres lugares de la ciudad de San Fernando en la provincia norteña de Pampanga. Otros cinco feligreses, incluida una mujer, fueron clavados a cruces en la cercana provincia de Bulacan.
Mamangon participó por treceavo año consecutivo en la tradicional ceremonia, en que también hay penitentes que se mortifican con azotes y objetos punzantes para cumplir una promesa a Dios u orar con fines de sanación.
“Comencé a ser clavado en la cruz en 1995 porque mi hijo mayor se enfermó y estuvo a punto de morir”, dijo Mamangon, vestido con una túnica blanca y martirizado con una corona de espinas, poco antes de ser clavado en una cruz de madera sobre una colina polvorienta en la localidad de Santa Lucía.
La pasión de Cristo fue reproducida por una treintena de devotos filipinos al ser clavados en cruces el Viernes Santo en la repetición de ritos sobrecogedores que son repudiados por las autoridades religiosas del país con la mayor población católica en Asia.