En un reportaje completo escrito por la periodista Yolanda Ríos que aparece en la edición de hoy en El Siglo de Torreón, se da cuenta del riego masificado que se realiza con aguas negras en los linderos de la zona urbana de Torreón.
Son alrededor de 300 hectáreas de alfalfa, maíz forrajero y sorgo que son irrigadas con aguas residuales extraídas de los colectores del Simas, sin que este organismo o la propia Comisión Nacional del Agua (esa dependencia que por su actuación parece ser igual al contenido de las aguas que corren por el drenaje) hayan otorgado la autorización correspondiente.
Se ha generado en las últimas semanas, una corriente ciudadana que tiene la intención de despertar la conciencia social y que principalmente se ha avocado a señalar el terrible problema que se avecina con la inminente escasez del vital líquido amén de la sobreexplotación de los mantos freáticos laguneros, abrumadoramente producto del bombeo intenso que se realiza para regar los campos de alfalfa para alimentar al ganado productor de leche.
A la agricultura en La Laguna, se destina un volumen de aproximadamente mil trescientos metros cúbicos de agua de pozo, de los mil quinientos que se sustraen del subsuelo en toda la zona. Hay que agregarle los aproximadamente 900 millones que cada año se obtienen por agua rodada del sistema hídrico del Nazas, a través de las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco. El volumen de la cuenca del Aguanaval añade un extra que por su tamaño, no es siquiera equiparable al que se encauza por los canales de Sacramento y Tlahualilo, que distribuyen el fluido del propio Nazas.
Estas desmedidas extracciones, hoy son la causa de que la elevación en los niveles del venenoso arsénico estén en grados preocupantes, y es cuestión de tiempo para que los efectos malignos empiecen a generalizarse entre los habitantes de la Comarca.
A todo ello, luego de las nuevamente encendidas alarmas por el exterminio de los mantos con agua potable, ha sido señalada –también nuevamente, ya que hace más de cinco años se había indicado con toda puntualidad-, la contaminación que sufre el lecho seco del Río Nazas, al ser depositario por años de las aguas residuales del Parque Industrial Lagunero, sito en Gómez Palacio, y que en los últimos tiempos ha sido complementado por las descargas que ahora realizan las colonias del noroeste de Torreón, como Las Villas, Las Isabeles, Las Quintas, Frondoso, Villa Florida, entre otras.
Es decir, en el lecho seco, donde se propone verter agua rodada para recargar el abatido acuífero, hoy hay ya una laguna de aproximadamente sesenta hectáreas cubiertas por aguas con grasas, químicos propios de los procesos industriales de las empresas, más la materia común que las zonas habitacionales arrojan al sistema de drenaje.
Hay que añadir a lo grave del asunto, lo consignado hoy en las páginas de este diario, donde se da cuenta que con aguas crudas, llenas de mierda, se está regando en terrenos vecinos en el norte de la ciudad. En este lugar, donde el calor rápidamente evapora el agua para dejar sobre las tierras la nata negra propia del caldo formado por los desperdicios que fluyen por los caños, que al paso de los días se volatiza para ser respirado por el habitante que reside cercano a los lugares de cultivo, mientras el Simas, a través del gerente técnico, Salmón, se declara incompetente para impedir que le saquen el agua de sus colectores, no obstante que el Reglamento de Desarrollo Sustentable y Protección al Medio Ambiente del Municipio, en su Artículo 81 señala: “Queda prohibida la descarga de aguas residuales sin la debida autorización por la Comisión Nacional del Agua, o el Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento, en el ámbito de sus respectivas competencias. El control y vigilancia de las descargas de aguas residuales que cuenten con autorización de alguna de las instancias señaladas en el presente artículo, corresponderá a la propia instancia emisora de la autorización”.
Y agrega... “la Dirección General del Medio Ambiente podrá ordenar la suspensión temporal de una descarga de agua residual o la suspensión temporal de los procesos que la generan, cuando no se cuente con el permiso de descarga de la autoridad competente, o se realice en un lugar no autorizado, La suspensión durará hasta en tanto la autoridad competente informe a la Dirección General del Medio Ambiente haber tomado las medidas necesarias para evitar daños al medio ambiente o la salud pública”.
Hace semanas se señalaba el riesgo de morirse de sed, merced a que, de no hacerse algo, la falta del agua se hará realidad, si no es que la población se envenenaba antes con arsénico. Luego, el recuerdo de que tal vez el veneno sería enriquecido por los desechos químicos que se filtran en la laguna ubicada a espaldas de la Universidad Autónoma del Noreste, muy cerca del Periférico. Agreguemos la porquería que pronto se esparce al aire, al ser transportada por las típicas tolvaneras, toda vez que fue deshidratada tras regarse los cultivos, aquí, muy cerquita.
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