La Administración municipal de José Ángel Pérez parece estar convencida de que el pospuesto rescate del Centro Histórico de Torreón será una realidad. Así lo han anunciado el alcalde y sus funcionarios en reiteradas ocasiones. Pero la realidad es que no es la primera vez que un Gobierno Municipal da por un hecho la consumación de esta importante obra sin que hasta ahora se haya logrado algo más que intentos. La falta de claridad y voluntad política han sido las constantes.
Origen y antiguo núcleo comercial y social de la ciudad, el Centro comenzó a mostrar signos de decadencia en la década de los 80, cuando otros puntos de la mancha urbana empezaron a aglutinar negocios y centros de entretenimiento, con lo cual una gran cantidad de personas dejó de acudir al primer cuadro con la frecuencia que lo hacía antes. Esta situación, aunada al paulatino abandono de viviendas, con el consecuente decrecimiento de la población en el sector, y la invasión de los vendedores “ambulantes”, han puesto en crisis a muchos comerciantes establecidos, quienes desde hace casi dos décadas reclaman el rescate del otrora corazón de Torreón.
Cinco Administraciones —tres priistas y dos panistas— han transcurrido desde entonces y en cada una de ellas se ha planteado la necesidad de invertir recursos para sacar al Centro del rezago y abandono en el que se encuentra. No obstante, los planes de los gobiernos municipales de alguna u otra manera han fracasado y sólo han conseguido aumentar el escepticismo de la ciudadanía y de los comerciantes.
El actual Ayuntamiento acaba de anunciar que el 15 de abril próximo va a lanzar la licitación para la ejecución de cuatro proyectos para el primer cuadro, los cuales consisten en la creación de paseos peatonales en las avenidas Juárez e Hidalgo y en las calles Cepeda y Valdés Carrillo; en estas últimas se pretende reubicar a los vendedores informales en módulos que se mandarán a construir ex profeso. Sin embargo, estas obras son vistas con desconfianza tanto por los ambulantes como por los comerciantes establecidos del sector, quienes ya amenazaron con ampararse.
El problema no sólo es que no estén convencidos quienes se supone van a ser los principales beneficiados con estas obras, sino que esa incredulidad, respaldada por una historia de fracasos, abarca a toda la ciudadanía. De tal forma que si la Administración de José Ángel Pérez quiere en verdad rescatar el Centro, debe trabajar primero en persuadir a la población en general y a los comerciantes en particular de que sus planes son los más adecuados, cosa que hasta el momento no ha sucedido.