La colección osteológica que resguarda el INAH, es considerada por los especialistas, la más importante del mundo, ya que agrupa restos humanos prehistóricos, prehispánicos, de la Colonia, la Revolución y la época moderna.
Agrupa el INAH restos humanos prehistóricos, prehispánicos, de la Colonia, la Revolución y la época moderna.
Por la cantidad de restos óseos que la componen -más de 20 mil esqueletos- todos encontrados en territorio mexicano, y la información histórica que se ha obtenido a partir de los estudios que se les han aplicado, la colección osteológica que resguarda el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), es considerada por los especialistas la más importante del mundo.
A pesar de que existen en otros continentes, colecciones con mayor cantidad de esqueletos, no obtienen la misma trascendencia por estar formadas de piezas provenientes de diferentes partes del orbe. A diferencia de éstas, la que reposa en los sótanos del Museo Nacional de Antropología (MNA), se compone de huesos exclusivamente localizados en territorio nacional, lo que la hace única en su especie.
En entrevista, el investigador de la Dirección de Antropología Física (DAF) del INAH, resaltó que la colección está ordenada por orden alfabético y antigüedad: “Tenemos restos de hombres prehistóricos o precerámicos, que son los más viejos de la colección; restos de seres humanos prehispánicos; de la época colonial; del período de la Revolución; y Modernidad, todos localizados en territorio nacional, lo que la convierte en la más importante del mundo.”
“Nuestra colección es como una biblioteca en donde se puede encontrar todo el conocimiento de los grupos que habitaron suelo mexicano; contamos con los restos de la mujer del Peñón, hallada en la colonia el Peñón de los Baños, al oriente de la ciudad, que presenta 12 mil 700 años de antigüedad, convirtiéndola en la más vieja del continente”, agregó el especialista.
Con los estudios que se han realizado a los restos óseos, se ha obtenido información relevante en cuestiones morfológicas, genéticas y de alimentación, misma que ha permitido realizar seguimientos a los procesos sociales que practicaron en vida cada uno de los individuos.
Los procesos
Las técnicas usadas para obtener dicha información son las del Carbono 14, método aplicado a partir del colágeno que poseen los huesos; y análisis con uranio -cuando los restos no presentan dicha sustancia- esta última técnica ofrece parámetros más abiertos de temporalidad pero con alternativas de interpretación útiles. Estos trabajos se han realizado en instituciones académicas como la Universidad de Oxford, y la Universidad de Brixton, a petición y con presupuesto del INAH: “A partir de esta colección podemos reconstruir una gran parte de las características biológicas de los pueblos antiguos que habitaron distintas regiones del país; por otra parte, también conseguimos interpretar muchos aspectos relacionados con su cultura, evidencias como la deformación craneana, alimentación y enfermedades, entre otras.”
Un tema que se ha podido discutir, es el de la disminución en la estatura de los hombres, asunto al que se le atribuyen causas relacionadas con hábitos alimenticios; sin embargo, se ha podido verificar que no sucede lo mismo con las mujeres, quienes han conservado la estatura promedio hasta nuestros días. Las causas de estas diferencias son estudiadas por especialistas de la DAF: “La colección que resguarda el INAH no sólo es importante para México, también para el mundo ya que aporta resultados que sirven también para estudios hechos por especialistas e instituciones de otras latitudes.”
Las piezas pertenecientes al periodo colonial fueron rescatadas cuando se construyeron sitios como la Iglesia de la Santa Cruz y Soledad, la Catedral Metropolitana, y varios conventos más.
Piezas inéditas
Entre las rarezas que contiene la colección está el cráneo oxicéfalo -único en el mundo- el cual formó parte de una mujer que sufrió la enfermedad congénita llamada oxicefalia. Ubicado en el periodo de la Revolución, las características que presenta son, forma de punta en la parte superior, una inserción trasera muestra que el cráneo descansaba sobre las vértebras, hecho que permitió a los especialistas deducir que la persona en vida presentó problemas motrices y de habla, entre otros.
Los techos de las órbitas permitieron concluir que en vida tenía los ojos saltones y alcanzó la edad de 22 años, contrario a todos los casos que se han registrado en el mundo, los cuales no rebasan los 9 años de edad, tiempo que, según los especialistas, es el máximo de vida en pacientes con este padecimiento.
Otra de las piezas inéditas que componen la serie, es el cráneo de un hombre que sufrió la enfermedad llamada Leontiasis ósea. Su principal característica es la hipertrofia de los huesos faciales y craneales, cuyo aspecto remite a la cara de un león, de ahí su nombre. Afecta los maxilares al aumentar su tamaño progresivamente, e invade las cavidades de la boca, órbita y nariz.
Complementan este acervo, una colección de dientes mutilados y una más, compuesta por 40 momias conservadas en perfecto estado, localizadas en diferentes zonas del territorio nacional.
Las piezas
La gran colección está organizada por grupos óseos, pertenecientes a distintos periodos
históricos y entre ellos se encuentran a los que se les atribuye una antigüedad de diez mil 500 años.
* El Hombre de Chimalhuacan, encontrado en el municipio del mismo nombre en 1984.
* El Hombre del Metro Balderas, hallado en 1970 durante la construcción de la línea tres del metro.
* El Hombre de Tlapacoyan, localizado en 1961.
