Vuelven a funcionar, 500 años después, los molinos que inspiraron a Miguel de Cervantes.
Tres de los diez molinos harineros de Campo de Criptana, en La Mancha (centro de España), que inspiraron a Miguel de Cervantes en El Quijote han vuelto a funcionar a quinientos años después de que lo hicieran por primera vez, gracias a una iniciativa que ha permitido su recuperación y restauración.
La puesta en marcha de los molinos se ha escenificado en un acto que ha tenido lugar ante la atenta mirada de cientos de personas.
En el Siglo XVIII, el Catastro del Marqués de la Ensenada documentaba la existencia de 34 molinos harineros en Campo de Criptana, de los que hoy se conservan diez, de los cuales solamente tres -los denominados Sardinero, Burleta e Infanto, del Siglo XVI- conservan gran parte de su estructura y mecanismo original y están declarados Bienes de Interés Cultural desde 1979.
Según los estudiosos, los molinos de Campo de Criptana son los que Cervantes describe en el capítulo VIII del Quijote y que su protagonista confunde con gigantes, en uno de los episodios más conocidos de la novela.