“Al final, de eso se trata esta elección. ¿Queremos participar en una política de cinismo o en una política de esperanza?”
Barack Obama
Barack Obama se perfila en el momento en que escribo este artículo como el ganador de la elección presidencial en Estados Unidos. La simple posibilidad de que prevalezca ha ayudado a impulsar los mercados financieros de Estados Unidos y del mundo. Y la razón es muy sencilla. Hay una creciente conciencia de que el desplome económico que estamos viendo es producto de las malas políticas que el presidente George W. Bush ha mantenido durante casi ocho años. Obama tendrá la posibilidad de cambiar estas estrategias.
Los primeros retos para el nuevo mandatario tendrán que ver con la economía. El simple hecho de que Obama haya sido electo presidente —en unos comicios con enorme participación de votantes en un país en que la apatía y la abstención son la regla desde hace mucho tiempo— ha generado una primera inyección de optimismo. Pero se requerirá más, mucho más, antes de que esta confianza se vuelva permanente.
El Gobierno de Bush y la Reserva Federal han tratado de combatir los actuales problemas financieros del país con inyecciones de dinero. Quizá esto sea necesario en el corto plazo, para evitar que la recesión se convierta en una nueva gran depresión; pero después de cierto tiempo se requerirá un cambio de medicina.
La razón fundamental de la crisis es que tanto el Gobierno como los consumidores en Estados Unidos han estado gastando demasiado a crédito y no han ahorrado lo suficiente. Obama tendrá que regresar al precedente de Bill Clinton, quien en los años noventa eliminó el déficit de presupuesto que heredó de George Bush padre, con el fin de colocar a la economía del país sobre una base más sólida.
Obama tendrá que recortar el gasto gubernamental o aumentar los impuestos en un momento difícil, ya que el enorme déficit de presupuesto generado por la irresponsabilidad fiscal de Bush hijo y por el rescate bancario deja muy poco margen de maniobra. Un recorte al gasto del Gobierno puede profundizar la recesión que ya se está empezando a sentir, mientras que un aumento en los impuestos puede volver menos atractiva la economía de Estados Unidos como destino de inversión.
El nuevo presidente tendrá que realizar este malabarismo fiscal en un momento en que deberá cumplir también con sus promesas de campaña y especialmente la de establecer un seguro médico universal. Estados Unidos es el único país desarrollado que no cuenta con cobertura médica para todos o la mayoría de sus habitantes. Cerca de 50 millones de estadounidenses, un 15 por ciento de la población, no tiene seguro médico debido a que no lo proporciona su empleo o a que no cuenta con recursos para adquirir un seguro propio. Obama ha prometido proporcionar cobertura médica a todos los ciudadanos y residentes legales, pero el costo sería enorme y en este momento no hay recursos que permitan cumplir la promesa.
Obama ha prometido también retirar las tropas estadounidenses de Irak, las cuales participan en una guerra impopular y costosa. El problema es definir los tiempos y las condiciones. Un simple retiro unilateral y apresurado, como el que hicieron las tropas de Vietnam del Sur en 1973, simplemente generaría un caos en Irak y podría causar una tragedia geopolítica y humanitaria. Obama no querrá ser recordado como el presidente que abandonó a Irak a su suerte y permitió el surgimiento de un nuevo régimen radical islámico, como el de Irán. Pero también debe cumplir con su promesa de campaña de retirar las tropas de Irak.
Quizá el reto más importante de todos, sin embargo, sea transformar a Estados Unidos nuevamente en un país competitivo. La economía estadounidense requiere de una reforma de fondo para mantener su posición en un mundo en el que China parece haberse convertido en la potencia ascendente. Obama tendrá que eliminar muchos de los obstáculos que en la actualidad impiden la inversión productiva y reducen la competitividad de Estados Unidos.
Para lograr esta transformación Obama tendrá que infundir nueva confianza a los estadounidenses. No se trata de que la nación se comporte con arrogancia y agresividad ante el resto del mundo, como ha sido el caso en tantas ocasiones en la historia. Pero a nadie sirve un Estados Unidos que se encierra detrás de barreras proteccionistas porque no se siente capaz de competir internacionalmente. El nuevo presidente de los Estados Unidos tendrá que infundir confianza nuevamente en sus compatriotas y hacerles entender que el sistema de libre mercado que los hizo competitivos puede seguir rindiendo frutos para ellos y para el resto del mundo.
MOURIÑO
La muerte de Juan Camilo Mouriño ayer, en un accidente de aviación en la Ciudad de México, es un golpe brutal para el presidente Felipe Calderón. Ningún otro funcionario gozaba tanto de la confianza del mandatario. Los mismos ataques de los que fue objeto Mouriño por la Oposición desde su designación como secretario de Gobernación eran consecuencia de esta cercanía. El secretario habría sido el favorito de Calderón para buscar la candidatura presidencial del PAN en 2012. El presidente tendrá que sobreponerse al dolor muy pronto ya que la titularidad del Palacio de Covián no puede quedar vacante demasiado tiempo.
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