El procurador de justicia del Distrito Federal, Rodolfo Félix Cárdenas, reveló que fueron grupos de narcotraficantes los que orquestaron el atentado con explosivos que el 15 de febrero tenía como objetivo quitarle la vida al jefe sectorial de la Policía Preventiva, Julio César Sánchez Amaya, identificado con el nominativo 'Pegaso'. (EL UNIVERSAL)
Desde la cama 105 del hospital Rubén Leñero, Tania Vázquez Muñoz miró el video en el que ella aparecía en el momento de que a su cómplice, “El Pipen”, le explotó la bomba que debieron poner dentro de una camioneta que fue colocada ex profeso desde antes para ello. Cerca o a ese vehículo llegaría el jefe Pegaso. Así se tenía planeado.
Tania y “El Pipen” sólo eran el “correo” con la bomba. Tenían que dejarla e irse, según declaró en el expediente 50/T-3/210/08-02. El resto del complot estaba en manos de otros personajes: los “infiltrados” del narco en la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). Los responsables del caso tienen informes de que también hay personal de la Policía Preventiva que filtró a los miembros del Cártel de Tepito toda la información para el atentado.
El jefe Pegaso ya era un estorbo para ellos. Y era un estorbo porque con él fallaron las negociaciones de los “infiltrados” del narco en la SSP. El narcotráfico necesitaba a todos sus hombres libres la madrugada del 13 de febrero, cuando se detuvo a Rogelio Ruiz Mena, “El Chilango” o “El Rojo”, y seis sicarios del Cártel de Sinaloa en la zona de Portales, con todo un arsenal que incluía hasta una metralleta antiaérea. En esa ocasión, según las investigaciones, la Policía dejó ir a uno o varios de los detenidos.
Pero el descontento de los “infiltrados” venía desde antes. Hubo otras detenciones, aseguramiento de armas, movimiento y operativos de policías uniformados, de tal forma que el crimen organizado no estaba operando a sus anchas. Ello era un serio problema para quienes tienen a su cargo la operación de la red de policías corruptos dentro de la SSP.
Pero todo falló en el atentado. La información se diseminó. Se dejó todos los cabos sueltos y se contrató a aprendices de sicarios con los cien mil pesos destinados al ataque que se pensaba perpetrar. Pero aún cuando a quienes serían el “correo” para dejar la bomba les estalló ésta en las manos, las secuelas de todo ello siguen apareciendo.
Otro hecho que intriga a los responsables del caso se refiere al retraso de la Policía Judicial capitalina en las capturas de los principales involucrados en el fallido atentado, ya que hubo el tiempo necesario para evitar su escape. Sin embargo, salvo “El Nazi”, el resto de los integrantes del Cártel de Tepito que participaron en el complot hasta el momento se encuentran prófugos.
Al verse perdida, Tania Vázquez Muñoz se decidió a hablar. Aunque no mencionó sentirse amenazada, dio todos los nombres de los que participaron en el ataque. “Fuimos en total seis los que participamos en esto”, comenzó a decir al inicio de su declaración.
Yo, Érika, “El Pipen”, Óscar Gerardo y Mauro, dijo la joven que resultó con graves quemaduras cuando le explotó el artefacto a su compañero de aventura. Él murió al instante, “yo escuché como un eco y que se quemaba todo mi cuerpo. Caminé unos pasos, pero me sentí mal y me caí”, relató.
Antes, cuando se encontraban dentro de un restaurante Wings, comentó que “Óscar y Mauro nos dijeron a mí y al “Pipen” que si todo salía bien, después iba a ver unos jales mejores”. Pero unos minutos después todo era un caos, a ella la recogieron paramédicos y la llevaron al Hospital Rubén Leñero.
Pero poco a poco, de víctima pasó a victimaria. Sus primeras declaraciones resultaron realmente contradictorias, pero lo que ya no dejó lugar a dudas fue el video que le fue mostrado en una lap top, en el momento en que convalecía y se recuperaba de las heridas sufridas por el artefacto que debía colocar en una camioneta para matar al jefe “Pegaso” de la SSP.