La reventa de nueva cuenta hizo presa a los aficionados del Cruz Azul, que tenían esperanzas de comprar un boleto. Todavía durante el juego se ofrecieron las entradas desde 600 hasta 2 mil 500 pesos.
Varios aficionados no pudieron entrar al juego de la Final por que se elevaron los precios.
Es un fornido güero oxigenado que aboga por su inocencia. Cabello rizado, chamarra de cuero, manos en las bolsas, se acerca decidido a una pareja con vestimenta toluqueña que anda de cacería en torno al Estadio Azul, en busca de boletos.
“Yo no soy revendedor, no crean. Lo que pasa es que me salió un imprevisto y no me puedo quedar al partido. Pero se los voy a dar a como me los vendieron... a 200 cada uno”, ofrece el individuo.
Nada más que luego, al sentirse observado, le pide a los chavos que lo acompañen unos metros, para despistar. Enseguida saca un celular y conversa con alguien, mientras la pareja camina atrás de él. Después, como si nada, concreta la operación.
Nada más que a la hora de charlar con ellos, optan por mentir, cómplices del trueque futbolero.
“No, los conseguimos esta mañana. Nos formamos desde las cinco de la mañana en las taquillas”, miente la muchacha.
Las historias son distintas a cada paso.
— ¿Cómo le hizo para conseguir boleto? —se le pregunta a otro aficionado, acompañado de su pequeño.
— No, de hecho no conseguí. Sólo vine aquí para ver si compramos una bufanda o algo...
El hombre no tiene la misma suerte que la pareja roja con los revendedores. “Lo más barato que me ofrecieron fueron de 500, pero no me alcanza. Mejor voy a adquirir algún recuerdo y nos vamos a ver el partido a casa”, se conforma.
Y sí, a cada paso se escucha... “le sobran, le faltan... boletos, boletos...”.
Niega directiva cementera complicidad con revendedores
Eduardo de la Torre, vicepresidente deportivo del Cruz Azul, negó que la directiva cementera haya cedido el boletaje a la reventa para el partido de ida de la gran final por el título del futbol mexicano, entre la Máquina y los Diablos Rojos de Toluca, en el Estadio Azul.
“No se le dejó a los revendedores, la gran mayoría de las entradas se fueron con porras, abonados, club del aficionado y convenios comerciales”, aclaró el “Yayo” durante un chat con aficionados celestes.
Dijo que la directiva intenta limitar al máximo el problema de la reventa, pero al final resulta imposible erradicarlo por completo.
Ante la ola de preguntas sobre por qué tan rápido se acabaron las entradas sin que se abrieran las taquillas del Azul, ubicado en la colonia Nochebuena, al sur de la Ciudad de México, Eduardo de la Torre explicó que debido a los compromisos adquiridos con anterioridad como son los comerciales con patrocinadores, cooperativistas de la cementera, abonados, socios del club de aficionados, porras locales e intercambios de boletos con la directiva del club Toluca, se superaron las expectativas y la capacidad del inmueble.
Al indicar que no es sencillo satisfacer las demandas de toda la afición, afirmó que la minoría del boletaje cayó en manos de la reventa y sugirió como medida que se adquieran bonos para toda la temporada y así garantizar un lugar para los juegos de fase final de campeonato.
Luego de aguardar varias horas sin que nadie les informara sobre la venta de boletos en el Azul, un grupo de aficionados que asistió al Coloso en busca de pases fue dispersado por elementos policiacos en el Eje Seis, el cual lo habían obstaculizado como medida de protesta.
“Pudimos llevar la final al Estadio Azteca y comercialmente tendría sus beneficios, pero deportivamente no sería lo indicado, el Estadio Azul es nuestra casa y ahí nos sentimos apoyados en todos los sentidos”, sostuvo.
El Estadio Azul tiene una capacidad de 36 mil aficionados, mientras que el Azteca puede albergar a más de cien mil espectadores.
Disfrutan triunfo de Diablos integrantes de la porra Perra Brava .
"Otra copa, queremos otra copa" y "nueve copas, queremos nueve copas", fueron los coros más constantes y llenos de énfasis por parte de los integrantes de la porra Perra Brava al disfrutar del triunfo de Toluca.
Los "perristas" sí querían festejar el triunfo, sí confían en sus Diablos Rojos, pero nunca se imaginaron que fuera tan rápido y relativamente fácil ante un Cruz Azul que venía con buen desempeño.
Pero los goles del defensa central paraguayo Paulo da Silva y de Amaury Ponce los embriagaron aún más de felicidad, porque por cuestiones etílicas casi ya lo estaban con tanta cerveza que ingirieron en el camino y en el estadio.
"Toluca va ser campeón", fue otro de los coros que retumbaron a pesar de no ser mayoría en las gradas y "Diablos, Diablos, Diablos", para patentar el cariño hacia el cuadro escarlata.
Y para denostar al equipo contrario también cantaron "tengo una muñeca vestida de azul" y otra más subidas de tono para plasmar el rencor deportivo y la superioridad de sus futbolistas.
Para los aficionados celestes fue una fría, muy fría noche, a pesar de que la porra Sangre Azul jamás dejó de cantar e impulsar a sus jugadores, quienes en la cancha estuvieron por debajo de lo demostrado en cuartos de final y en semifinales, además de toparse con el orden defensivo de los visitantes.
Rostros tristes, marchitos, desesperados y hasta con lágrimas se vieron en las gradas por la desilusión de que tal vez no se gane la novena copa y pasen los once años sin poder levantar el trofeo.
Ademanes, corajes, insultos y demás acciones tuvieron los aficionados cada vez que los celestes no pudieron armar sus avances, cometieron sus yerros y fallas, como la de Miguel Sabah, solo ante el arquero argentino Hernán Cristante.
