Si la situación de los ampayers en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) hoy en día es una gran preocupación, quizá mayor lo sea el poco interés de los aficionados en la mayoría de las plazas, aunque el Estadio de la Revolución ha lucido desierto cuando Santos Laguna juega una liguilla y se le puede ver a través de la televisión abierta.
Es muy triste para los peloteros de los dos equipos, que se enfrentan en un partido de la LMB, ver las tribunas desiertas, con escasos 200 aficionados, como sucedió el jueves anterior en el último de la serie entre Sultanes de Monterrey y Vaqueros Laguna. Vaya manera de darle la espalda al Rey de los Deportes y sobre todo a una organización que se ha preocupado por hacer las cosas bien y darle satisfacciones a un público que los dos últimos jueves se olvidó de su equipo.
Entre las muchas cosas sabias que decía el directivo don Guillermo Garibay Fernández (qepd), aseguraba que un equipo de beisbol necesitaba tener 100 mil aficionados porque por diferentes causas sólo el diez por ciento acudiría a todos los partidos, lo que garantizaba una asistencia de diez mil por partido. Que hace mucho calor, que hay juego de futbol por televisión, que no tengo dinero o que debo ir a trabajar, son algunas de las causas para que un aficionado al beisbol no vaya todos los días al juego de pelota.
El problema no es exclusivo de Torreón, el domingo anterior se realizó el Juego de Estrellas 2008 de la LMB, y en el Estadio Calimax no había más de cinco mil personas, cifra muy pobre para un escenario con capacidad para 20 mil, y sobre todo al tratarse de un partido estelar, en donde los mejores peloteros de la liga estaban en el terreno de juego.
Hoy mismo ya se habla del muy posible regreso de los Tigres de Cancún a la Ciudad de México, de donde emigraron a Puebla por la falta de seguidores en las tribunas del Foro Sol, pero en la Angelópolis solamente tuvieron una temporada exitosa en cuanto a asistencia, después se dio una evidente falta de interés, lo cual orilló a la organización a emigrar a Cancún, en donde el equipo no se identifica con la afición, que prácticamente lo tiene abandonado, con asistencias de 200 ó 300 escasas personas en el Parque Beto Ávila.
¿Cuál es la causa de esa falta de interés por el beisbol?, el aparato publicitario que representa la televisión se interesa exclusivamente por el futbol, hace varios años en televisión abierta veíamos partidos de ligas mayores los sábados al mediodía y los lunes por la noche, hoy para acceder al Rey de los Deportes se requiere tener un sistema de cable o satelital, y lo mismo sucede si se quieren ver juegos de la LMB.
El problema de este deporte, así como el de otras disciplinas, se origina en las redacciones de los diferentes medios informativos, en donde no existe el gusto por el Rey de los Deportes, la conciencia y el compromiso de mantener informados a los aficionados, aunque el número no sea similar al de las personas que siguen el balompié. La LMB es consciente de la situación y desde la Cumbre del Beisbol, celebrada en febrero de 2007, se habló de las estrategias a tomar con el fin de poner remedio a la difícil situación.
Las directivas de los equipos también juegan un papel importante, porque si el beisbol está ávido de atención por parte de los medios, lo menos que pueden hacer es dar las facilidades a las pocas personas que se encargan del beisbol. Hace unos días Carlos Gómez del Campo decía, al hablar de la negativa de Robert Pérez por jugar con Vaqueros Laguna, que el trato ya estaba cerrado y que la directiva naranja nada tenía que esconder, el presidente ejecutivo de la organización sabe que entre más información genere el club, mayores serán los espacios que se tengan en los diferentes medios.
La llegada de Donny León es una clara muestra del mal manejo de las relaciones públicas, y no nos referimos a Jorge Luis Lechuga, quien sólo es el encargado de dar a conocer las noticias cuando la gerencia deportiva se lo indica. La realidad es que el beisbol necesita mucho apoyo de los aficionados, medios informativos, patrocinadores y los propios directivos, quienes inexplicablemente callan situaciones cuando ya se concretaron. Como diría Juan Gabriel... Pero qué necesidad.