La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, participó ayer en la apertura del salón blanco Presidente Allende del Palacio de La Moneda en Santiago (Chile), en el marco de las conmemoraciones del 35 aniversario del golpe militar. (EFE)
Inaugura Michelle Bachelet como memorial el salón en el que murió el ex presidente en La Moneda.
“Un momento intenso de emoción”. Así describió la presidenta chilena Michelle Bachelet el instante en que abrió las puertas del “Salón Blanco Presidente Salvador Allende”, con el que selló el homenaje del Gobierno a la memoria del mandatario socialista, fallecido el 11 de septiembre de 1973 tras el golpe militar.
Luego de una breve ceremonia ecuménica realizada en el Patio de Los Cañones de La Moneda, la jefa de Estado junto a la nieta del ex presidente, Maya Fernández, y sus hijas Carmen Paz e Isabel Allende Bussi, subió al segundo piso del ala oriente de la sede de Gobierno.
Allí, tras dejar rosas rojas en la placa que recuerda a Allende, ingresaron al salón que fue reconstruido para replicar el despacho del ex mandatario y que está ubicado precisamente en el lugar donde funcionaba el Salón Presidencial, donde murió hace 35 años.
Bachelet, las hijas y la nieta del ex gobernante recorrieron el recinto durante unos minutos, en compañía de Patricia Espejo, directora de la Fundación Salvador Allende, quien trabajó para reconstruirlo junto a otros colaboradores del fallecido líder socialista, como los pintores Alberto Uranga y Aldo Bahamonde; el ex ministro Arturo Jirón; y la historiadora del arte Jacqueline Fuica.
“Estamos honrando al hombre, al presidente, que enfrentado a la tragedia supo con sus palabras y sus actos dejarnos un legado de dignidad, de consecuencia y a pesar del difícil momento, de esperanza”, aseveró Bachelet.
La jefa de Estado destacó que la recuperación de este espacio es “la culminación de un largo y difícil esfuerzo de recuperación de la memoria histórica”, ya que “tras la devastación de La Moneda se procuró borrar todo vestigio de la presencia en ella del presidente Allende”. El “Salón Blanco” se transformará “en un lugar de encuentro y de reflexión para los chilenos”, según la mandataria, quien agregó que “en el futuro serán miles los escolares que visitarán este lugar”, que respeta el estilo y gran parte del mobiliario original del despacho de Allende.
REQUIEREN REFORMAS DEMOCRÁTICAS
Chile debe avanzar hacia reformas de “segunda generación” para terminar de despojarse de los lastres de la dictadura de Augusto Pinochet, afirmó el director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Chile, dijo por su parte, José Jara.
“La democracia chilena, para consolidarse en el tiempo y estar al mismo nivel de los avances económicos del país, debe tener unas reformas de segunda generación”, dijo el académico.
A 35 años del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, y cuando los analistas políticos mantienen la discusión sobre si el país ha completado o no la transición hacia la democracia, Jara subrayó que las reformas no sólo son necesarias sino urgentes.
El análisis parte de que la democracia chilena, a diferencia de otros países de la región, tiene instituciones sólidas, que funcionan y le dan gobernabilidad, credibilidad al país, y a la sociedad internamente.
En segundo término, indicó Jara, Chile presenta un sistema de partidos políticos que, al margen de ser una de las instituciones en las que menos confían los chilenos, “está consolidado, estable, y es permanente en el tiempo”.
Indicó que desde el fin de la dictadura militar (1973-1990), el país ha realizado las reformas “de primera generación”: subordinación de las Fuerzas Armadas, eliminación de los Senadores Designados, el rol del Consejo de Seguridad Nacional, y el periodo presidencial.
Jara subrayó que cumplida esa primera etapa de reformas estructurales, se debe entrar en una segunda etapa de reformas, algunas de las cuales, reconoció, ya han sido aprobadas, pero hace falta ponerlas en vigor y mejorarlas en el largo plazo.
El analista señaló entre esas reformas el financiamiento electoral, la Ley de Concursabilidad en los altos cargos públicos del aparato del Estado y la Ley de Probidad y Transparencia.
Persisten heridas del golpe militar
El presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, el obispo Alejandro Goic, afirmó que en su país aún sangran las heridas que dejaron el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y la dictadura que inició ese día el general Augusto Pinochet.
A 35 años de ese acontecimiento que partió en dos la historia chilena, el jerarca católico sostuvo que “hemos avanzado en los temas pendientes, pero no lo que uno quisiera, porque todavía persisten y sangran heridas” que dividen a la sociedad.
“En un país que rompe su institucionalidad, como fue el caso de Chile en 1973, siempre las heridas cuesta mucho cicatrizarlas. Hemos avanzado, hemos recuperado la democracia, ha crecido la economía, pero hay una cuota de temas no resueltos”, aseveró.
El 11 de septiembre de 1973 Pinochet dio un golpe militar contra el presidente socialista Salvador Allende e implantó una cruenta dictadura que se prolongó casi 17 años, en los cuales se cometieron miles de asesinatos y torturas de opositores políticos.
De acuerdo con Goic, obispo de la diócesis de Rancagua, 95 kilómetros al Sur de Santiago, los principales temas por resolver en el país son el esclarecimiento de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura (1973-1990) y la inequidad social.
El denominado Informe Rettig sobre los abusos cometidos bajo el régimen de Pinochet reportó dos mil 279 víctimas, de las cuales mil 068 murieron a manos de agentes del Estado, 90 a manos de particulares por razones políticas y 164 por la violencia política.
El Informe Rettig, que tomó como base entrevistas con los familiares de las víctimas y testimonios directos, contabilizó además 957 detenidos desaparecidos.
La Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) registra el hallazgo de los restos de sólo 185 opositores políticos que fueron detenidos por los agentes del régimen de facto.