A Roberto Sosa le gustaría vivir en París, aunque ama México.
El histrión ha encontrado en las calles de París, el DF y San Francisco, específicamente, grandes personajes.
Y la calle le ha inspirado “noches prodigiosas”. No sólo en la Ciudad de México, sino también en San Francisco, California y en su adorado París, ciudad a la que, si tuviera que escoger, la preferiría incluso por encima del DF.
De hecho, una noche en París fue tan inspiradora que lo llevó a escribir un poema de largo aliento en el que le da vida a edificios históricos y narra su desencuentro con la humanidad: está solo y su única certeza es un “señor anciano a orillas del Sena”.
Sus versos recuerdan aquel cuento de Edmundo Valadés, “Todos se han ido a otro planeta”, aunque en rigor a los gustos de Roberto Sosa, el poema es más bien una referencia a Samuel Beckett, uno de sus autores favoritos.
Puesto que tanto disfruta de la noche, no es raro que ahora actúe en la obra de cabaret Cría Criminales, espectáculo noctámbulo que se presenta los miércoles en El Vicio.
- ¿Dirías que vives Esperando a Godot?
Sí, vivo esperando a ese personaje imaginario, maravilloso que va a llegar con todas las respuestas, que llegará con la luz.
- ¿Cuándo fue la última vez que te acordaste del señor anciano a orillas del Sena?
Hace cuatro o cinco meses en que andaba por San Francisco, en el Golden Gate Park; generalmente en los parques te encuentras grandes personajes y ahí hubo alguien que me lo recordó.
- ¿Veías en ese anciano un reflejo de tu propia vejez futura?
Me remitía al paso del tiempo y probablemente era una especie de reflejo porque yo siempre he admirado a la gente adulta por esa parsimonia y sabiduría con la que despiertan cada día. Sus ritmos son tan pausados que son dignos de ser admirados.
- ¿Cómo te imaginas en tu propia vejez?
Me gustaría llegar activo, con vitalidad y ánimo de seguir escuchando a la agente; ojalá así suceda.
- ¿Has tenido noches prodigiosas en la Ciudad de México?
Claro, esta ciudad me ha regalado noches insalvables, es maravillosa sobre todo de noche. Por supuesto todos estamos expuestos a un hecho atroz o violento, pero a mí no me sucede; como decía un personaje que interpreté en teatro: “Yo soy de la calle, carnal”. Evidentemente sabes que hay sitios donde no tienes porqué meterte pero soy un ser noctámbulo, urbano y me he encontrado caminando a las tres de la mañana y desafortunadamente me dan más miedo los que supuestamente nos vigilan.
- Si tuvieras que escoger, ¿preferirías París o el DF?
- París; por su historia, porque tiene una arquitectura maravillosa y tiene mucha más memoria histórica, cuidan más la ciudad, son más limpios y civilizados; es una ciudad donde puedes sentarte a leer. Yo adoro y amo la Ciudad de México pero París es una ciudad donde puedes caminar y leer al mismo tiempo.
- ¿Alcanzas a recodarte en la película Los Gringos, donde debutaste a los siete años en cine?
Sí, sobre todo porque era con Lindsay Wagner, la actriz que interpretaba también a La Mujer Biónica; a mí me encantaba esa serie. Me recuerdo mucho a mí mismo, a mi personaje extorsionando a la estadounidense para liberarla de la cárcel ayudado por un tractor que derribaba las paredes de la celda.
- ¿Qué piensas de aquel niño Roberto Sosa?
Que los años pasan... y no pasan en vano, ja, ja. En ese momento nunca me imaginé que treinta años después seguiría trabajando en la actuación porque como todo niño, lo importante en aquel momento era la inmediatez del juego. Recuerdo que era feliz y me divertía mucho.