El Ejército colombiano se encuentra en medio del escándalo de ejecuciones extrajudiciales, que han costado la vida a cientos de civiles. (Archivo)
Denuncian la ejecución del hermano de un militar, al que soldados hicieron pasar por un guerrillero,
para inflar el número de rebeldes muertos y lograr la ‘cuota’ establecida.
Los soldados en la compañía “Antílope” del Batallón de Infantería 31 Rifles no habían matado a un guerrillero en meses. Y, ante la falta de resultados, temían que no se les permitiera salir de permiso en el Día de la Madre.
Así que decidieron, según el soldado Luis Esteban Montes, trazar un plan: traer a su campamento a un civil, asesinarlo y más tarde presentarlo como un rebelde muerto en combate.
Montes, de 24 años, no se oponía a tales acciones hasta que conoció a una de las presas: Leonardo, el hermano mayor que no veía desde que tenía nueve años de edad.
Montes dijo que trató de disuadir a sus camaradas y advirtió a su hermano. Pero su comandante de compañía le respondió sólo con amenazas. Montes, sin embargo, consiguió sacar a salvo del campamento a Leonardo y pensó que el incidente había acabado.
Una semana después, no obstante, lo descubrió como un “guerrillero muerto” con tres balas en su torso y una herida en la mejilla probablemente causada por un cuchillo.
La familia de Montes presentó una denuncia, una de las 245 registradas el año pasado contra miembros de la fuerza pública colombiana por supuestos asesinatos de civiles, en casos investigados por fiscales.
El caso de Montes está entre los más escalofriantes -en episodios que la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, describió como una “práctica sistemática”- de denuncias de ejecuciones extrajudiciales por parte de los militares colombianos para inflar el número de rebeldes muertos.
Cinco de los compañeros de compañía de Luis Esteban Montes son ahora investigados por el secuestro y asesinato de su hermano en abril de 2007 y se suman a los 480 soldados bajo investigación por la muerte de casi mil personas en ejecuciones.
ESCÁNDALO
El escándalo se produce en un momento especialmente delicado para el mandatario Álvaro Uribe. El presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, ha citado su preocupación con el tema del respeto a los derechos humanos para oponerse a la aprobación en el Congreso estadounidense del Tratado de Libre Comercio que negoció el actual jefe de estado, George W. Bush, con Colombia.
Obama se ha opuesto a los intentos de la Casa Blanca de incluir el tratado como parte de un paquete de estímulos económicos que el Congreso en Washington prevé debatir en los próximos días. Y el asunto surgió como parte de los temas tratados entre Bush y Obama en su cita del lunes pasado.
Una semana antes de la elección de Obama, Uribe dispuso la mayor purga en las filas castrenses, dando de baja a 20 oficiales, entre ellos a tres generales y cuatro coroneles, por negligencia. El día de la elección en Estados Unidos, el comandante del Ejército colombiano, general Mario Montoya, renunció.
El general Freddy Padilla, comandante de las fuerzas militares, dijo que el caso de Montes contribuyó a la decisión de retirar de las filas al comandante de la VII División, con sede en Medellín, bajo cuyo comando estaba la compañía de Montes. Los fiscales, entretanto, afirman que no hay evidencia de que el hermano de Montes, Leonardo, fuera un rebelde.
Leonardo era básicamente un hombre pobre de 33 años que hacía labores agrícolas.
Montes, entretanto, está aislado bajo protección especial, por su propia seguridad, en una unidad militar a las afueras de la ciudad de Medellín, al Noroeste del país.
“No concilio el sueño, no duermo, me mantengo toda la noche despierto, dando vueltas en la cama”, dijo Montes en entrevista telefónica. “A donde vaya voy a andar con la psicosis de que en cualquier momento va a llegar alguien... y que me puede pasar algo... que me van a matar”, aseguró.
Montes contó su historia el mes pasado a la revista colombiana Semana. En varias entrevistas telefónicas Montes declinó relatar todo el capítulo de nuevo porque dijo estar bajo órdenes de no hacerlo, aunque aseguró que la revista lo citó correctamente. Su testimonio también está respaldado por declaraciones hechas ante las autoridades judiciales.
VERSIÓN DE MONTES
Su compañía ‘Antilope’ del Batallón de Infantería 31 Rifles estaba acantonada en un puesto llamado San Juan, cerca de Puerto Libertador, en el departamento de Córdoba, en el Noroeste del país. Los soldados estaban apáticos, algunos sufrían malaria. El Día de la Madre se acercaba.
Dijo que el comandante del batallón tenía una política “por cada baja le dan a uno 15 días de permiso”, así que los soldados en la compañía de Montes comenzaron a hablar de “legalizar” a alguien, una cínica jerga para definir el asesinato de un no combatiente.
Una lluviosa noche sin luna, el líder del pelotón de Montes, un cabo, le dijo que ya habían escogido a la víctima. Era un hombre oriundo de La Guajira, una provincia en la costa caribeña de la que procedía el mismo Montes.
Curioso, Montes quiso conocer al hombre, darle un cigarrillo y sin reconocerlo inicialmente en medio de la oscuridad, saber si provenían del mismo pueblo o calle. Era Leonardo, un hermano del mismo padre.
Los dos se abrazaron y Montes, incrédulo y furioso, le dijo a su hermano las siniestras intenciones de los soldados, que le habían engañado y llevado al campamento.
Montes entonces le rogó al comandante de la unidad, el capitán Jairo García, que dejara ir a Leonardo. Pero el capitán no pudo ser disuadido de cambiar el plan y le dijo a Montes que si trataba de detenerlo lo pondría durante las patrullas en un punto en que “mis piernas pudieran ser voladas por una mina”.
El capitán, quien en una declaración jurada llamó mentiroso a Montes, es uno de los que está bajo investigación por el caso.
Montes, sin embargo, consiguió sacar a salvo del campamento a Leonardo aquella noche.
Pero unos pocos días después, mientras recibía en un pueblo cercano tratamiento médico por sufrir de malaria, se enteró que su compañía había conseguido un “positivo” -o matar a un guerrillero- y que los soldados habían llevado el cadáver de Leonardo hasta una fosa sin identificar.
Según el reporte militar, Leonardo fue muerto cuando un pequeño grupo de rebeldes entró en combate con una patrulla del Ejército. El resto de los insurgentes supuestamente escaparon.
Montes, citando lo que compañeros soldados le habían contado, le dijo a los investigadores que los hombres que mataron a Leonardo compraron una pistola Browning 9 milímetros y la colocaron a su lado, junto a una granada de la que borraron el número de serial.
Montes ahora sufre por su hermano, quien dijo que murió “nada más que por un permiso” o un pase de visita.
Está molesto con el Ejército, que dice destruyó la romántica visión que tenía de ser soldado cuando ingresó a las filas en 2006.
“Los oficiales ascienden por méritos y los méritos se los gana el que más bajas dé (consiga). El que más subversivos mate”, dijo Montes. “Pero como no es fácil -ellos (los rebeldes) también están armados y son hombres-, ¿qué pasa?: buscan las víctimas más fáciles”.
Recuento
Se ha incrementado en Colombia el número de ejecuciones extrajudiciales:
Cerca de mil 300 colombianos han sido ejecutados de forma extrajudicial desde 2002, año en que asumió la Presidencia Álvaro Uribe.
Los últimos 18 meses transcurridos entre el 1 de enero de 2007 y el 30 de junio de 2008 se ha registrado que 535 personas perdieron la vida a causa de ejecuciones extrajudiciales atribuibles a la Fuerza Pública.
Entre julio de 2002 -un mes antes de la posesión de Uribe- y diciembre de 2007, se han registrado
por lo menos mil 122 casos de ejecuciones.
Entre enero de 1997 y junio de 2002 (Gobierno de Andrés Pastrana) hay 669 casos registrados.
De los 535 casos registrados en Colombia desde enero de 2007, la mayoría se ha cometido en los
departamentos de Norte de Santander y Antioquia.
El informe fue elaborado por la ONG Misión Internacional de Observación de Colombia.