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Salva Pável Pardo al Tricolor, 2-1 a Honduras

El jugador Pavel Pardo, de la selección de México, celebra tras anotar un gol ante Honduras, durante el partido correspondiente a la tercera fase de la eliminatoria de la CONCACAF rumbo al mundial de Sudáfrica 2010. (EFE)

El jugador Pavel Pardo, de la selección de México, celebra tras anotar un gol ante Honduras, durante el partido correspondiente a la tercera fase de la eliminatoria de la CONCACAF rumbo al mundial de Sudáfrica 2010. (EFE)

El Universal

La Selección Mexicana derrotó 2-1 a su similar de Honduras esta noche en el estadio Azteca, en partido correspondiente a la segunda fase de las eliminatorias de la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Futbol (Concacaf) rumbo al Mundial de Sudáfrica 2010.

Era la noche de la constelación europea, la de la presentación de las ‘joyas’ Giovani dos Santos y Carlos Vela en el estadio Azteca, pero un par de veteranos fueron los que se la robaron.

Porque bastó que Cuauhtémoc Blanco apareciera en las pantallas gigantes para que el monstruo de 90 mil cabezas explotara, mostrara su amor por un hombre que no ha dejado de brillar ni en el exilio que –en un principio— parecía ser el balompié de Estados Unidos.

Aunque las lágrimas brotaron gracias a ese excelso toque de balón que posee Pável Pardo, el motor incansable del Tri.

Ambos mantienen su distanciamiento entre sí, pero Blanco no se aguantó las ganas de irlo a felicitar tras aquellos tres minutos que hicieron del Azteca el gigante temido por muchos, el coloso de concreto que toma vida cuando la Selección Mexicana regala actuaciones como la del segundo tiempo de anoche.

El atacante del Chicago Fire no atrapó todos los elogios, pero no le importó, así como a Sven-Göran Eriksson, quien no fue el único que dividió opiniones.

La sorpresiva presencia de Leandro Augusto en la alineación tricolor provocó el enfado de muchos, quienes lo abuchearon intensamente cuando el sonido local anunció su nombre, cada que tocó el balón y —sobre todo— después de cometer la falta que derivó en el 1-0 en favor de Honduras.

Fue entonces cuando el estratega sueco se armó de valor y salió por primera vez a la zona técnica… Más de media hora después, conoció lo que es el ardor del público mexicano cuando su ‘templo’ más sagrado es atacado.

Hasta el júbilo provocado por la repetición del combate en el que el taekwondoín Guillermo Pérez obtuvo la medalla de oro en Beijing 2008 se esfumó.

De pronto, las miradas se apartaron del paupérrimo desempeño mostrado en la cancha y se dirigieron hacia aquella encorvada figura que esperaba paciente en la banca.

Hasta la de Felipe Calderón, presidente de México, quien observó el partido al lado de su homólogo hondureño Manuel Zelaya.

Y es que Cuauhtémoc sabía que entraría al campo tarde o temprano.

Sobre todo cuando la animadversión por los jugadores naturalizados está en su momento más álgido, tanto que hasta alcanza a hombres como Guillermo Franco y “Sinha”, quienes parecían haber superado esa barrera.

Pero las hojas repartidas en las afueras del estadio antes del partido mostraron lo contrario, ya que se criticaba la presencia en la Selección de cualquier jugador no nacido en México.

De hecho, se mencionaba el caso de Lukas Podolski en Alemania, un hombre que “de todas formas sí sería seleccionado en Polonia. ¿Sinha, Franco, Leandro y (Matías) Vuoso lo serían en sus países de nacimiento?”.

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Escrito en: Tri

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