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Se buscan líderes

ACTITUDES

José Santiago Healy

El desastre financiero que vive Estados Unidos tiene su origen en la ausencia de liderazgo.

No existen líderes en el Gobierno ni en los demás sectores que logren sumar fuerzas.

El ridículo que hizo el presidente George W. Bush junto a los titulares del Congreso para sacar adelante el programa de rescate financiero fue estrepitoso.

Incluso se llevaron entre las patas a los candidatos presidenciales quienes equivocadamente se prestaron a una jugada que nos les correspondía.

¿Cómo se explica que el plan financiero ya negociado entre Gobierno y Congreso haya sufrido un severo revés a la hora de ser votado?

Más sorprendente cuando fueron los congresistas republicanos quienes mostraron mayor aversión al plan con 133 votos de rechazo contra 95 votos de los demócratas.

No cabe la menor duda: los líderes en Estados Unidos han perdido credibilidad y confianza ante tantos errores cometidos en los últimos años.

George W. Bush y su equipo se ocuparon demasiado en la guerra de Irak y en hacer negocios para su camarilla de amigos republicanos, en tanto los demócratas disputaban internamente el poder y se olvidaron de vigilar los excesos cometidos por bancos y financieras del sector inmobiliario.

¿En dónde quedaron los líderes de la talla de Henry Kissinger, Paul Volcker, Colin Powell, Nelson Rockefeller y otros tantos que en su tiempo hablaban con claridad y eran escuchados, pero sobretodo respetados por la población norteamericana?

Una parte del rechazo en la Cámara de Representantes del plan de rescate, conocido con el término “bailout” en inglés, se debe a la tradición demócrata de este país.

Como la mitad de los representantes serán electos o reelectos el primer martes de noviembre, muy pocos quisieron cargar con la pena de aprobar un plan diseñado para recuperar la imagen del Gobierno de Bush.

Y menos cuando el plan contempla salvar a muchas empresas de la quiebra financiera, pero que ignora a millones de norteamericanos que se quedaron sin casa y sin el capital que invirtieron por años en la compra de su propiedad.

Imagine usted que adquiere una propiedad de 400 mil dólares a través de un enganche de 100 mil dólares y un crédito por el que pagará unos 1,500 dólares mensuales. Pero resulta que a la vuelta de unos años su pago por hipoteca aumenta a 3 mil dólares al mes y además su propiedad ya no vale 400 mil dólares sino 320 mil y ante la falta de recursos termina por entregarla al banco y perder todo lo invertido.

En tal situación se encuentran millones de ciudadanos y algunos en casos peores porque pidieron créditos adicionales gracias a la supuesta plusvalía de su propiedad.

Lo anterior ocurre desde hace dos años en Norteamérica, pero resulta que ahora, cuando el agua les llegó al cuello a los grandes grupos financieros, es cuando el presidente Bush y sus secuaces corren a salvar su pellejo a través de recursos públicos millonarios.

¿Dónde estaban estos señores cuando millones de familias se quedaron en la calle, sin casa ni ahorros y sin recibir ningún respaldo financiero?

Aquí lo mencionamos la semana pasada, este plan de rescate tardará varios días o semanas para ser aprobado y obvia decir que tendrá que sufrir muchas modificaciones para llegar al final.

Aunque a estas alturas nadie sabe con certeza dónde quedará el proyecto Bush-Paulson. Sobran especialistas que recomiendan dejar la economía a las fuerzas del libre mercado y que sea el próximo Gobierno quien diseñe un plan de largo plazo para ordenar el desastre en Wall Street que ha cimbrado al mundo entero.

De nada servirá un programa emergente mientras no exista liderazgo en la Casa Blanca.

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josahealy@hotmail.com

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