Las muertes ocasionadas por el clima de violencia que se vive en la entidad ocupan el primer lugar en el recuento de octubre; 47 personas murieron por ráfagas de bala ya sea por estar vinculadas con la delincuencia organizada o por estar en el lugar equivocado.
En lo que va del año se han producido 802 decesos crudos en el territorio estatal; durante el mes de octubre resaltaron los enfrentamientos armados que dejaron decenas de muertos por arma de fuego.
Enfrentamientos armados, volcaduras, atropellamientos, suicidios y accidentes laborales dejaron como saldo el deceso de 89 personas a lo largo del décimo mes del año; según las estadísticas elaboradas por El Siglo de Durango en lo que va de este 2008 la cifra de decesos crudos asciende a 802. El mes “de las brujas” bien pudiera dividirse en dos hechos particularmente significativos: primero, una balacera en el municipio de Vicente Guerrero y posteriormente otra confrontación armada al sur de la capital duranguense, de la que podrían desprenderse otras ejecuciones ya contabilizadas.
Varían los números. Las muertes ocasionadas por el clima de violencia que se vive en la entidad ocupan el primer lugar en el recuento de octubre; 47 personas murieron por ráfagas de bala ya sea por estar vinculadas con la delincuencia organizada o por estar en el lugar y momento equivocados. Nueve personas perdieron la vida en las carreteras de Durango y otras ocho fallecieron atropelladas, tanto en las ciudades como en los caminos rurales; siete personas decidieron salir por la “puerta falsa” y cuatro perecieron en choques.
Lo que mal empieza. Recién comenzaba el mes de octubre y la atención se seguía centrando en los pronósticos climatológicos que indicaban la presencia de más lluvia en los primeros quince días, pero la lluvia que se hizo presente fue de balas y dejó torrentes de sangre en diferentes puntos. La mañana del día tres los agentes de la Dirección Estatal de Investigación (DEI) se trasladaron al entronque de la carretera Durango-Zacatecas, que comunica al poblado de San José de las Corrientes; el reporte oficial fue de cuatro cuerpos tirados a orillas de la rúa envueltos en hule negro y con evidencias de haber sido estrangulados; posteriormente se determinó que los occisos eran del municipio de Vicente Guerrero y de Sombrerete, Zacatecas; pocos se imaginaban que sería tan sólo el principio de la jornada más violenta de la primera quincena.
Enfrentamiento y ejecución. Y es que cerca de las 20 horas de ese día, el centro de la ciudad de Vicente Guerrero se convirtió en un infierno. Elementos del Ejército Mexicano marcaron el alto a una camioneta cuyos tripulantes contestaron con disparos; así se desarrolló una persecución hasta las calles Durango y Alfredo Salinas, donde posteriormente se desató una confrontación a balazos que dejó como saldo oficial dos presuntos sicarios muertos; pero en el afán de uno de los facinerosos por escapar, lanzó una granada que detonó en la calle 10 de Mayo, cuyas esquirlas hirieron a Viridiana Cuevas que posteriormente perdió la vida.
El centro de Vicente Guerrero se convirtió en una “zona de guerra”, el miedo se apoderó de los habitantes que se encerraron desde temprana hora en sus casas; la ciudad entera fue cercada y nadie podía entrar ni salir, mientras que en la capital duranguense esa misma noche fue ejecutado el capitán de la Policía Federal, Abel Sabino Méndez, en una gasolinera a las afueras de la ciudad a manos de dos sujetos que le dispararon con armas calibre .9 milímetros y .38 Especial.
A la mañana siguiente se realizaron algunos cateos donde se proporcionó el saldo de la contienda en Vicente Guerrero, además de señalar que una pareja de jóvenes desconocidos fueron ejecutados en el municipio de Súchil.
Violencia y más violencia. Días después se registró el “levantón” de cinco personas en la ciudad de El Salto, Pueblo Nuevo, dos de ellos estrangulados posteriormente en una cañada de la presa Garabitos. Durango no quedó exento de las narcomantas mientras que las carreteras estatales seguían siendo escenario de balaceras, como la que se desarrolló en la Gómez Palacio-Tlahualilo cuando cuatro sicarios murieron y un militar más falleció; pero las fuerzas castrenses dieron otro duro golpe cuando detuvieron a once personas en el municipio de Ocampo.
El “martes negro”. La actividad escolar y laboral transcurría con normalidad la mañana del martes 21 de octubre, menos para la familia de Gerardo Santillán Guerrero, quien había sido ejecutado el mediodía del domingo en el fraccionamiento Loma Bonita. Algunas versiones indican que ese “martes negro” había patrullas en la casa del hoy occiso; a pesar de eso un comando armado llegó al domicilio y secuestró a un par de personas que se encontraban en el interior. Para ello se desató una balacera que dejó de dos agentes heridos; lo siguiente fue una persecución y más disparos que sembraron el terror entre quienes presenciaron las balaceras.
Dos agentes más fueron heridos; la carrera de vehículos llegó hasta el bulevar Instituto Politécnico Nacional donde uno de los presuntos secuestradores murió y otros se dieron a la fuga; dos fueron detenidos, pero la estela de terror alcanzó a los estudiantes y catedráticos que presenciaron la huida de los facinerosos. Dos civiles resultaron heridos y el caos quedó de manifiesto. Todavía hoy hay detalles que no quedan claros, pero quedó latente la posibilidad de una venganza por parte de los delincuentes.
¿Desquite? Posteriormente se escuchó el rumor de que había amenazas en contra de los agentes estatales por la confrontación del “martes negro”; ninguna autoridad confirmó el hecho pero tampoco la descartó. El caso es que la tarde del lunes 27 de octubre fue ejecutado el subdirector de la Dirección Estatal de Investigación (DEI), Antonio García Artea, comandante en diferentes campos y considerado como ejemplo de dedicación a la labor policiaca. El homicidio fue a plena luz del día y en una de las vialidades más circuladas de la ciudad, bulevar Francisco Villa, más allá de la ejecución para los subordinados y funcionarios de la Procuraduría General de Justicia del Estado representó un fuerte golpe anímico, pues cayó uno de los elementos más decididos con dedicación demostrada a lo largo de 19 años de carrera.
Caminos teñidos de sangre. A lo largo del mes de octubre fallecieron nueve personas por volcaduras en carretera; recientemente se informó del deceso de una niña de diez años cuando la camioneta en que viajaba cayó a un barranco en el municipio de Santiago Papasquiaro; Paola Yadira Avitia Chávez era originaria del municipio de Canelas y pereció por múltiples traumatismos.
Aplastado murió también Gonzalo Rodríguez Montoya, de 38 años, cuando la maquinaria que maniobraba al interior de una mina en Cuencamé se quedó son frenos y quedó prensado. Dos mineros más fallecieron asfixiados en la mina San José de la Parrilla, en Nombre de Dios, por ingresar sin el equipo necesario e inhalaron gases tóxicos. Otras tres personas murieron ahogadas.
El Siglo de Durango