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Sé tú mismo

El filósofo de Güémez

Ramón Durón Ruiz

En las Confesiones de San Agustín, escritas hace casi seiscientos años, él explica cómo consiguió subir por la escala social engañando y manipulando a otras personas. Cierto día, cuando iba rumbo a pronunciar un discurso, que según él incluía varias mentiras, vio a un indigente lleno de felicidad.

En un examen de conciencia se preguntó por qué él estaba descontento y ese hombre que no tenía nada estaba tan alegre. Después de reflexionar un rato descubrió que el secreto radicaba en que el pordiosero era auténtico, fiel a sí mismo; mientras que él, el gran erudito, San Agustín, no lo era.

En la vida, un hombre que siempre va deprisa no encontrará a nadie y, lo que es peor, no se encontrará a sí mismo. De vez en cuando es importante detenerse para adquirir conciencia de sí mismo, unificar nuestras potencialidades, ordenarlas y dirigirlas para entregarse enteramente a la vida, para dos cosas fundamentales:

1. Aprender que en la vida todo tiene un sentido y

2. Conducir a nuestro espíritu a penetrar en el interior de su propia mansión.

Los viejos sabios de nuestros pueblos dicen que cuando el agua está quieta, es como un espejo que refleja perfectamente nuestras facciones, igualmente, cuando nuestra mente se encuentra en reposo, nos conduce al encuentro con nosotros mismos y se convierte en el espejo de toda creación.

Cuando hacemos un alto en el camino, para el reencuentro con nosotros mismos, viene a nosotros una paz constructiva, que nos ayuda a tomar decisiones oportunas y creativas, nos permite gozar de los flujos y reflujos de la vida y hace que se manifieste más claramente la sabiduría y nuestro ser interior.

Nuestros problemas no son tan graves, son los mismos de muchísimos seres sobre la tierra. Sólo tenemos que dedicar nuestra vida no a ser como los demás quieran, sino a ser nosotros mismos, para lograrlo, sólo tenemos que escuchar la voz interior.

Encontrar tu ser interior es saber que cada quién tiene un destino que cumplir, un espacio que llenar... un rol que jugar. Ésa es nuestra esencia, la que nos hace ser lo que somos. No hay nada más risible que aquel que finge ser quien no es... es como andar por la vida disfrazado.

Rabindranath Tagore dijo: “Señor, enséñame a orar no para obtener protección contra los peligros, sino para afrontarlos sin temor. Enséñame, Padre, no a pedir alivio a mi dolor, sino el valor para superarlo. Enséñame, no a suplicar temeroso por mi propia salvación, sino a tener paciencia para construir mi libertad.

Concédeme, Padre, no ser cobarde y sentir tu misericordia sólo en mi triunfo; pero deja que en mi fracaso encuentre la solidaridad de tu mano. Enséñame a buscar en el campo de la vida no aliados... sino mi propia fortaleza”.

Medandro, aquel hombre que había encontrado su oficio de vida, que no era otro que ser policía, salía frecuentemente a hacer rondines policiacos a diferentes ciudades, cierto día, a su regreso, receloso del actuar de su mujer, que gozaba de una carnalidad a flor de piel, le dijo:

––Vieja, dicen en la Comandancia que tú me engañas con un policía.

––¡Negativo, pareja! –respondió su mujer–. ¡¡Negativo!!

filosofo2006@prodigy.net.mx

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