Nunca le falta trabajo a Lupita Sandoval. (Notimex)
Fred Roldán piensa que Lupita Sandoval no ha recibido el reconocimiento que merece. Pero en lugar de lamentarse, Lupita ha optado desde hace varios años por la autogestión: tiene su propio centro cultural donde monta sus propuestas teatrales y ahora ha estrenado en el Teatro Polyforum Luna de Miel por Siempre, un musical de pequeño formato escrito por ella misma.
Y Fred Roldán, su socio en el proyecto de autogestión artística, estuvo en el estreno para “apoyarla”. Roldán, quien también fue su esposo, declaró durante el intermedio de la función: “Lupita se merece esto y más. Yo estaré siempre para apoyarla en todo lo que necesite, estamos juntos aunque ya no somos pareja”.
No es entonces una mera coincidiencia que el musical Luna de Miel para siempre aborde el tema de una artista cincuentona que se debate entre la soledad y el éxito del pasado.
El personaje se llama Lola y, sin llegar a tener matices biográficos, le permite a Sandoval desarrollar varios ideales sobre la vida artística. Por ejemplo, hay un parlamento que dice: “Ya sabía que una actricita de televisión nunca sería buena en teatro”.
La propia Sandoval lo sabe muy bien, ya que en la vida real es común que muchcachas salidas de una telenovela con cuerpo perfecto y rostro de porcelana brinquen al teatro suponiendo que esos atributos bastarán para ser una actriz.
Sandoval, en cambio, consagra gran parte de su tiempo al teatro para el montaje de obras infantiles y montajes unipersonales en su Centro Cultural Roldán-Sandoval. Y aunque nunca la alcanzó la fama de las grandes divas, ella está contenta con sus logros.
La obra es dirigida por Gaby Cárdenas, conocida popularmente por su participación como maestra en La Academia, y el elenco es completado por Jaime Rojas, Armando Moreno y Erika Tahis en el personaje de Corina, una artista treintona cuyo futuro parece ser el mismo que el de Lola.
La anécdota comienza cuando Lola y su compañía ensayan un nuevo espectáculo. El ensamble de bailarines, compuesto por Óscar Ayala, Víctor Gómez, Armando Ávila y Alex Carbajal, actúan como un estereotipado grupo de gays que en escena repiten todos los prejuicios y los lugares comunes. Las letras de las canciones son simples y en algunos casos repetitivas, y los chistes apenas salvan las situaciones de los personajes.
Dentro de la obra, se supone que los ensayos se entorpecen por los continuos errores de Corina y el carácter despistado y relajiento de los bailarines, que no saben distinguir entre un paso de “patada” o “salto”.
En la realidad, el estreno adoleció de eso mismo; hubo algunos errores, despistes y una pretensión que resultaba odiosa: el cambio de escenografía estaba a cargo de un grupo de jóvenes vestidos con chamarras con alas de ángeles estampadas en la espalda.
Quizá Fred Roldán tenga razón: “Lupita Sandoval se merece más”.