“Cuando me secuestraron le mandaron un
pedazo de dedo a mi padre. Él dijo que
quería más pruebas”.
Rodney Dangerfield
Este jueves 12 de junio fue secuestrada en Orizaba, Veracruz, Karina Reyes Luna. La familia no presentó denuncia y buscó negociar con los secuestradores. La información disponible señala que los secuestradores pidieron un millón de dólares de rescate. La familia, al parecer, entregó medio millón. El domingo 15 en la mañana el tío de la secuestrada, Hipólito Reyes, arzobispo de Xalapa, pidió a los feligreses en misa que oraran por la chica. Un par de horas después se dio a conocer la información de que el cuerpo sin vida de Karina había sido hallado en una bolsa de plástico. La chica tenía 23 años de edad.
Historias como ésta se han venido multiplicando en nuestro país en los últimos años. El secuestro se ha convertido en un crimen cada vez más común. No hay cifras confiables que nos permitan medir la incidencia de este delito. Pero algunas organizaciones, como el llamado Consejo para la Ley y los Derechos Humanos, A.C., sugieren que México ha rebasado ya a Colombia como el país con más secuestros de América Latina.
Según esta organización, en 2007 se llevaron a cabo más de mil secuestros de alto impacto en el país. Las tácticas de presión de los secuestradores se han endurecido. Antes, por conveniencia, se respetaba al secuestrado. Hoy la tortura o violación de las víctimas se hace cada vez más común. Las bandas de secuestradores, por otra parte, están atacando con creciente frecuencia a menores de edad, porque saben que los jefes de familia estarán más dispuestos a pagar si un hijo es plagiado.
La información disponible sugiere que muchos de los secuestradores hoy son miembros o ex integrantes de bandas de narcotraficantes. En algunos casos, al parecer, estos individuos simplemente mezclan el secuestro con su actividad cotidiana. Algunos sicarios, empero, parecen haber dejado de plano el negocio del narcotráfico, cada vez más peligroso, y optado por el del secuestro, más fácil y tan rentable o más que el otro.
Algunos secuestradores son policías o ex policías. Este mismo fin de semana fue detenido en Baja California, en un operativo conjunto entre policías y efectivos del Ejército, un ex jefe de la Policía de Ensenada, Rosario Flores Rojas, a quien se acusa de haber encabezado una banda llamada el Comando Negro formada por ex policías y dedicada al secuestro y a la protección de narcotraficantes.
Durante años México vivió numerosas operaciones de secuestro de “alto impacto” que, sin embargo, empezaron a disminuir por las medidas de protección que tomaron muchos empresarios y personas adineradas. Algunas familias reubicaron a sus miembros más vulnerables fuera del país, especialmente en Estados Unidos. Los autos blindados y los escoltas proliferaron. El resultado, empero, no fue una caída en el delito sino un aumento en los llamados secuestros express, operaciones realizadas rápidamente, dirigidas contra personas de clase media y con recursos relativamente escasos, pero sin protección de escoltas o autos blindados. Hoy, no obstante, han vuelto a aumentar los secuestros de alto impacto sin que por ello hayan disminuido los express.
Usualmente un número relativamente pequeño de bandas realiza un número descomunalmente alto de secuestros. Estas bandas se ciernen a menudo sobre una comunidad o zona del país. Hemos visto así grupos que depredaban a la comunidad española o a la judía o a los locatarios de la Central de Abastos de la Ciudad de México. En los últimos años ha habido una verdadera epidemia de secuestros en Baja California, particularmente en Tijuana, que parecen ser obra de bandas distintas surgidas de grupos de narcotraficantes. Este fin de semana fue capturado en Baja California Rosario Flores Rojas, subdirector operativo de la Policía de Ensenada hasta 2004. Se le acusa de haber encabezado una banda de ex policías dedicada al secuestro y a la protección de narcotraficantes.
Muchos mexicanos, sin embargo, siguen privados ilegalmente de su libertad. Un caso en el que no puedo dejar de pensar es el de Ana Karen Alba, una chica de 19 años secuestrada el 4 de mayo en Petatlán, Guerrero. Un grupo de sicarios mataron a tiros a varios miembros de la Asociación Estatal Ganadera que presidía el padre de la joven, Rogaciano Alba Álvarez. Dos de sus hermanos fueron ejecutados y a ella misma se la llevaron, al parecer, porque los sicarios no encontraron a su padre. Desde entonces no se ha vuelto a saber de ella.
Cada secuestro es una historia. Algunos los realizan personas cercanas a las víctimas. Otros son producto del azar. Algunos más son obra de bandas muy profesionales. Pero de lo que no hay duda es que el secuestro es uno de los delitos que más agravian a la sociedad. Por eso preocupa que esté aumentando en nuestro país.
DERECHOS ADQUIRIDOS
Habrá que achacar a los jueces, magistrados y ministros mexicanos, o a las leyes que los obligan a dictaminar de la manera en que lo hacen, parte del atraso económico y social de nuestro país. Ayer el ministro presidente de la Suprema Corte, Guillermo Ortiz Mayagoitia, afirmó que la reforma de las pensiones del ISSSTE es inconstitucional porque afecta los derechos adquiridos de los trabajadores. No considera el ministro que por proteger esos derechos adquiridos se puede llevar a la quiebra a la institución y así afectar los derechos de todos los trabajadores del sector público del país.