Cada año el banco más grande de México celebra una reunión para mostrar sus resultados en la capital del país. En ella, se ha contado con la presencia de las principales autoridades económicas del país, que exponen desde su perspectiva la situación actual en que se encuentra la República.
Asimismo, se presenta a un orador huésped, en este caso fue presentado nuevamente el historiador, ingeniero Enrique Krauze, que dictó cátedra de lo que desde su perspectiva está ocurriendo en el entorno nacional.
La reunión no deja de tener un cariz especial. En teoría, ahí todo es seriedad y resultados, y una masa de empresarios están reunidos en torno a la financiera que los ha reunido, y que la extensa mayoría, acude sin duda ante la oportunidad de relacionarse con sus pares, además de poder escuchar de las máximas autoridades del Gobierno, que sin duda, siempre es atractivo.
Sin embargo, la naturaleza humana es sencillamente imprescindible, no se puede ocultar ni ignorar. El foro donde se presentaron las figuras enunciadas líneas arriba estaba muy claro, y aunque por supuesto con sus muy dignísimas excepciones, el auditorio estaba compuesto por personas que tienen perfil e idioma parecido: el de la búsqueda del éxito económico, nada más.
Es importante señalarlo, porque como iniciara su disertación Krauze, citando a Cicerón, cuando éste veía caer la república romana; el desmoronamiento venía por la falta de concordia. Así el propio ingeniero trataba de realizar un símil entre el pasado romano y la actualidad mexicana: la discordia, o la falta de concordia, está más que nunca presente en la sociedad, y de seguir así, si bien es cierto que nadie en su sano juicio podría pensar que México se encamina en el corto plazo a un estallido social, sí se encuentra en un punto donde el exacerbamiento colectivo pueda empujar al pueblo mexicano a la oscuridad y el retraso, dejando la oportunidad de la modernización y de búsqueda del futuro.
Krauze destinó parte importante de su discurso a señalar puntualmente lo realmente peligroso que significó que Andrés Manuel López Obrador llegara al poder. Con una retórica contundente, y ante un foro muy ad hoc, fue describiendo las mentiras y la irresponsabilidad que el Frente Amplio Progresista, agrupación formada por los partidos de Convergencia -del ex convicto Dante Delgado- y del Trabajo, además del propio PRD, realizó en miras de conseguir la Presidencia. Es claro y manifiesto que esta congregación soporte del conocido Peje, se aprovecha de la enorme ignorancia del pópulo y con franca manipulación hacia ellos, estuvieron más cerca que nunca de obtener la silla presidencial.
El público presente recibió con agrado lo que finalmente querían escuchar, aunque ante un cuestionamiento al expositor, éste fue preciso al señalar que los propios empresarios, han agachado la cabeza y han dejado de tener el peso específico que les corresponde.
Durante la reunión, el sub gobernador del Banco de México, Roberto del Cueto, fue claro en su exposición al sostener que el mandato constitucional del Banco Central es la preservación del poder adquisitivo de la moneda. Hubo poco que cuestionar ante tan claros conceptos. Apareció entonces el mismísimo secretario de Hacienda y Crédito Público, doctor Agustín Carstens, quien demostró que es mucho mejor técnico que orador, y apoyado en filminas que decían que todo bien en cuanto a desempeño económico, las charlas en las mesas de empresarios eran otras.
Arribó entonces Felipe Calderón, y el evento llegó a su cenit, el presidente fue de lo mejor recibido, estaba ante quienes lo querían escuchar.
Al hacer uso de la palabra, Felipe Calderón mostró el gran oficio con el que cuenta, y sin duda es un hombre inteligente. Su discurso comenzó con el tema que interesa a todos: la seguridad. Calderón fue muy claro que los cambios políticos y aunque con otras palabras, a la caída del régimen centralista de más de setenta años, permitió la regionalización de todas las zonas del país, y del debilitamiento de la federación ante los poderes estatales. Así, describió que el crimen organizado se ha sofisticado, y ante el poder económico y de violencia con el que cuenta, los estados y municipios difícilmente podrían hacerle frente. Seis mil policías federales había al inicio de su mandato, hoy informa contar con 16 mil. La firmeza de Calderón en el tema arrancó varios aplausos generalizados que lo interrumpían. Cuando habló de la economía, no obstante que medidas como los que su Gobierno está tomando como el control artificioso de precios y el subsidio de la gasolina, medidas eminentemente peligrosas para la libertad económica, nuevamente consiguió los aplausos de un público favorable, de la misma manera que López Obrador los consigue con sus mentiras ante los más humildes.
Tiene razón Krauze, falta concordia, pero falta parejo. Hay que hacer votos para que los mexicanos aprendamos a manejar la falta de ésta, pero habrá de partir que la falta de la misma, está en todos los estratos sociales.
eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx