‘Si fuera Reina no me habrían alcanzado’
Sandra Ávila afirma que si ella tuviera una red de contactos en el mundo de narco, como afirma la PGR, nunca le habrían secuestrado a su hijo y tampoco estuviera detenida.
Armada con una filosa punta de metal sujeta a su mano con una venda, Diana, ‘La Chiquita’, cruza el patio acompañada de otras reclusas rumbo a otro dormitorio del penal de Santa Martha Acatitla para cobrar por la fuerza un adeudo de “grapas”.
Son las ocho de la noche del 23 de octubre de 2007, cuando la rea morosa ya está atrincherada junto con otro grupo de internas con tubos, navajas. Su negativa a pagar la acompañan con mentadas de madre, para llegar a los jaloneos, los puñetazos y las patadas. En la penumbra, salen las armas y el piso se salpica de sangre. Suena la alarma.
“La Chiquita” y sus huestes son superadas en número. Además, la intervención de los custodios favorece a sus rivales, quienes usan contra Diana sus toletes al tiempo que tienden cercas para dividir a las rijosas.
A la par, el Grupo Especial Tiburón, cuya base está fuera del penal, ingresa con una consigna: proteger a “La Reina”.
Sandra Ávila Beltrán ni se entera. Está aislada en el segundo nivel del edificio A del reclusorio femenil, lejos -a varios cientos de metros- en su celda como inquilina del Gobierno Federal.
El 9 de enero, cuando cumplió 130 días detenida en el penal femenil de Santa Martha Acatitla, Ávila Beltrán subrayó en entrevista que su detención obedece a un montaje del Gobierno Federal orquestado por la Procuraduría General de la República (PGR).
“Las autoridades federales son las que han querido señalarme como ‘La Reina del Pacífico’, quieren que yo sea su creación para entregar buenas cuentas a Estados Unidos en su supuesta lucha contra el narcotráfico.
“Mi historia es completamente ajena al poder que dicen tengo desde hace muchos años. Pero no... Solamente soy una víctima de ellos”, comenta con voz temblorosa en algunas frases, pero que compone de inmediato.
“Si mi delito es que tengo propiedades, joyas o dinero, por qué no detienen a la ex primera dama, a Marta Sahagún, quien desde Los Pinos recibió muchas cosas y está acusada de otras y está tan tranquila. Siquiera que la investiguen”, argumenta.
Según datos del Gobierno Federal, ella es parte de una familia que por tres generaciones se ha dedicado al narcotráfico; su tío abuelo es Juan José Quintero Payán, extraditado en enero de este año a Estados Unidos con otros 14 presuntos delincuentes.
La vinculan también con Diego Montoya, “Don Diego”, detenido el 10 de septiembre en Colombia por la Policía Nacional y señalado como el líder del cártel del Norte del Valle en ese país.
La llamada “Reina del Pacífico” está relacionada con el envío de un millón 475 mil 950 dólares, incautados el 17 de julio de 2002 en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), acusación que Ávila Beltrán enfatiza: “ya se les vino abajo”.
“La Reina” dice que no es un delito que sus parejas, “que no son todas las que han mencionado”, le hayan entregado bienes, por lo que pidió ser juzgada con base en las audiencias de su caso.
“No creo que sea legal tener tanta injerencia en la vida privada de una persona y, en este caso, con más énfasis si es mujer, por qué a los narcos que detienen no les hacen un recuento de sus mujeres, sino de lo que supuestamente hicieron.
“Por qué no se abocan a ir paso a paso en mi proceso judicial, por qué decir tantas mentiras si sus supuestas pruebas se les han ido cayendo conforme se llevan a cabo las audiencias”, comenta.
Ávila Beltrán va más allá y afirma que si ella tuviera la red de contactos en el mundo de narco, como afirma la PGR, “nunca hubieran podido secuestrar a mi hijo y tampoco estuviera detenida, si fuera La Reina como ellos dicen, nunca me habrían alcanzado”.
Sus afirmaciones coinciden con lo dicho el 18 de abril de 2004 por Jesús Blancornelas. El periodista comentó en su columna
Conversaciones privadas que “Sandra no era poderosa. Si hubiera sido no se atreven a secuestrarle a su hijo único. De tarugos se meten con ella más como según eso controlaba narcos o la protegían”.
La visita
De fines de septiembre a noviembre estaba en su celda las 24 horas, sólo recibía a una persona conocida entre las autoridades como el representante de su familia, además de su abogado de cabecera.
-Está muy deprimida por lo de su extradición- confiaron algunas internas cuando les preguntaban por ella.
El 23 de diciembre, Ávila Beltrán iba a reunirse con sus parientes, pero tuvo que esperarlos hora y media más porque en la aduana los regresaron por llegar con ropas en color beige, uno de los cuatro prohibidos para las visitas además del negro, azul y blanco.
En la aduana de registro, solamente se permite el acceso a familiares o amistades anotados en el expediente de la interna, y en la “revisión íntima”, la visita se entera que tampoco puede ingresar con botas, botines, vendas o heridas, lo que provoca la salida de otro billete del bolsillo.
Para el 30 de diciembre, sus familiares se encontraron de nuevo con ella, pero esta vez iban con combinaciones en rojo con verde, rosa o café, además de la cena de fin de año con pavo, el cual alcanzó para internas y custodios.
En los dos últimos meses, su abogado acude casi diario al penal, ya que “La Reina del Pacífico” es llamada al área jurídica con frecuencia para ser notificada de los avances de su proceso. Cuando van por ella, van tres uniformados y regresan cinco como escolta.
En Santa Martha hay internas que nunca han recibido una visita, ni a su abogado. Como Jovita, condenada a 42 años de prisión, de 1.60 de estatura, regordeta y de mirada dulce.
Está aquí desde hace ocho años, porque cuando vivía en Tamaulipas, encontraron en su patio un par de osamentas. Ella y su vecina fueron detenidas. Le falta cumplir la tercera parte de su condena, pero espera salir antes por buena conducta.
También está Rebeca, una guatemalteca acusada de transportar droga y que diario a las tres de la tarde, está afuera de la dirección, pues a esa hora comienza a laborar como estafeta, es decir, tiene que traer a las internas que deben presentarse en el jurídico.
Jovita hace lo mismo, pero para ir por las reclusas cuando tienen visita; así cuando se da el encuentro, los parientes y las reclusas le entregan de 10 a 20 pesos.
A finales de noviembre, Diana, “La Chiquita”, regresó a su celda aún con una herida en las costillas, tras una interrumpida recuperación en el apando, una celda de castigo.
Tres cuartas partes de su vida, “La Chiquita” ha sido inquilina de los reclusorios Norte, Oriente, Tepepan y hace 13 años, del penal de Santa Martha Acatitla. En el Oriente protagonizó una huelga de hambre en protesta por el trato a las internas, la acción contó con el apoyo de Organizaciones No Gubernamentales.
Cuando se le pregunta “Diana qué le pasó”, su cara en tono cenizo muestra una mirada de desconfianza y sólo atina a responder con un “fue un problema por parejas”.
Pero el de “La Reina del Pacífico” es otro: la posibilidad de la cárcel en Estados Unidos.
Su perfil
Sandra Ávila Beltrán, conocida como La Reina del Pacífico, es una de las pocas mujeres con liderazgo en el mundo del narcotráfico.
*Originaria de Tijuana, Baja California, esta mujer de 45 años fue detenida en la Ciudad de México el 28 de septiembre del 2007, mientras conducía su BMW en San Jerónimo. También fue detenido su novio el capo colombiano Juan Diego Espinosa Ramírez, alias “El Tigre”. Ambos eran enlace entre el narco de Colombia y los cárteles de Juárez y Sinaloa y estaban en la lista de los más buscados por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA).
*Su historia criminal inició en la década de los 70 y es sobrina-nieta de José Quintero Payán y sobrina de Miguel Ángel Félix Gallardo. Es altiva, le gustan los lujos y nunca deja de sonreír.
*Solía usar nombres falsos bajo los cuales se tienen aseguradas dos empresas inmobiliarias en Nayarit y Sonora, en este último se registran 225 predios con estos nombres.
*Es acusada de participar en un cargamento de 10 toneladas de cocaína en México y tiene una orden de extradición a Estados Unidos desde el 2004.
*Estuvo casada en Sinaloa con comandantes policiacos que fueron ejecutados, pero su poder creció al convertirse en la pareja de “El Tigre”.