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Si no cambiamos, ni con marchas

MIRANDO A FONDO

Víctor González Avelar

PARA PODER LLEGAR a cambiar a una sociedad, es necesario empezar por cambiar a los hombres que la componen, pues finalmente la forma de ser de un grupo humano no es otra cosa, que la suma de todos los que la conforman, de ahí que toda sociedad es el resultado de los hombres que la integran.

BAJO ESA LÍNEA de pensamiento podemos afirmar que no son únicamente las autoridades responsables de la seguridad pública ahora infiltradas por el crimen organizado; pero como estamos viendo las cosas, el crimen organizado, la delincuencia, la corrupción y la impunidad también ya se infiltraron hasta la misma médula de nuestro tejido social.

LAS CAUSAS QUE dieron origen a esta descomposición social han sido materia de estudios y análisis por cientos de investigadores de nuestra realidad social, los que han sido publicados en cientos de libros que ocupan decenas de metros lineales en los libreros de las bibliotecas.

NUESTRA CULTURA COMO sociedad deviene de los tiempos de la Colonia durante la dominación de la corona española en la Nueva España. Fue entonces que se institucionalizó la corrupción y la impunidad, lastres que nos ha llegado hasta este 2008 y que ahora asustan a los mexicanos que viéndose en su propio espejo gritan atemorizados: “Ya basta”.

EL RELAJAMIENTO DE las virtudes y costumbres ciudadanas comenzó con la pequeña “mordida”; siguió con la “mordidota” y terminó finalmente con la impunidad total. Para que un Estado de Derecho se corroa se necesita empezar siempre por algo, y ese algo fue para nuestra desgracia, la proclividad que tenemos los mexicanos para tratar de evitar el cumplimiento de la Ley mediante el fácil y rápido expediente del cohecho.

DE LA VIOLACIÓN de las normas necesarias para la más elemental convivencia humana, tales como los bandos de Policía y buen Gobierno, el reglamento de tránsito, del funcionamiento de giros mercantiles, usos del suelo y similares, pasamos al cohecho y la violación de leyes penales, del procedimiento civil, de las financieras y bancarias, de las que rigen al poder judicial y finalmente entramos a la violación de la propia Constitución. Todo ello bajo el procedimiento de: la violo, la compro o la eludo por las orillas, pero eso sí, jamás cumplirla en sus términos.

PARA QUE EXISTA IMPUNIDAD y cohecho son de necesidad forzosa dos partes: una, la autoridad que lo recibe y la otra, el ciudadano que ofrece la “mordida”. En este punto convocaría yo a los mexicanos que estén libres de pecado para que tiren la primera piedra. De una u otra manera, todos y cada uno de los mexicanos hemos creado el estado de impunidad que ahora vivimos y del cual nos angustiamos.

¿QUIÉNES ENTRE LOS MILLONES de mexicanos que ahora protestan, no son o han sido consumidores habituales u ocasionales de alguna droga? Y es que los adictos a las drogas son los que de una u otra manera han financiado y creado de manera directa el crimen organizado. Es precisamente con el dinero que pagan para comprar el estupefaciente, con ese dinero es como el crimen organizado compra a los sicarios que cortan las cabezas, paga las armas con las que asesina y corrompe a las autoridades. Y sobre la corrupción: ¿Quién de los 105 millones de mexicanos no han dado alguna vez una “mordida” para agilizar un trámite, evitar una sanción o eludir el cumplimiento de los reglamentos y de las leyes?

UN ESTADO DE DERECHO no se derrumba de un día para otro. La impunidad en un país no se implanta tampoco de un día para otro. Estos dos flagelos son el producto de muchos años de corrupción, tolerancia y cohecho. Vivimos por lo general en un país en donde nadie quiere cumplir la Ley, pero que es muy demandante para que el vecino sí la cumpla.

PARA PODER CAMBIAR a este país y erradicar la corrupción e impunidad, es necesario primeramente que nos hagamos el ánimo de cambiar nosotros mismos. No se puede modificar el estado de cosas mediante simples actos de voluntarismo, protestas, rezos, marchas o ruegos. Si no cambiamos nuestra propia manera de pensar y actuar México nunca podrá salir del atolladero en que se encuentra.

PARA RESTITUIR el Estado de Derecho debemos todos, imponernos nosotros mismos el aprender a cumplir las leyes, y por otra parte, vigilar que los gobernantes castiguen a los violadores de la Ley. Es necesario imponernos como meta llegar al nivel de corrupción cero y de tolerancia cero, denunciando todos los días a las autoridades corruptas y no propiciar nosotros mismos la impunidad mediante la socorrida “mordida”.

EL OTRO PUNTO de vista es la serpiente que se devora a sí mismo por la cola, que consiste en sacar a los adictos del estado de esclavitud en que se encuentran postrados. Son precisamente esos adictos a las drogas los que proveen al crimen organizado de los millones de dólares para consolidar su imperio, son los que pagan a los sicarios que cortan las cabezas de los mini distribuidores incumplidos, y son esos adictos los que financian los millones de dólares que gasta el crimen organizado para la corrupción de las autoridades.

LA CONCLUSIÓN ES FÁCIL y sencilla: en tanto haya adictos y demanda de drogas habrá oferta de droga; en tanto haya organizaciones que oferten la droga habrá corrupción y en tanto haya corrupción habrá impunidad.

O CAMBIAMOS O CAMBIAMOS.

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