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Sienten a Joan Manuel Serrat

El cantautor español se hizo acompañar de un pianista durante todo el concierto; él cantó y tocó su guitarra. (Fotografía de Érick Sotomayor)

El cantautor español se hizo acompañar de un pianista durante todo el concierto; él cantó y tocó su guitarra. (Fotografía de Érick Sotomayor)

Eunice Martínez Arias

Ante un público totalmente entregado, anoche el artista ofreció su recital en el Teatro Nazas.

La gente sabía que cualquier canción de Serrat escogida al azar era un pedazo vivo de su historia; pequeños y hermosos versos que han quedado inevitablemente unidos al primer beso, a la primera pérdida, a los sueños de juventud o a la primera esperanza...

Y sí, el recital de anoche fue precisamente eso: un clavado al interior de cada una de las personas que se dieron cita en el Nazas, que disfrutaron cada movimiento de Joan Manuel Serrat, pero más que eso, que “vivieron” cada una de sus palabras, de sus notas, de sus historias de vida, de sus divertidos proverbios orientales y de los sonidos del piano y la guitarra que sirvieron de “vehículo” al cantautor catalán para llevar por cada espaio del teatro su poesía hecha música.

Una pequeña mesa con dos copas y una botella de champagne, un banco alto y el micrófono; un músico sentado al piano. Anoche no hubo una gran producción, sólo un juego de luces que hizo de la velada algo más íntimo, tal como lo había prometió el artista.

Tercera llamada. El reloj marcó las 8:46 de la noche y él apareció; tranquilo, de buen humor, vistiendo cómodamente sus jeans y camisa. La ovación fue inmediata por parte de los laguneros, sincera, sentida, así como el perdido grito de “guapo”, de una dama ubicada en las alturas del recinto.

“Todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar”... los gritos fluyeron, se trataba de Cantares, uno de sus más grades éxitos y que ha llegado a convertirse como un estandarte en su larga discografía.

“Muchas gracias, buenas noches, sean todos bienvenidos. Dice un antiguo proverbio oriental, nadie se baña dos veces en el mismo río, ni son las mismas aguas que bajan... ¡Qué gusto de estar aquí, gracias por invitarme a su casa, gracias por todo su afecto”.

De verdad no se equivocó, la admiración y el cariño que le profesó la gente era evidente. Nuevamente estaban con él ahora como parte de su gira Serrat 100 x 100, en la que hizo un breve pero sentido recorrido por algunos de sus temas, como De vez en Cuando la Vida, Algo Personal y Me Gusta Todo de Ti.

“La verdad qué fantástico es ser artista, yo se los recomiendo”, dijo recibiendo las risas de los asistentes, aunque reconoció que hay muchos que se han perdido en sus personajes, como el caso del actor Johnny Weismuller porque el síndrome de Tarzán lo eliminó y lo llevó al manicomio.

“Se paseaba por todos los focos pensando que eran lianas, lo peor no fue que haya perdido su personalidad, sino su final..., se lo comió otro interno que se creía un león”, agregó con un aire de humor negro.

Muchos de sus comentarios iban aderezados con “viejos proverbios orientales”, lo que causó gracia entre el público que además de escuchar en vivos sus más grandes éxitos, pasó un rato agradable con su agradable presencia.

El público, conformado en su mayoría por personas adultas, no quitaban su mirada de ese artista que a pesar de todo el éxito que ha alcanzado no ha perdido su sencillez ni sus ganas por seguir cantando, y hasta bailando, pues se dio tiempo de mostrar sus mejores pasos durante la interpretación de Benito.

Por si su voz no fuera suficiente, el escenario contó con un telón asimétrico de fondo, en el que se proyectaban imágenes que iban de acuerdo con el tema que entonaba, como Esos Locos Bajitos (dedicada a los hijos), en los que bellos rostros de bebés y niños aparecían constantemente dándole un toque todavía más nostálgico.

La Mala Racha, No Hago Otra cosa que Pensar en Ti, Hoy Puede ser un Gran Día, Disculpe el Señor, Mediterráneo y Lucía siguieron en el repertorio.

El tiempo se fue como agua entre las manos, había llegado el turno de Para la Libertad, ya eran las 10:19 de la noche; él se despidió y la gente no dudó en ovacionarlo de pie, “obligándolo” a seguir con el recital.

De todos los rincones surgían gritos de Penélope, pero los hizo sufrir un poco y siguió con Bienaventurados.

“Gracias por tanto cariño, como dice un viejo proverbio chino, si ustedes no estuvieran, qué pintábamos, ustedes pintan este oficio, sean bien hallados, bien amados y bienaventurados también”, mencionó.

Finalmente llegó Penélope con ese estilo, con ese toque logrando erizar la piel de su público. La velada había terminado.

Bajo la lupa

El concierto estuvo plagado de detalles.

-Hora de inicio: 8:46 de la noche.

-Duración: dos horas.

-Asistentes: el recinto estuvo a tres cuartos de su capacidad.

-Lo bueno: la interacción que el intérprete tuvo con la gente, contándoles anécdotas, divertidos y reflexivos proverbios chinos y, por supuesto, muchos de sus éxitos.

-Lo malo: que hizo “sufrir” mucho a la gente, al dejar para el final el tema más pedido: Penélope.

-El detalle: al terminar de entonar Para la Libertad, una mujer ubicada en la primera fila le aventó rosas blancas.

-Para recordar: dentro y fuera del recinto hubo gente de Serrat vendiendo playeras y otros souvenirs de la gira 100 X 100.

-Los asistentes distinguidos: el alcalde José Ángel Pérez, el ex presidente municipal Guillermo Anaya y el maestro Ramón Shade (director de la Camerata de Coahuila), fueron algunos de los asistentes.

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