La película recoge su vida cuatro años después del término de la versión televisiva, que trata de un grupo de amigas descaradamente honestas sobre su deseo de tener sexo como los hombres, así como su gusto por los zapatos.
Convencidas de que entre más grande mejor, las protagonistas de Sex and the City regresan a la urbe que ha enmarcado los amores, los desencuentros, la moda, la solidaridad y las confidencias de sus personajes para promover la película que llega el viernes a las salas de cine mexicanas.
Sarah Jessica Parker, Kim Cattrall, Cynthia Nixon y Kristin Davis dejan a sus personajes en el clóset junto a los modelos de los mejores diseñadores, para hablar del reencuentro, de cómo ha sido su vida tras la serie, de lo que aprendieron y de lo que esperan de esta nueva etapa, en la que, más allá de la fama, la madurez es el común denominador.
Sencilla y retraída, Parker confiesa: “Lo que más me alegró de la película, fue que Carrie no tuviera que enseñar mucho, gracias a Dios. Soy más bien conservadora, poco expresiva y no hablo mucho de sexo. Tuve que acostumbrarme al lenguaje de los guiones, yo no hablo así ni con mis amigas más cercanas ni les comparto mis cosas íntimas. A veces, cuando ya no estábamos en escena, las chicas hablaban de ciertos temas, pero yo sólo escuchaba”, comenta.
Asegura que una de las escenas que más le costó en la serie fue cuando a Carrie, quien en ningún capítulo aparece desnuda, se le escapa un gas tras una noche de pasión.
“Fue vergonzoso, me costó mucho, pero no se trata de hacer cosas fáciles siempre y fue parte del reto, como lo fueron las escenas con alta carga emocional”.
Enfundada en un Versace, Parker se apresura a aclarar que nada de lo que viste es suyo y niega que su personaje haya influido en una generación. “Las mujeres son diferentes de cuando yo crecí. En su momento, la serie reflejó la naturaleza de las chicas de cierta edad, de lo que querían de ellas y de los hombres. Es difícil saber si lo provocamos o si éramos parte del contexto. Si hiciéramos la serie hoy sería totalmente diferente porque este país es muy distinto financiera, política y culturalmente”.
Kim Catrall coincide: “Mucho ha cambiado desde que hicimos la serie. Cuando me ofrecieron el papel de Samantha acababa de cumplir 40, estaba sola y todos creían que a esa edad una mujer estaba en la cima, pero ahora es una cachorrita. Pensé ¿cómo quieren hacer algo sobre este libro que dice que si estás sola estás jodida? ¡Mejor mátenme ahora! Me deprimí, pero el productor me convenció de que hacer una maniática sexual sería bueno para mí”.
Y vaya que lo fue. Se acabó el estrés financiero, se volvió famosa, tiene una carrera y un novio más joven y se percató que su vida sexual era insatisfactoria, por lo que publicó un libro.
“Mi personaje era todo sexo. El reto semanal era hacer un orgasmo y pensaba: ¿cómo puedo hacerlo diferente esta vez? No soy una experta sexual, pero creí que sería interesante escribir cómo algo había cambiado en mi vida y tuve la plataforma para hacerlo”.
Para Cynthia Nixon, Miranda quedó atrás con todo y su cabello rojo. Ahora es rubia, retomó su carrera teatral y aunque se considera una mujer trabajadora como ella, ahora prioriza: no ve televisión, lleva a sus hijos a la escuela y supervisa la remodelación de su cocina.
“Miranda está en el punto de quiebre, con presión por todas partes: es exitosa, tiene una casa, un hijo, un marido no desechable y que es una inversión para toda la vida, una suegra enferma. Es una metáfora de muchas mujeres que pese a ser felices tienen una vida que no ambicionaban del todo y una parte de ellas añora la soltería, el no ser dependientes”, comenta.
Por eso, dice que se desilusiona cuando conoce chicas que creen que tienen que comprar la mejor bolsa o los zapatos más caros aunque no puedan caminar con ellos. “¿Cómo puede ser que esto haya sido lo que tomaron de la serie, si hablábamos de otra cosa? ¡La moda era sólo parte del escenario!”.
Sin embargo, a Kristin Davis no le incomoda presumir su atuendo Prada. “Por el contrato en la serie pude quedarme con parte del vestuario. Mi familia no es adinerada y siempre pensé que la moda era para otras. Ahora tengo presupuesto, pero no para vestirme siempre así. Antes de la serie sólo tenía unos zapatos Manolo que guardaba como un tesoro ¡ahora no sé cuántos tengo!”
Y agrega: “La serie me dio un gusto caro, es difícil volver atrás. Fue como un sueño. Trabajamos como locas, no asimilamos el éxito mientras dormíamos, pero cuando despertamos y retomamos la vida dimensionamos lo que había pasado. Ahora confiamos en que la película será un éxito”.
Las chicas se volvieron a reunir. Sex and the City, la película sólo fue el pretexto para que Carrie, Samantha, Miranda y Charlotte volvieran, para beneplácito de decenas de fanáticas de todo el mundo.