Rusia, de principios de siglo XX, enfrentó una verdadera revolución; además de la militar, cambios radicales del sistema político, pasando de Zarista a Socialista. El 30 de diciembre de 1922, nace la URSS. Crear “al hombre nuevo” fue el propósito de aquellos soviéticos, que durante años vivieron el terror de purgas y muertes.
Cien años antes, –24 de agosto de 1821– en México, el Virrey O’Donojú firma el Tratado de Córdoba y España nos reconoce como país independiente, luego de años de guerra, muertes y ajusticiamientos. Agustín de Iturbide renuncia a continuar sirviendo a España y los españoles residentes, el clero, criollos y mestizos insurgentes lo toman como líder incitándolo a denominarse “Alteza Serenísima”.
En México, el culto al individualismo inicia con Iturbide, sigue Vicente Guerrero, luego Santa Anna, que deja el puesto a Gómez Farías; México sufre de luchas internas, hambre y abusos que no se detienen, hasta perder buena parte de nuestro territorio nacional.
El culto al individualismo y veneración al líder ruso fue iniciado con Lenin, que no dudó en imponerse por la fuerza; muere en 1924 y el Presidente de la II Internacional, Gregory Zinoviev, anuncia que las diferencias ideológicas estaban “casi resueltas”, iniciándose un período de aparente desarrollo nacional, soportado con la industria bélica, a costa del proletariado que padecía pobreza, hambruna y enfermedad, siempre alimentados con la esperanza de “cosechar sus sacrificios”.
La segunda mitad del siglo XIX representa para México un constante cambio de presidentes, generalmente con luchas intestinas que generan pobreza extrema y llegan a provocar conflictos bélicos, culminando con la llegada al poder del dictador Porfirio Díaz, que se eterniza en el puesto. Luego, la Revolución Mexicana, deja paso a nuevos caudillos: Emiliano Zapata, Francisco Villa, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, etc., terminando con la llegada de Álvaro Obregón, que eliminó obstáculos y personas que se le opusieron, hasta dejar sentadas las bases de un sistema político considerado “la dictadura perfecta” que simuló una vida democrática inexistente; fue asesinado en 1928, cuando intentaba reelegirse.
A Stalin —1927-53— le sigue Kruschev, –1956– heredero de la “Guerra Fría” con occidente, la carrera armamentista y la conquista del espacio; continúa la política de represión, eliminando toda oposición, con hermetismo al exterior buscando esconder la realidad de la URSS, cuya población padece pobreza y hambre.
En Rusia, sigue el turno de Leónidas Breznev, —1964— que se atreve a declarar: “la URSS ha resuelto plenamente la cuestión nacional”, a pesar de iniciar un proceso de desmembramiento de la unión con la crisis en Checoslovaquia, finalmente sometida en 1968.
Buena parte del siglo XX es vivido por un México unipartidista, con una aparente democracia que permite “carros completos”, intentos fallidos de despegue industrial, creación de grupos de poder y crecimiento de la corrupción. “Aprenderemos a administrar la abundancia”, nos dijeron; luego prometieron “defender el peso como un perro”. ¿Ya ve similitudes?
En 1982 muere Breznev, y le sucede Andropov, quien empieza a informar sobre la realidad política y económica. Al ser nombrado Secretario General, acepta que las diferencias nacionales durarían más que las de clase. Era obvio el descontento en el partido y las repúblicas, apareciendo grupos minoritarios promotores de intereses particulares, base de corrupción.
En 1994 llega al poder Ernesto Zedillo, dando oportunidad a que la oposición trabaje y gane las elecciones seis años después. Inicia una verdadera reforma electoral pretendiendo acabar el hermetismo estatal favoreciendo la transparencia. Se fortalecen los grupos minoritarios.
En 1985 llega al poder Mijaíl Gorbachov, inicia la Perestroika, encontrándose con Ronald Reagan en Ginebra —1985– logrando apoyos y renegociando la carrera armamentista. Para entonces era evidente el deterioro de la instalación industrial por deficiente mantenimiento, produciéndose la tragedia de Chernóbil en 1986, y reduciéndose la oportunidad de reformas al chocar con el clientismo e intereses grupales. Continuó la pérdida del control de los estados satélites, iniciándose la separación de ellos; finalmente la caída del muro de Berlín. En el año 2000, Vladimir Putin, sucede a Boris Yeltsin; el “Gran Oso Comunista” era desmantelado, más por desacuerdo político, corrupción y pobre respuesta al reto globalizador, que por falta de visión política.
En México, la lucha por el poder se radicaliza con partidos y grupos políticos que generan parálisis impidiendo tomar decisiones, agravándose la corrupción e inseguridad nacional. Pemex, IMSS y CFE muestran grave deterioro en instalaciones, economías y servicios.
Rusia terminó aceptando su desarticulación con remate de cerebros y bienes; México pierde oportunidades de desarrollo por desacuerdos al interior. Los intereses minoritarios impiden la negociación y el bien común.
Los rusos se boicotearon dando paso a la corrupción y fortalecimiento del poder de la mafia; igual nosotros.
Aún es tiempo de combatir “ismos”, siempre y cuando quienes ostentan el poder comprendan que, de no acordar, poco nada quedará para distribuir. ¿Usted qué opina?
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