Quizá podamos entender en parte el porqué de esta simulación si tomamos en cuenta el siguiente dato: según información del propio Ayuntamiento de Torreón, la Dirección de Inspección y Verificación cuenta con sólo 80 inspectores, de los cuales 20 están impedidos para levantar actas, ya que no están en la nómina municipal. Es decir, para vigilar en una ciudad de 600 mil habitantes el cumplimiento de normas mercantiles, ecológicas, sanitarias, de limpieza, protección civil, alcoholes, entre otras, la Presidencia Municipal cuenta con apenas 60 agentes.
De nada sirve crear y modificar reglamentos si éstos son ignorados por los ciudadanos y si las autoridades encargadas de vigilar que se cumplan, no tienen recursos para hacerlo.
En los últimos meses ha quedado en evidencia la falta de capacidad de la Administración municipal de José Ángel Pérez y la escasa o nula participación de los pobladores para establecer un marco de respeto a la legalidad que contribuya a hacer de Torreón una ciudad más habitable para todos.
El año pasado se aprobó el nuevo Reglamento de Vialidad, con el cual el Ayuntamiento contemplaba acabar con el caos que impera en las calles del área urbana del municipio. Luego de prórrogas en la aplicación de la normativa y campañas de información entre la ciudadanía, se anunció que iniciarían las sanciones.
A más de cinco meses de que entró en vigor el reglamento, la situación de desorden vial ha cambiado poco. Basta con recorrer la ciudad a pie, en carro, en moto o en bici, para percatarse a diario que son muy pocos los que acatan las nuevas disposiciones.
La mayoría de los conductores habla por celular mientras maneja, los ciclistas circulan en sentido contrario, los peatones se cruzan a media cuadra y los motociclistas transitan sin casco. Lo más grave es que hasta los policías y agentes de Vialidad incurren en las faltas. En este tema, todo parece seguir como antes. También en 2007 se autorizó un nuevo Reglamento de Anuncios.
Antes de que éste se creara, autoridades locales reconocieron que en Torreón había una total ‘anarquía’ en la instalación de espectaculares, pero aseguraron que con la nueva disposición eso iba a terminar. No obstante, al igual que con el asunto de la vialidad, esto no ha sido así. La tormenta del pasado 27 de abril dejó al descubierto las deficiencias que presentan las estructuras publicitarias, anomalías que ponen en riesgo la integridad física de las personas que transitan o habitan cerca de los enormes anuncios que proliferan por las principales rúas. Luego de la caída de una docena de espectaculares, la postura del Ayuntamiento fue la de solicitar a los concesionarios a que acudieran a las oficinas de Desarrollo Urbano para que presentaran toda su documentación.
El Municipio reconoció que no contaba con el personal suficiente para hacer por su propia cuenta la revisión de la situación física y administrativa de cada una de las estructuras, por lo que la regulación queda al criterio de los concesionarios. Otro de los reglamentos que pocos o nadie respetan es el de mascotas. Las personas que poseen perros o gatos suelen incurrir en las mismas faltas, por ejemplo, sacan a pasear a sus animales sin sujetador y no recogen las heces. Y aunque la norma contempla sanciones para quienes comenten este tipo de infracciones, simplemente no se aplican y luego por eso nos enteramos de casos de niños mordidos por perros o vemos en cualquier calle excretas de animales.
Pero hay otros reglamentos que tampoco se cumplen. Varias disposiciones del Bando de Policía y Gobierno y de las normas de Limpieza y Ecología son violadas diariamente por los ciudadanos, quienes no reparan en que muchos de sus hábitos implican infracciones a las leyes locales.
Así es como vemos en muchas colonias material de construcción afuera de casas invadiendo banqueta y vialidades; escombro y basura en cualquier lote baldío o finca abandonada; gente que ‘barre’ su acera con agua potable; tripulantes de carros y autobuses que lanzan cualquier cantidad de objetos a la calle; personas que arrancan o podan indebidamente árboles en la vía pública; automovilistas que apartan sus estacionamientos ‘exclusivos’ con todo tipo de utensilios; propaganda o publicidad colocada en lugares indebidos; cantinas y expendios que no respetan el horario de venta de alcoholes; vehículos que circulan sin placas, en fin, una serie de situaciones que, pese a estar prohibidas, la ciudadanía, motivada por la indiferencia de las autoridades, asume ya como parte de la cotidianidad, sin darse cuenta del daño que se hace al entorno.
Quizá podamos entender en parte el porqué de esta simulación si tomamos en cuenta el siguiente dato: según información del propio Ayuntamiento de Torreón, la Dirección de Inspección y Verificación cuenta con sólo 80 inspectores, de los cuales 20 están impedidos para levantar actas, ya que no están en la nómina municipal. Es decir, para vigilar en una ciudad de 600 mil habitantes el cumplimiento de normas mercantiles, ecológicas, sanitarias, de limpieza, protección civil, alcoholes, entre otras, la Presidencia Municipal cuenta con apenas 60 agentes.
Después de este repertorio de irregularidades citadinas hay que recordar que el orden y el respeto a la legalidad en un municipio son vitales para el buen desarrollo del mismo y de todos sus habitantes. Sin ellos -lo estamos viendo- sólo puede haber espacio para el caos y la sinrazón.
Un primer paso es la creación de reglamentos, pero si esta acción no va acompañada de medidas que garanticen el cumplimiento de los mismos, resulta insuficiente y a la larga esas leyes terminarán convertidas en letra muerta, como muchas de las que existen hoy en Torreón.
argonzalez@elsiglodetorreon. com.mx