Hay algo que no se le puede negar a Humberto Moreira, y eso es su olfato político. Digo, su formación ha sido dentro del PRI cavernario y entre los maestros del SNTE, así que ha sabido hacerse de muchas mañas con qué rellenar sus alforjas. Y ello lo demostró la semana pasada, cuando él solito se puso en el centro de la discusión nacional.
Justo cuando una encuesta (evidentemente no muy confiable) le daba a Enrique Peña Nieto la Presidencia para dentro de cuatro años (cuando quizá no exista ni el país), Moreira se destapó con una serie de exabruptos, meticulosamente calculados… no sobre si en Coahuila habría pena de muerte para los secuestradores y otros malandros. Sino si la ejecución sería mediante escuadrón de fusilamiento, cuchillo cebollero (habló de “degollar”), toques eléctricos o algo más light (de hecho así lo dijo, como si ejecutar seres humanos fuera cuestión de calorías), como la inyección letal.
La retahíla fue captada por la prensa nacional y difundida urbi et orbi. De repente, la supuesta Presidencia del copetón Peña se esfumó de las noticias, y éstas se llenaron de necios discutiendo si se podía, si no se podía, si la gente quería… y claro, citando continuamente al iniciador del merequetengue: el gobernador de Coahuila.
Para seguirle dando vuelo a la hilacha, el muy independiente Poder Legislativo de Coahuila hizo el papelón de obedecer ciegamente a su patrón, enviando a los zánganos de San Lázaro una petición para que revisen los artículos constitucionales que prohíben explícitamente la pena capital. Más específicamente, que haya una enmienda en la Carta Magna para que cada entidad pueda escoger si contempla la pena de muerte, y en qué casos… como ocurre en los Estados Unidos, en donde unos estados la aplican y otros no.
Por supuesto, la petición de enmienda tiene tantos visos de prosperar como un servidor de volverse bailarín del Bolshoi. Pero sirvió para echarle gasolina al fuego mediático, y que muchos mexicanos se enteraran de quién es el Gobernador de Coahuila… el cual además está dispuesto a representar al 80% de la población que vería con agrado darle chicharrón a los peores delincuentes.
Así pues, el Profe salió ganando toneladas de exposición mediática a nivel nacional… y gratis. Lo dicho: eso es tener olfato.
Pero hay algo más: la discusión, si se da, podría derivar en algo realmente útil: qué podemos hacer con nuestro castrado federalismo, que existe en papel y no en la práctica… como lo demuestra la poca capacidad de elección que tienen las entidades… que de libres y soberanas no tienen nada.