Los médicos reciben especial entrenamiento para buscar enfermedades basados en signos -lo que ven- y síntomas -lo que les dicen-; es una metodología clara para llegar a conocer las posibles causas, atacarlas, prevenirlas o mejor aún, evitarlas a través de la educación de los pacientes y las sociedades.
Poco aplicamos el método en otros quehaceres de la vida, tal vez por no contar con el entrenamiento para ello y sería bueno hacerlo.
Muchos de nosotros nos molestamos con el fracaso del equipo representativo del futbol soccer nacional, otros se enojaron de verdad y algunos más vivieron un fuerte sentimiento de pérdida, porque para ellos ya tiene poco sentido seguir los acontecimientos de la Olimpiada de China.
Los futbolistas mexicanos perdieron con equipos que consideramos de menor calidad, hecho refutable con los resultados: lo cierto es que dos de ellos sí asistirán a los citados juegos deportivos por méritos propios y el equipo representativo de nuestro país no, así de simple.
Las justificaciones y explicaciones a destiempo se dieron de inmediato: el entrenador evadió responsabilidades y en contrario pidió paciencia, argumentando que se trata de un proceso de “maduración” y “experiencia” para los propios jugadores, tal como son las horas de vuelo de un piloto aviador; lo que no dijo es que los victimarios también estaban en el mismo proceso de preparación y que los aspirantes a aviadores no aprenden estrellando aviones.
Los directivos callaron y decidieron despedir al entrenador, sin asumir la responsabilidad que les confiere la autoridad y el conocimiento del proceso. Ahora buscan “cómo revivir al muerto” sin reconocer síntomas y signos.
También los comunicadores de información deportiva hicieron “mutis” descargando la responsabilidad en jugadores y directivos. Ellos ya olvidaron que adularon hasta el fastidio al entrenador y su selección, practicando un pseudoperiodismo de obediencia, superficial y a destiempo.
Si usted encuentra a alguien que se responsabilice, comuníquelo por favor.
Repasé nuestra historia reciente para confirmar que somos excelentes para dar excusas y malos para ofrecer resultados.
México, enfrentó la apertura de mercados y no pudo aprovecharse de la oportunidad; la justificación apareció de inmediato: “nuestra industria no estaba preparada para enfrentar el reto”; “nuestros medios de transporte no eran adecuados” y como ésos, muchos otros “sesudos” análisis ayudaron a justificar el fracaso. Luego llegó la globalización y tampoco estuvimos preparados: “la competencia es desleal”; “las diferencias de costos de producción, transporte y pagos de servicios es enorme”, tomando a China como ejemplo: pretextos.
El “entrenamiento” nos viene de siempre; los españoles conquistaron América porque los indígenas no estaban preparados para repelerlos y, en contrario, esperaban la llegada de su dios –además de la ayudada recibida por otros pobladores del valle que deseaban liberarse del yugo-; perdimos la mitad de nuestro territorio porque los Yanquis “abusaron de nuestra debilidad”, dejando de lado la realidad: fuimos derrotados por desunidos y no sumarnos al bien nacional; vivimos épocas de dictadura sometidos “por la fuerza”, sin recordar que nosotros mismos los buscábamos para que retomaran el poder –recuerde a Santa Ana o a Porfirio-; tuvimos un partido político que “nos impidió” vivir la verdadera democracia, luego de tal afirmación callamos que fuimos indiferentes y no supimos acudir a las urnas o luchar contra un sistema que favorecía la permanencia en el poder de los mismos, luego de sus hijos y hasta los nietos.
El presente lo vivimos igual, con la variante de las minorías imponiéndose a las mayorías y, de paso, entorpeciendo la reacción nacional haciéndonos incompetentes internacionalmente. En ese tenor, ¿por qué extrañarnos de repetir las mismas conductas sociales, ahora en futbol? Piense en Pemex o CFE.
Sin duda, los resultados mejorarán cuando los dueños dejen de atender sus intereses particulares –menores- y a través de la superación de la “selección nacional” –dos mentiras, porque no es real selección y tampoco nacional- logren alcanzar mejores mercados internacionales.
¿Por qué, nosotros, no conseguimos fácilmente partidos en Europa y a otros hasta les ruegan y pagan bien? Si los directivos hicieran correctamente su trabajo y cumplieran con su responsabilidad de asesorar mejor a los dueños, tal vez éstos tomarían mejores decisiones, incluyéndose en las bolsas grandes de dinero; si el entrenador cumpliera con su labor, sin atender las conveniencias de tal o cual grupo de poder, obtendría mejores resultados; por último, cuando los jugadores dimensionen sus verdaderas capacidades, sin complejos, muchos más estarán en el futbol europeo cobrando mejor -para los dueños de sus cartas y ellos mismos- y ganando para la autoestima, consecuentemente realizándose como seres humanos.
¿Cuándo mejoraremos como mexicanos?: al momento en que aceptemos el reto de atender nuestras debilidades y rechazar justificaciones, porque bien dice el principio de la administración: el que no da resultados, da explicaciones. En futbol, política, economía o educación: busquemos las causas, no los efectos.
ydarwich@ual.mx