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Solas. Las mujeres quedan al frente de sus hogares

Trabajan para sacar adelante a su familia, mientras sus esposos buscan el sueño americano

LUCHAN. Las amas de casa emprenden negocios de costura y venta de productos alimenticios.

LUCHAN. Las amas de casa emprenden negocios de costura y venta de productos alimenticios.

Areli Salazar - La i Laguna

Algunas de las mujeres del ejido El Ba­rreal de Guadalu­pe, en Mata­mo­ros, han buscado la forma de percibir ingresos para sustentar a sus familias, ya que sus esposos cruzaron la frontera para trabajar en los Es­tados Uni­dos y ahora ellas están al frente de sus hogares.

Mantienen a sus hijos

“Antes este ejido era muy próspero, había trabajo en el campo, se sembraba tomate, chile, algodón y varias hortalizas más, pero el agua se fue acabando, la huerta en la que casi todos los habitantes traba­jába­mos despidió a los peo­­nes, ya que el dueño murió y su familia se fue de aquí, eso causó que buscáramos cómo pro­gre­sar, pero nosotros somos gente de escasos recursos, no tenemos maquinaria para levantar esas cosechas, por eso las tierras se secaron y las autoridades mandaron pocos recursos para man­tenerlas. Algunos las vendieron, o­tros, como yo, decidimos ir en busca del sueño americano”, dijo Leo­bar­do Martínez, migrante.

La fortaleza

La mayoría de los hombres del ejido han emigrado hacia el país ve­cino, sus esposas e hijos se quedaron a la espera de poder progresar, dijo Adela Martínez. “Los días pasaron y yo no sabía cómo estaba mi ma­rido, si había cruzado o lo había detenido la ‘mi­gra’, sólo podía ver a mis hijos y a mi, solos, anhelando una esperanza que tal vez no se haría realidad. Así fue como comencé a coser ropa para mis vecinas, porque yo te­nía una máquina, les hacía vestidos y uniformes de la escuela para tener dinero, comprar el mandado y hacer el pago del agua y de la luz”.

Se unieron

Varias mujeres del ejido que estaban en la misma situación se identificaron con Guada­lupe Rivas, esposa del migrante. Todas decidieron buscar apoyo para aprender a coser. Guadalupe se comprometió a enseñar a sus vecinas para que elaboraran fundas para las sillas de los comedores y poste­ri­or­men­te confeccionaran uni­formes de escuelas. El Insti­tuto de la Mujer dotó con máqui­nas y tela a las señoras para que emprendieran su negocio. “La situación de las mujeres del Barreal es complicada porque ellas aprenden a sacar a delante a su familia, por eso nosotros las apoyamos con ayuda psicológica y material, la labor es acercar a las mujeres a realizar actividades para que se distraigan y sean más independientes”, dijo la directora del DIF, Graciela de Onofre.

Tierras secas

“Las autoridades municipales no mandan tantos apoyos al lado sur y este es uno de los motivos por el cual el ejido se ve seco, no hay cosechas, sólo polvo”, dijo Alicia Puen­tes, habitante. “Los apoyos se brindan a todos los ejidos pero el en El Barreal hay pocas personas que aún son dueñas de sus tierras y otros ya no las siembran”, dijo el titular de la Cen­tral Campesina de Ma­­ta­mo­ros. Algunos migrantes regresaron al ejido, hubo quien se quedó en la Unión Americana para buscar suerte y llevarse a su familia.

El valor

Las amas de casa tienen planeado iniciar con la confección de uniformes deportivos de varias escuelas del municipio de Matamoros para tener su propia empresa.

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