Ademá de lucir su dominio vocal, Ely presumió su bella figura. (Fotografía de Érick Sotomayor)
- Sola, con su guitarra y voz, Ely Guerra conmovió a las 700 personas que asistieron a su concierto “acústico” en el Teatro Isauro Martínez dentro del Festival Rockoahuila 2008.
Intensa, pasional, la Guerra no necesitó una banda de músicos que la acompañaran para despertar emociones en un público ecléctico, donde lo mismo había jóvenes de 20 años que hombres y mujeres de cuarenta, todos con un objetivo en común: escuchar música de calidad.
Como en la sala de una casa, Ely tomó su guitarra, en ocasiones la acústica, en otras la eléctrica, para cantar canciones que llegan al alma, donde el tema del amor es la contante.
Así, una a una, lentamente como una relación de amor, Ely fue entonando Te Amo I love You, Por qué Tendría, Yo No.
Por casi dos horas Ely repasó los temas más importantes de su discografía, su personalidad sexy provocó que desde el primer momento que pisó el escenario varias personas lanzaran piropos al aire. Sencilla y coqueta, pero sobre todo pasional, la Guerra vive para su música de ahí que se entregue en cada canción y no le importe mostrar sus piernas porque como ella dijo: “un concierto acústico es como tocar en la sala de tu casa”.
En esta intimidad Ely abrió su corazón, contó historias de viejos amores y cantó canciones que fueron de alguna manera la música de fondo de esas relaciones. En un ambiente relajado, Ely recordó cuando por primera vez buceó, a insistencia de su entonces novio Tito, guitarrista de Molotov. Está historia sirvió de preludio para cantar Mi Playa, ante un público respetuoso que cantaba a baja voz para no romper el ambiente creado por la artista.
Después recordó como Gilberto Cerezo, el vocalista de Kinky, se acercó a ella en una glamorosa fiesta de premios MTV para preguntarle su edad, después de este primer contacto una nueva historia de amor y una canción: Para Ti.
Ely no tiene miedo de expresar sus sentimientos, así en ocasiones se da el lujo de “gritar” sus canciones, pero siempre manteniendo una perfecta entonación.
Uno de los momentos climáticos de la noche fue cuando dejó las guitarras a un lado y cantó a capela Júrame, tema de María Grever. Ahí la Guerra caminó lentamente por el escenario, acercándose a sus fans, pero sobre todo demostrando su gran calidad vocal.
Con un teatro lleno a su máxima capacidad, Ely logró con su sencillez conquistar a las 700 personas que no dejaban de gritarle y pedirle más y más canciones. Así llegaron Más Bonita, Peligro y Tengo Frío. También recordó cuando se fue a la Isla de Holbox, ahí se aisló del mundo para escribir las canciones de su álbum Sweet & Sour, Hot y Spicy.
Así llegó el momento de cantar Ojos Claros, donde en una versión con tintes de blues puso a cantar a todo el teatro el coro de dicho tema, rompiendo entonces con el ambiente de intimidad para dar paso a una vena más rockera.
Ely Guerra es la muestra de cómo el rock de calidad no forzosamente debe ser ruidoso y peleado con la melodía. Todas las canciones de Ely muestran un enorme respeto por la música, y es que la autora de Silencio es una artista en constante evolución.
El espíritu de los Tigres del Norte se hizo presente con la Tumba Falsa, donde Ely dio rienda suelta a su coquetería y humor. El final se acercaba lentamente, aunque sus seguidores nunca dejaron de pedirle más canciones. Las peticiones iban y venían, y la Guerra trató de complacer a todos. Pasional como es, se entregó sin reservas a los laguneros.
Antes de despedirse nuevamente cantó a capela, ahora un tema inédito y lanzó una advertencia: no le gustan los encores, así que los laguneros habían de resignarse de que a pesar de los aplausos, una vez terminado el concierto no regresaría al escenario.
Nuevamente tomó su guitarra y comenzó a tocar los acordes de uno de los temas más pedidos de la noche: Quiéreme Mucho.
Al final una ovación de pie, de un público que en todo momento reconoció la calidad de una artista alejada de las modas comerciales, preocupada por evolucionar y componer música de calidad.
Por dos horas Ely Guerra llenó el escenario del Teatro Isauro Martínez de belleza, sensualidad y pasión, pero sobre todo lo llenó de arte, por que eso es la Guerra: una verdadera artista.
Toda una mujer
Momentos antes de subir al escenario, Ely Guerra abrió la puerta de su camerino para ofrecer una improvisada rueda de prensa que rápidamente se convirtió en una charla entre amigos.
Confesó que su música es un reflejo muy emocional, un reflejo sincero que lleva a pocos destinos, pero muy claves.
Ajena a las modas comerciales, confesó que a ella no le importa si la programan en la radio o no, su propuesta va más allá.
“Mi proyecto no está en la radio, no lo ves a la vuelta de la esquina. Mi proyecto es para el curioso, para el que le gusta indagar; no sé si soy intensa o romántica, pero finalmente algo he de tener que engancho con algunos”, dijo.
Por eso la música de Ely es atemporal, de ahí que uno de los temas favoritos de sus seguidores sea Ángel de Amor, canción de su primer disco.
Ely cambia constantemente de imagen, ahora que recientemente debutó como actriz en la película La Pantera Negra, luce más femenina.
La Guerra disfruta de la soledad, le gusta cocinar pero sobre todo componer canciones. De ahí que ya esté trabajando en su próximo disco, donde experimentará con armonías compuestas por artistas como Bumbury, Gustavo Cerati, Meme (de Café Tacvba), entre otros.
Hace un año terminó su relación con el vocalista de Kinky, a sus 35 años aún no ha buscado el camino de los hijos.
“Quiero realizarme en mi música, realizarme en mis proyectos, es también jodido porque uno tiene el reloj biológico. Pero mis mejores momentos los paso sola”.