Activistas defensores del Tíbet se manifestaron ayer contra las políticas llevadas a cabo por el Gobierno chino en el Tíbet junto a la puerta de Brandemburgo en el Centro de Berlín (Alemania). La iniciativa por el Tíbet-Alemania convocó a una vigilia solemne con el lema “Alto al terror chino en el Tíbet”. (EFE)
Acusan a partidarios del Dalai Lama de buscar la división de China.
El presidente chino Hu Jintao dijo ayer que los sucesos del Tíbet son puramente un asunto interno que amenaza directamente la soberanía de China.
Los comentarios de Hu durante la visita del primer ministro australiano Kevin Rudd, son los primeros en público sobre las protestas antigubernamentales ocurridas el mes pasado en la capital tibetana de Lhasa.
“Nuestro conflicto con la banda del Dalai (Lama) no es un problema étnico, ni un problema religioso, ni un problema de los derechos humanos”, dijo Hu según la agencia noticiosa oficial Xinhua, en referencia a los partidarios del exiliado líder tibetano, a quien Beijing culpa de fomentar los desórdenes.
“Es un problema ya sea para salvaguardar la unificación nacional o dividir a la patria”, dijo Hu a Rudd durante un foro económico regional organizado en la provincia meridional china de Hainan.
Como ex secretario regional del Partido Comunista tibetano, Hu recurrió a la mano dura para reprimir los desórdenes ocurridos en esa región en 1989 y desde que ocupó la Presidencia en 2003 ha incrementado los controles chinos en la zona.
Bajo Hu, el Partido Comunista aumentó sus controles en el budismo tibetano y abrió la región a los desplazamientos y la inmigración de otras partes de China.
En un discurso pronunciado anteriormente en el Foro para Asia de Boao, Hu insistió que China cree en el “desarrollo pacífico” y en la no-intromisión en los asuntos internos de otros países.
“China no interfiere en los asuntos internos de otros países, ni intenta imponer su propia voluntad a otros. China está decidida a lograr una solución pacífica de las disputas internacionales”, agregó.
Hu habló al día siguiente de que China incrementara sus ataques a sus detractores en el extranjero, criticando especialmente una resolución del Congreso estadounidense sobre el Tíbet por considerarla una “cruda interferencia” y tildar de organización terrorista a un grupo de exiliados tibetanos.
Las acusaciones siguieron a masivas manifestaciones de activistas protibetanos y otros grupos en torno al paso de la antorcha olímpica por San Francisco, Londres y París. Esas protestas crearon resentimiento tanto en el Gobierno de Beijing como en muchos ciudadanos chinos.
Buscan destrabar relación Taiwán-China
El vicepresidente electo de Taiwán, Vincent Siew, se reunió ayer con el presidente chino, Hu Jintao, en el contacto político de más alto nivel entre ambas partes en casi 60 años.
Separados desde la guerra civil de 1949, China y Taiwán no han tenido prácticamente contacto directo entre sus gobiernos. China afirma que Taiwán forma parte de su territorio y amenaza invadir la isla si sus autoridades insisten en formalizar la independencia de facto.
Sin embargo, Hu y Siew sostuvieron el sábado una discreta pero histórica reunión al margen de una conferencia económica en la ciudad turística de Boao en el Sur de China.
El encuentro podría marcar un hito en las relaciones que han sido particularmente accidentadas en los últimos ocho años bajo el presidente taiwanés Chen Shui-Bian que favorece la independencia de la isla. En cambio, el Partido Nacionalista de Siew se pronuncia por una eventual unificación con China, aunque el presidente electo Ma Ying-Jeou no ha dado prioridad al tema.
La reunión -centrada en cuestiones económicas- duró sólo 20 minutos y fue mayormente simbólica, pero los símbolos son extremadamente importantes en la cultura china y pueden ser señales clave acerca del rumbo de sus relaciones.
La visita tiene especial significación porque Beijing pasó los últimos ocho años desdeñando invitaciones parecidas del actual presidente taiwanés, Chen Shui-bian, quien dejará el cargo el mes próximo.