El baterista de Abba, Ola Brunkert, falleció el pasado domingo. (AP)
Con una muerte más parecida a la de una estrella de rock que a la de un artista que solía tocar en un trío de jazz, Ola Brunkert vivió sus últimos días en medio de una profunda depresión y abandono.
Brunkert murió solo y alcoholizado. La casa del músico estaba en un completo estado de abandono, tal como lo pudo constatar la policía luego de las investigaciones realizadas sobre el hecho.
El baterista se hizo una herida accidental en el cuello, cuando chocó con una vidriera de su casa, que le ocasionó una profunda hemorragia. La habitación donde estaba se llenó de sangre y aunque se tapó el cuello con un trapo, la herida era muy profunda. Sólo consiguió llegar al jardín, donde se desplomó y falleció.
Ola se mudó a Mallorca hace diez años junto con su esposa Inger; la muerte de ella le causó una severa depresión y desde entonces el músico comenzó un viaje a la deriva que encontró su final el domingo pasado. Sin amigos ni familiares en su lugar de residencia, Brunkert parecía carecer de ganas de vivir. Puso en venta su casa de la calle Garballo, en la Colonia de Sant Pere, del municipio de Artá.
Así como su deterioro personal era evidente, su casa también estaba en completo abandono. El único lugar del inmueble que continuó cuidando fue el espacio donde guardaba discos de vinilo. Algunos señalan que quizás era el único recuerdo feliz que tenía de la vida que se había roto hace tiempo.