Se acabaron los consentidos
En el beisbol, no así en el futbol, se acabaron los jugadores “consentidos”, aquellos que llegaban a los campos de entrenamiento el día que les pegaba la gana y hacían lo que ellos querían.
Todo eso ya terminó en el Rey de los Deportes. Los llamados “caballos” o “estrellas” de tal o cual equipo ahora se sujetan a los programas de preparación elaborados por gente especializada, previos al inicio de un campeonato oficial. Desde luego que las sanciones las aplican los responsables de los equipos, con el respaldo total de los directivos, como medida de disciplina.
Lo anterior lo comentamos por lo ocurrido, antes del inicio de la Temporada 2008, tanto en el equipo campeón de la Liga Mexicana, Sultanes del Monterrey, como en casa de Vaqueros Laguna.
En el club regiomontano, un día antes de iniciar la campaña veraniega, una de sus máximas figuras en el roster, como lo es el ex ligamayorista Benjamín Gil, dispuesto ya a enfundarse en el uniforme de los Sultanes, recibió la nada agradable noticia de que tendría que trasladarse a la ciudad de Chihuahua, a donde iba al equipo Dorados en calidad de préstamo.
El pelotero con todo profesionalismo empacó sus ropas, tomó el primer avión que salió a la norteña ciudad, y el miércoles pasado, en el juego inaugural contra Vaqueros Laguna, ya se encontraba en ese estadio enfundado en la franela de la novena que dirige Francisco “Paquín” Estrada.
El propio jugador sabe que el hecho de no haber reportado a tiempo en los entrenamientos y no haber trabajado al mismo ritmo de sus compañeros, molestó al propietario del equipo regiomontano José Maiz García, realizando ese movimiento, aun cuando Benjamín Gil es uno de los mejores toleteros de la escuadra de la Sultana del Norte.
Con esto, los directivos de Sultanes están dejando en claro que los peloteros “consentidos” no tienen cabida en dicha organización. Porque si tanto costo tuvo la conquista del campeonato en el 2007, no es posible que por uno o dos elementos se relaje la disciplina. Lo mismo le ocurrió a Juan Carlos García, símbolo (100) del equipo Vaqueros Laguna en el 2007, cuando Torreón festejó su primer Centenario como ciudad, cuya actitud en nada le agradó al presidente de la organización naranja, Carlos Gómez del Campo, quien le puso un ultimátum, ¡o juega con Vaqueros, o no juega con ningún otro club!
Es cierto, Juan Carlos llegó el año pasado al cuadro lagunero como una de las mejores contrataciones, pero desafortunadamente quedó debiendo tanto a la afición comarcana como a la directiva que tanto confió en su trayectoria.
Sin embargo de nada sirvió esa mala temporada, porque se siguió creyendo de los “consentidos” y reportó tarde al campo de entrenamiento y por consecuencia no está en forma para ser tomado en cuenta por el alto mando naranja en el line-up inicial y por lógica permanece en la banca. Ojalá y este tipo de medidas también sean tomadas en cuenta en el futbol, el cual se encuentra lleno de “estrellitas”.