Artesanos del norte de Italia trabajarán durante tres días para tejer un adorno de palma de más de tres metros de altura que será regalado al Papa Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro el Domingo de Ramos.
Junto con los dos artesanos que tejen la enorme palma otros expertos en plantas de las localidades de Sanremo y Bordighera ultiman los detalles de más de 300 'parmureli', adornos tejidos en palmas de un metro de largo, que serán distribuidos en El Vaticano.
Federico Crespi, responsable de prensa de la iniciativa, recordó que la donación de las palmas corre a cargo de esas poblaciones italianas en honor al capitán Bresca, un veneciano que en 1586 evitó la muerte de cientos de fieles en San Pedro.
Esto durante la elevación del obelisco central de la plaza, para lo cual empleados del Estado Pontificio habían colocado pesadas cuerdas en una peligrosa maniobra mientras los testigos de la riesgosa operación debían permanecer sin pronunciar palabra.
La tradición cuenta que con el grito 'óaiga ae corde!' (agua a las cuerdas) Bresca interrumpió el silencio obligado por decreto papal -so pena de decapitación- y permitió a los obreros evitar el recalentamiento de las sogas, con previsibles fatales consecuencias.
Como reconocimiento el entonces obispo de Roma, Sixto V, no sólo no mandó a cortar la cabeza del intrépido capitán sino que lo premió con la posibilidad de que, desde su región natal, fueran traídos al Vaticano las tradicionales palmas del Domingo de Ramos.
Así ocurrirá cuando Benedicto XVI encabece la ceremonia que recuerda el honor que, hace unos dos mil años, los judíos brindaron a Jesús recibiéndolo como rey en Jerusalén, rito con el cual iniciará formalmente la Semana Santa.
