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Temblores y explosiones aumentan en Tamazula

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EL SIGLO DE DURANGO

“Tembló ocho veces y mucho más fuerte que desde sus inicios en febrero”, expresó la maestra Josefina Aispuro, de la Telesecundaria No. 153 de Coluta en Tamazula al reportero de El Siglo de Durango que realizó un recorrido por los poblados que se han visto afectados por los movimientos telúricos.

DESPLIEGUE DE ALAS

El reloj marca las siete, el sol se eleva y despunta el alba. Un motor es encendido y se calienta para ser usado; el asfalto de la pista en el aeropuerto Guadalupe Victoria es iluminado por unas luces azules que sirven de guía para los aviones. En el interior de la avioneta, Cessna 206, el tablero de control tiene agujas que señalan números y que hacen juego con los botones, palancas y manubrios para manejar la nave.

Estos aparatos se imponen a mí con un código que sólo el capitán piloto aviador Érick Borja descifra con facilidad; él recibe la orden de despegar por la A-21 rojo, una pista, y nos demora el aterrizaje de otro avión. Se aceleran los motores y tiembla; el suelo se desprende de las llantas y comenzamos a volar.

En el aire la nave enfila para el noroeste del estado y al cabo de una hora con 15 minutos comenzamos a descender al destino, Tamazula, fijado desde el despegue en una libreta que sostenía un soldado en Durango. La pista del lugar medía 800 metros, aproximadamente, según el piloto Borja y no le representó problema alguno para aterrizar.

A LA ESPERA

En el lugar nos esperan funcionarios del Municipio, mientras que un soldado toma nota de los pasajeros. Con un saludo se presenta el titular de Obras Públicas y el secretario del Ayuntamiento, Adráan Manuel Aispuro y Joel Domínguez, respectivamente; ellos nos conducen, a mí y al fotógrafo, Carmelo Alvarado, al Palacio del Ayuntamiento.

Comienzan a platicar el sentir de la gente con respecto al tema de las detonaciones y temblores que se han registrado desde hace más de un mes. Así comenzó la jornada de investigación que El Siglo de Durango hizo por los temblores registrados en el municipio de Tamazula.

EL TRASLADO Y DETALLES

Mientras comentan la experiencia todavía ajena a ellos y que la gente de Coluta les ha compartido por ser responsables del bienestar del pueblo. Al grupo se une el tesorero municipal, Moisés Félix, y el profesor Cecilio Carreón.

“Ya quieren correr”, dijo Manuel Aispuro, refiriéndose a los habitantes de Coluta y El Platanar, y le siguió Carreño: “Dicen que anoche hubo otro temblor”.

Después de un pequeña merienda nos dirigimos a los pueblos donde se han escuchado y sentido los fenómenos geológicos; partimos a las diez en punto de la mañana y durante dos horas, que fue la duración del traslado, el calor registra un aumento considerable que no se puede pasar por alto. El aire acondicionado de la camioneta no representa problema para el ardor que lo abraza todo en aquella región del estado.

MUY PARTICULAR

El sol comienza a hacer su trabajo y la sed nos asalta; por esto comienza a gestarse en nuestra cabeza la idea de parar. A lo largo del río de Coluta, como los habitantes le llaman, se encuentran, además de parajes, un altar muy significativo para los oriundos del lugar y los restos de lo que fuera la mina de La Bajada. Fuera del altar al Santo Niño de Atocha bebemos líquidos para evitar deshidratarnos.

Moisés Félix, el tesorero, cuenta la historia del altar y detalla que al lugar arriban desde Culiacán personas que vienen por “mandas” que tienen o hacen.

Continuamos el camino y las cabezas de ganado en todos los pueblitos y el paisaje, a pesar del calor, es de mucho agrado. Las personas saludan a todos por igual, incluso a los reporteros desconocidos provenientes de Durango. Da la impresión de que somos conocidos de tiempo atrás.

Se observan vehículos, de doble tracción en su mayoría, de todos colores y marcas. Al transporte público en el lugar se le llama tranvía. Son camiones de carga que en la parte posterior son acondicionados con unos asientos para los pasajeros. El costo de Culiacán a nuestro destino, Coluta, es de 200 pesos.

LOS NUEVOS CABALLOS

Llegando a Coluta comenzamos a tomar la percepción generalizada de los habitantes, y con cierta dificultad, por la forma de hablar que tienen, intenté comprender el sentir generalizado de la población que concuerda con lo ya expresado: angustia.

El semblante de las caras transmite tranquilidad pero las expresiones están llenas de preocupación, incertidumbre y no logran escapar a pensamientos apocalípticos que les llegan como las epifanías a los santos.

“Queremos que ya lleguen los especialistas, no sabemos qué es lo que pasa y pues eso nos pone nerviosos”, expresó con cierta ansiedad en su voz un vecino del poblado.

Otro más, Apolinar Gámiz, se acerca con el grupo de personas e integra a la plática; inmediatamente expresó: “Anoche -es decir el viernes- se sintió de nuevo pero no estuvo tan fuerte”.

Sin embargo, la maestra de la Telesecundaria 153 de Coluta, Josefina Aispuro, informó que el jueves 10 de abril se registraron ocho detonaciones seguidas de temblores.

“Tenemos miedo, ya he consultado en Internet para tomar medidas de precaución, como no sabemos qué es, yo me informe acerca de los volcanes y de los procedimientos en los casos de temblor, el jueves hubo ocho y cada vez son mucho mas fuertes que los de al principio. Las láminas de la escuela sonaron mucho”, dijo con preocupación la maestra.

UNA COINCIDENCIA

Un habitante del poblado de El Platanar coincidió con la visita de investigación periodística y comentó que a raíz de los movimientos de las placas tectónicas sentidas el jueves el maestro de la escuela en aquel poblado suspendió clases.

“El maestro de la escuela de El Platanar se asustó con la fuerza con que el jueves explotó y tembló, por eso suspendió las clases el viernes”, dijo Alfonso Peña, habitante de El Platanar.

Los vecinos improvisaron un viaje a la montaña para mostrar a El Siglo de Durango las emanaciones de vapor; rápido se vino a mi mente el acto de montar a caballo. Sin embargo, comenzaron a llegar cuatrimotos. Los caballos modernos ya no beben agua sino consumen gasolina, pensé.

Un señor de 60 años aproximadamente explicó que la sustitución del equino por las cuatrimotos se consolidó hace ya diez años y lo justificó por ser un medio más rápido y seguro incluso que las camionetas.

“El camino por las montañas es estrecho y una moto de este tipo se mueve con facilidad y rapidez”, expresó el sexagenario.

BUENA SUERTE... POR DESGRACIA

José Torres, vecino del lugar, fungió como guía. Ascendimos a la montaña con los “caballos mecánicos” y en media hora aventajamos un buen tramo del camino. Comenzamos a recorrer el camino inclinado del monte en grupo.

El Tesorero municipal y el Secretario, acostumbrado a las caminatas de aquellos lugares, no se inmutaron durante el recorrido. Caso contrario con mi compañero fotógrafo. Media hora después de comenzada la caminata de la senda encontramos unos hoyos con un radio de 50 centímetros, aproximadamente.

El guía del grupo mostró el lugar y me invitó para que sintiera el aire que emanaba del orificio. Efectivamente era caliente, como ya lo habían detallado las personas del lugar; el vapor que emanaba del agujero era sentido por mi mano.

UN BOTÓN DE MUESTRA

Alfonso Peña, que nos acompañó en la expedición, intervino de nueva cuenta: “El vapor sale de ahí y alcanza una altura de 15 metros”, externó Peña.

Torres se reincorporó rápido y tomó la delantera otra vez para llevarnos a otro boquete pero más grande. Además del cansancio el tiempo corría en contra de nosotros como exploradores. El piloto de la avioneta tenía la orden de partir a las seis de la tarde.

El tiempo nos alcanzó solamente para ver de cerca una parte de las piedras que se desprendieron durante los temblores del jueves y el viernes.

Durante nuestra estancia en la montaña, por buena suerte y desgraciadamente, no se registraron ni detonaciones ni temblores. Pero se pudieron constatar las emanaciones de vapor.

“Ahorita está calmado como cuando vinieron los del Gobierno”, dijo el guía.

LA DESPEDIDA

Al descender de la montaña las anécdotas no faltaron en la cuatrimoto que me trasladó. El señor, de 50 años y con las características de un campesino, que condujo la moto hasta Coluta, dijo que era bueno que nos diéramos la vuelta.

“Queremos que ya vengan los especialistas y que nos digan qué es lo que pasa; qué bueno que vinieron para que la gente de México ya se dé la vuelta”, dijo el conductor motociclista.

Llegando al poblado nos despedimos de la gente apresurados por el reloj. Mi celular, que no tenía señal, marcaba las cuatro de la tarde. Las personas se despidieron con la esperanza de que con la investigación llegue el clamor a las autoridades correspondientes.

El Tesorero Municipal aseguró que el Gobierno Estatal ha estado al pendiente del municipio y que la tardanza se ha dado por parte de los especialistas.

“Ojalá y no se tarden, capaz y un día amanecemos tatemados por el cerro o aplastados por las piedras que se desprenden”, finalizó la maestra Aispuro.

Mirando cara a cara, y estrechando la mano, me despedí de los habitantes de Coluta. Sus expresiones faciales parecían hablar y podía interpretarse: “Sentimos peligro, estamos angustiados... hay incertidumbre”.

El viaje de regreso comenzó a las cuatro con 15 minutos. El sol estaba más fuerte y el acelerador determinaba la velocidad de 50 kilómetros por hora. Otras dos horas de camino nos esperaban para llegar a la cabecera municipal.

En el camino el cansancio venció al fotógrafo y se durmió. Yo solamente pensaba en escribir sobre la angustia que se vive en Coluta y poblados aledaños, en Tamazula.

El antecedente

Las explosiones temblores registrados en los poblados de El Platanar, Coluta y Mesas de Coluta comenzaron, según los habitantes, desde el 20 de febrero del presente año.

La intensidad y la frecuencia de estos fenómenos geológicos han aumentado, aseguran los pobladores de la tierra donde nació el primer presidente de México.

La Secretaría General de Gobierno descartó la posibilidad de que sea el surgimiento de un volcán, porque la tierra no está registrada como zona volcánica.

El peritos en Geología, Luis Alfredo Rangel Pescador, ex titular del Instituto de Ecología de Durango y fundador de la asociación civil Vida para el Bosque, declaró que en la Sierra de Durango ya hay cambios a consecuencia del fenómeno denominado cambio climático.

El Tesorero Municipal de Tamazula dijo que se ha registrado un cambio en la fauna del municipio. “Antes no se miraban leones -que son pumas-, era raro y ahora se ven mas seguido, incluso el otro día mataron a uno por merodear en un poblado”, dijo Moisés Félix.

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