Paola Núñez se da otra oportunidad en el séptimo arte con Deseo y Tres Piezas de Amor en un Fin de Semana. (El Universal)
El Universal
MÉXICO, DF.- Durante varios días Paola Núñez estuvo en la disyuntiva de si debía filmar una película en San Miguel de Allende u otra en Acapulco.
En la primera, llamada Deseo, compartiría set con su novio Ari Borovoy; en la otra, titulada Tres Piezas de Amor en un Fin de Semana, actuaría al lado de Daniel Giménez Cacho, uno de sus ídolos.
Al final, las producciones le ayudaron. Ambas la querían entre sus filas y optaron por mover su plan de trabajo para contar con ella.
“Durante algún tiempo rechacé las ofertas porque no me latían, decidí esperar y... ¡entonces llegaron dos al mismo tiempo!. No podía dormir pensando si hacía una u otra”, recuerda Paola.
La protagonista de la telenovela Mientras Haya Vida toma el teléfono desde San Miguel de Allende. Ahí permanecerá hasta el día 15 de este mes, luego se irá por dos semanas a Acapulco para filmar la otra y regresará a San Miguel, para concluir la primera.
“¡Sí estoy nerviosa!... lo quiero hacer bien y pues bueno, vengo del melodrama, en esto a lo mejor no tengo mucha experiencia, pero es padre estar comenzando algo nuevo”, subraya.
Para Deseo ya platicó con Ari, el ex OV7. Así que la pregunta es obvia: ¿le ha dado clases de actuación a su novio?.
“¡Ya me di cuenta que en algún momento quiero ser directora de actores!”, dice emocionada. “Soy ahorita la más feliz dándole, según yo, mis consejos. Practico con él línea por línea, estamos felices y juntos. Puedo ser callada e introvertida, pero cuando se trata de hablar de actuación, me puedo pasar horas y horas”, agrega. Paola nació en Baja California y, buscando ser actriz, llegó a la Ciudad de México para enrolarse en el CEFAC de Televisión Azteca.
Luego de participar en los unitarios Tan Infinito como el Desierto y La Vida es una Canción, llegó a su vida la telenovela Amor en Custodia, donde encarno a la Barbi, una chica fresa.
Poco antes había debutado en cine como parte de “Ver, oír y callar” (2005), un proyecto del que no tiene buenos recuerdos, pero del que rescata la experiencia,
“En ese entonces yo estaba muy verde, no sabía identificar cuando un proyecto era para mí o no, cuándo se ve a un director comprometido y cuándo valía la pena trabajar. Me sonó un proyecto bueno y lo hice... aprendí mucho, como a decir que no”, dice.
Si alguien le pregunta cuáles son las cintas que la marcaron, Paola se apresta a mencionar tres, una por etapa: niñez, “Bambi”; adolescencia, “Parchís, la película” y más grande, “Escuela de vagabundos”, con Pedro Infante.
Ahora la actriz tiene ante sí la oportunidad de entrar de lleno al Séptimo Arte.
Y la quiere aprovechar.
“Soy muy clavada, en los ensayos, aunque no deba estar ahí, me quedo escuchando todas las indicaciones del director. Quiero aprender... lo bueno es que todos los actores están nerviosos, no soy la única”, concluye.