La decisión del presiente de Venezuela, Hugo Chávez, de nacionalizar las cementeras en su país tensó de nuevo las relaciones con México debido a que la principal empresa afectada será Cementos Mexicanos, que controla casi la mitad del mercado cementero venezolano.
Después de un año de una relación diplomática sin incidentes, el anuncio de Chávez el jueves motivó que la Secretaría de Relaciones Exteriores llamara de urgencia al embajador de Venezuela en México, Roy Chaderton, para que explique “el alcance y la naturaleza de las declaraciones (de Chávez)”.
Chaderton se reunió con el subsecretario para América Latina, Gerónimo Gutiérrez, pero se retiró luego de una hora sin dar declaraciones. En un comunicado, la Cancillería expresó la “preocupación” del Gobierno mexicano.
El presidente Felipe Calderón, sin mencionar directamente el caso, afirmó ante el Consejo Mexicano de Comercio Exterior que la inversión mundial presenta “incertidumbre acerca del respeto a derechos de propiedad y los derechos patrimoniales”.
Voceros de Cemex, que es la tercera cementera más grande del mundo, señalaron que pedirán explicaciones al Gobierno de Chávez. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, también condenó la expropiación al señalar que “es una acción inadecuada donde no se respetó la propiedad y el derecho de los mexicanos”.