LOS CRIMINALES a los que no les tembló la mano y mucho menos la conciencia (si la tuvieran) para hacer detonar dos granadas de fragmentación en medio de niños, mujeres y familias que alegres celebraban la noche del 15 de septiembre en la Plaza Melchor Ocampo en Morelia, Michoacán, son la cara de esa canalla que trata de desestabilizar al país y atemorizar a los mexicanos.
MÁS DE 132 HERIDOS y 7 MUERTOS ha sido el trágico saldo hasta el día de ayer del criminal acto de terrorismo llevado a cabo con toda frialdad y premeditación por estos desalmados en contra de mexicanos, hombres, mujeres y niños que nada tienen qué ver con la guerra que el Estado mexicano y su Gobierno le tienen declarada al crimen organizado.
¿CÓMO PODRÍAMOS explicarnos este acto de terrorismo en un país que nunca los había sufrido y menos dirigido en daño de la población civil? ¿Cómo entender un acto de esta naturaleza que no tiene como objetivo directo dañar al Gobierno, al Estado como entidad política ni a sus instituciones, cuyo único propósito es asesinar civiles?
EN ESTE ASUNTO el Gobierno de Calderón no puede ni debe actuar con lenidad ni lentitud. El reto que le han planteado las fuerzas del mal se remonta a aquel México Bronco, que Don Jesús Reyes Heroles en su momento, recomendó no despertar: y que hoy parece haberse levantado hambriento de carne y sediento de sangre.
SON MUCHAS LAS causas que los estudiosos de nuestros problemas sociales y políticos atribuyen al desbordamiento y el descontrol de la violencia en México. Todos tienen algo de verdad, pero la más señalada ha sido el debilitamiento del sistema presidencial que durante todo el siglo pasado funcionó y mantuvo al país ajeno a revueltas internas y conflictos internacionales. El sistema quizá criticado con razón por algunos de sus excesos, no se puede negar que en algunos aspectos demostró talentos y aciertos políticos para mantener la paz social, instituir el desarrollo estabilizador y lograr el crecimiento económico.
EN EL SIGLO XX el sistema presidencialista creó instituciones fundamentales para la vida de este país, como lo fue el ISSSTE, el Fovissste, el IMSS, el Infonavit, la Conasupo, el IFE, el Trife solamente por mencionar algunas. El Gobierno realizó el reparto agrario y expropió la industria petrolera de las manos extranjeras y nacionalizó la industria eléctrica. México fue además un referente importante en el concierto de las naciones, en los foros y los organismos internacionales, por su valiente y centrada política internacional. No se puede entonces negar que se hizo algo, con muchas fallas, defectos y corrupciones, pero se hizo algo y el país vivió además con tranquilidad y en paz.
LA REALIDAD es que el debilitamiento del sistema presidencialista no ha podido ser sustituido por otro mejor. Cuando en una forma de Gobierno de partidocracias como es en el que vivimos, se le niega al Ejecutivo hasta el derecho de tener acceso al recinto del legislativo para poder cumplir con sus obligaciones constitucionales, como lo son rendir su Informe de Gobierno o la toma de protesta, es que el sistema de equilibrio de los tres poderes ya no funciona, cuando uno de ellos, el Legislativo, no tolera recibir al Ejecutivo en su recinto.
EL DEBILITAMIENTO de la Presidencia como institución nacional a los únicos que ha venido a beneficiar es al crimen organizado y a los terroristas. Bajo un Gobierno débil las actividades de los malandros son más fáciles de realizar y la impunidad será su mejor escudo y protección. Han sido los partidos políticos los que más han debilitado la figura presidencial. Se ha permitido hasta que haya dos ceremonias de “El Grito del 15 de septiembre”: se ha tolerado que se tome el Zócalo capitalino para que un señor se cruce una banda presidencial y se declare presidente legítimo.
TODO ELLO POCO a poco ha venido debilitando al presidente y a la institución. Y ahora nos quejamos de que Calderón es un presidente débil. Realmente es débil, pero todos nosotros hemos de una u otra manera participado para su debilitamiento. No únicamente Calderón está débil, la misma institución presidencial está débil y todo ello ha favorecido al crimen organizado.
LOS ASESINOS DE La Plaza Melchor Ocampo en Morelia, deben ser localizados, detenidos y juzgados con todo el rigor de la Ley. Este crimen no puede quedar impune, pues sería un gran aliciente para que los terroristas dieran otro golpe mortal en contra de la población civil. El mensaje es muy claro. De una u otra manera el crimen organizado ha resentido el embate que el Ejército Mexicano le ha impuesto. El crimen ha sufrido daños de importancia, decomisos, detenciones y constante persecución. Ahora su reacción ha sido en contra del Ejército, en Michoacán la tierra del presidente Calderón y en el preciso momento y lugar donde los mexicanos celebraban inocentemente las fiestas patrias.
EL ACTO TERRORISTA es directo en contra del Ejército Mexicano y obviamente también está dirigido en contra del presidente Calderón. La bravuconada de los asesinos es de nivel mayor, y la hacen ciertos de su impunidad. Son tiempos de unidad, de ser vigilantes sabedores de que no obstante los malos tiempos que estamos pasando, México es mucho más grande que el puñado de criminales que pretenden doblegarlo y que finalmente, y muy pronto, estarán respondiendo a la justicia.
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