SE CAYÓ DE LA CAMA
En los viejos tiempos, cuando un pitcher lanzaba un juego sin hit ni carrera se decía en sentido figurado que entraba al Salón de la Fama con ese trabajo del doble cero. A través de los años la expresión fue totalmente real, ya que en el templo de inmortales de Cooperstown aparece la lista de todos los lanzadores que han podido tirar juegos de esa naturaleza o el juego perfecto que es el sueño dorado.
De alguna manera el juego sin hit ni carrera representa para un pitcher alcanzar el principal anhelo con el que se sueña lograr y mientras unos pitchers formidables nunca llegaron a obtener esas hazañas, hay jugadores que sin ser pitchers de primera categoría lograron el gran día.
Es algo parecido a lo que le sucedió hace unos días al pitcher zurdo Tomás Solís, nativo de Los Mochis, Sinaloa, quien lleva una carrera llena de taches en la Liga Mexicana, ya que no ha podido establecerse.
Fue lanzando para los Gavilanes de Minatitlán que Solís, originalmente del Tigres pero que ahora pertenece al Leones de Yucatán, logró tirar su juego del 0-0 en que se le embasaron cinco enemigos, tres por base por bolas y dos por errores. Es el tercer juego sin hit ni carrera de nueve entradas que se logra en la joven Liga Invernal Veracruzana Beto Ávila, habiendo sido los otros por Emil Kamar, que actualmente está ganando juegos en el Pacífico, y el zurdo norteamericano Joe Rogers.
Solís tiene 26 años y siendo utilizado como relevista la mayor parte del tiempo en la Liga Mexicana tiene récord de cinco ganados y nueve perdidos con 6.56 de carreras limpias en siete años de acción.
Veremos si este juego sin hit ni carrera y el estar trabajando con un manager como Salvador Colorado, que fue un gran pitcher, logra enderezar su carrera. A pesar de su récord mediocre en la pelota de verano, fue utilizado como abridor en los play offs por el manager Lino Rivera, por lo que indudablemente tiene algo interesante.
Ha habido casos en las Mayores de jugadores nuevos que lanzan un juego sin hit ni carrera, Como el novato Bobo Holloman con los Cafés de San Luis en 1953, y esa representa su última victoria en la gran carpa, en que sólo tuvo marca de 3-7. Son las que llamamos “caídas de la cama”, cuando el lanzador que menos se espera logra alcanzar el sueño dorado.
