La modernidad es una palabra que simplemente no existe al circular por las calles de Torreón. Es cierto, tenemos grandes bulevares y espectaculares centros comerciales, sin embargo los automovilistas sufrimos horrores al transitar por sus calles.
Son dos los principales problemas en la vialidad de la ciudad: los semáforos que nunca están sincronizados, incluso en las supuestas vialidades modernas como el Independencia o el Diagonal Reforma, y la otra es la gran cantidad de boyas, bordos o moderadores de velocidad que tenemos.
En Torreón, independiente de la Administración que sea, todos los problemas de vialidad los solucionan con boyas. Vaya, podemos decir que en nuestra ciudad la única política pública que existe es la de poner bordos en las calles, ya que tanto priistas como panistas lo hacen. Es el único “programa” que no se afecta por el cambio de Administración.
El pasado sábado El Siglo de Torreón informó que el Municipio invirtió 47 millones de pesos en la modernización del bulevar Juan Pablo II y a menos de un año de haberlo inaugurado ya colocó tres bordos.
La pregunta que surge entonces es ¿para qué construir una vialidad rápida, moderna, si a los pocos meses se van a colocar bordos? De esta forma la nueva vialidad, de ocho carriles, tiene ya tres “moderadores de velocidad”, uno a la altura del parque Las Etnias, otro en la curva del aeropuerto y el tercero afuera de una gasera.
No es que desee una ciudad donde se privilegie el automóvil, es importante que los ciclistas tengan espacios para circular y existan las medidas de seguridad para los peatones, pero todo va de la mano de la cultura vial.
Honestamente no creo que el llenar las calles de bordos contribuya a fomentar una cultura vial, de ahí que el argumento del Municipio para colocar moderadores de velocidad en el Juan Pablo II no es más que el mismo cuento de siempre.
Según el Ayuntamiento se tomó esta medida debido a que los conductores circulan a 100 kilómetros por hora y no a 60. Pero acaso no era mejor colocar agentes de tránsito para vigilar que se respete el límite de velocidad. En el citado bulevar nunca hay agentes viales. Por el contrario, éstos se encuentran escondidos en los alrededores del bulevar Francisco Sarabia, es decir, a pocos metros del Juan Pablo II, para multar a conductores despistados. Con esto vemos que sí es posible colocar agentes en la nueva vialidad, sólo hay que moverlos unas cuantas cuadras de donde siempre están colocados.
Otro ejemplo del cómo nos gusta hacer más lento el tráfico son los semáforos instalados en la carretera a San Pedro, rumbo a la UIA, lo que paradójicamente provocó que los accidentes aumentaran en esta vialidad.
Actualmente en esta carretera el Gobierno del Estado junto al Municipio construye el puente San Pedro-La Unión, sin embargo las autoridades municipales están contemplando dejar los semáforos, es decir, de nada servirán los puentes para agilizar el tráfico. Aquí podemos recordar las grandes filas que se hacen en el puente Diana Laura, en la Saltillo 400, en los alrededores de Soriana Fundadores, debido a que el semáforo colocado a pocos metros el puente provoca enormes filas.
En diversas ocasiones Francisco Torres, director de Ingeniería de Tránsito del Municipio, ha declarado que él está en contra de los bordos, boyas y moderadores de velocidad, sin embargo éstos se siguen colocando con singular alegría, como la “única” opción para solucionar los problemas de vialidad en la ciudad.
Torres también ha reconocido las fallas en la sincronización de los semáforos, no obstante el problema persiste.
Si a este escenario usted le suma que el transporte público, tanto camiones como taxis, se detienen en cualquier lugar para recoger pasaje podemos concluir que las vialidades de Torreón son de primera velocidad, imposible pasar a otra velocidad con tantos altos continuos.
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