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Torturas céntricas

El comentario de hoy

Francisco Amparán

El centro de la ciudad de Torreón es cotidianamente un desastre. El ambulantaje sigue campeando por sus fueros; nadie hace caso de las ordenanzas municipales sobre el nivel de ruido que puede emitirse para promover la mercancía; los autobuses urbanos siguen rigiéndose por la Ley de la Selva; el culto público deja las aceras y calles hechas un muladar; por las noches aquello parece boca de lobo, no el Centro Histórico de una ciudad moderna. ¿Le seguimos?

Pero la situación se vuelve realmente de pesadilla cuando llega el mes de diciembre.

Y es que en estos días confluyen un par de circunstancias extras que acentúan el Calvario usual que es ir más allá de la Colón para entrar al territorio comanche que dan en llamar el Centro.

Por un lado, aumenta el flujo de personas, que acuden a realizar sus compras navideñas con anticipación, lo cual me parece admirable. El problema es que, desde hace décadas, y a pesar del abandono de docenas de negocios, esa parte de la ciudad es incapaz de absorber el tráfico extra de la temporada. Encontrar estacionamiento en estos días implica tener la paciencia de Job y la suerte de un dictador africano derrocado y con cuentas en Suiza.

Para colmo, durante dos semanas y hasta el día 12, una de las principales avenidas es cortada casi todo el día, en virtud de que por ella peregrinan quienes siguen convencidos de que la Morenita no ha abandonado a este país, y que todavía nos puede salvar de nuestros políticos parásitos y las alineaciones mafufas de Sven-Goran. Ingenuos, sí. Pero no por ello son inmateriales: de cualquier forma ocupan un volumen en el espacio, y hacen todavía peor el tráfico.

Pero no contento con ese rosario de calamidades, el R. Ayuntamiento ha decidido contribuir con su granito de arena. Mejor dicho, con sus túmulos de tierra. Y es que a nuestras preclaras autoridades se les ha ocurrido hacer escarbadero, cavando zanjas para el drenaje y cerrando cuadras enteras… precisamente en los días del año cuando más espacio se requiere.

La verdad, se me escapa la lógica del asunto, si es que tiene alguna. ¿No podía el drenaje esperar hasta enero? ¿O está ya a punto de hacer erupción, y su reparación es de urgencia absoluta?

Además, en vista del estado del alumbrado público en el Centro, esas zanjas pueden convertirse en trampas mortales a las que no escaparía ni Bond, James Bond.

A propósito de las tinieblas, y ya para terminar: ¿cómo rayos puede uno poner monedas en un parquímetro en el que no se puede leer nada después de las seis y media de la noche?

En fin, que eso de revitalizar el Centro de Torreón… parece más sueño guajiro que política de Gobierno.

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