La crisis financiera mundial también amenaza a los laguneros, que no somos excepción ni estamos protegidos ante los acontecimientos económicos internacionales; ahora, la preocupación está reflejada en la publicación de todo tipo de artículos, comentarios, discusiones, análisis expertos o superficiales, sobre el cuestionamiento: ¿qué va a pasar con nuestra economía?, y me refiero a la familiar y personal, la que se siente en los bolsillos, el pan y los servicios del hogar.
La verdad es que no hay manera de predecir completamente seguros lo que habrá de acontecer, aunque se advierta que habrá pérdida de empleos con las consecuencias conocidas en la macro y microeconomía.
Las recomendaciones circulan en los medios electrónicos, entre otras: evitar despilfarrar dinero, cuidar el buen uso de las tarjetas de crédito y, de ser posible, ahorrar o, si usted puede hacerlo, aplicar recursos en prever reparaciones básicas, como dar mantenimiento a las casas, como ejemplo; esos arreglos, sin duda, a partir de principios del año próximo habrán de ser más caros y tal vez se tornen ineludibles.
También para los empresarios han sido publicadas recetas de tratamiento para el caso: cuidar a los clientes, buscar nuevos y encontrar como eficientar sus operaciones disminuyendo los costos; esas y otras son algunas recomendaciones que no les regresan la calma a aquellos que tienen créditos en dólares y hacen productos que venden en pesos. Estas previsiones, también aplican para los pequeños negocios y si es su caso, tome nota.
No es la primera ocasión, para la presente generación, que la crisis nos afecta; recuerden aquella que obligó a la desaparición de los ceros en los billetes de mil, o aquel que lanzó una perorata diciendo “ya nos saquearon, pero no volverá a suceder”… y nos sucedió.
Los pesimistas dicen que no hay comparativo entre esta crisis y las anteriores, que prevén prolongada; los optimistas, por el contrario, aseguran que será más breve gracias a las previsiones financieras y económicas tomadas por los gobernantes, caso del ahorro interno.
La verdad nadie la conoce y en el último de los casos, tampoco tenemos confianza en lo que dicen las autoridades. A esos niveles de incertidumbre hemos llegado.
Es ahora cuando tener trabajo se vuelve muy importante; verdadera bendición.
Anteriormente, muchos ciudadanos buscaban alternativas laborales acordes a lo que pensaban eran sus merecimientos y condiciones intelectuales, sociales o de conocimientos; hoy, los profesionistas capacitados, están sufriendo una especie de devaluación en el valor de sus servicios, conforme a oferta y demanda de las capacidades de las personas, llegando al ridículo de ganar más como taxista, por ejemplo, que como médico o abogado.
Lo oportuno: tomar en consideración las recomendaciones que nos hacen y seguirán haciendo para abatir los efectos de la crisis internacional, que en el caso, ante la baja defensa de la economía de México, generada por nuestra pobreza, será de mayor consideración, comparándola con los países mejor preparados.
Empecemos por evitar lo superfluo; desde las comidas costosas hasta la ropa innecesaria; vencer la tentación de comprar porque sí, por la motivación generada con las ofertas de los comerciantes desesperados en vender sus mercancías.
Hay pequeñas acciones que generan ahorros mínimos en la economía del hogar, pero que reunidos en un todo representan una cantidad de dinero suficientemente grande para tomarse en consideración; por ejemplo: el uso racional de la energía, tanto la eléctrica como la de combustión interna; “apagar un foco”, como decía aquel anuncio; viajar en un solo automóvil, evitando ir y venir sin sentido. Esas son formas importantes de economizar, más si se trata de una familia numerosa.
Evitar hacer compras de artículos superfluos o rentas de otros innecesarios, también traerán economías en el presupuesto; los videos, antojitos llevados a casa por motociclistas atrevidos, hasta limitar la asistencia, muchas veces por costumbres impuestas –los miércoles, por ejemplo– a salas cinematográficas y espectáculos significarán ahorro reflejado en “el chivo”.
Claro que estoy proponiendo acciones que agreden a la economía de consumo, pero también protegen a los consumidores en un estado de necesidad de ajustes económicos familiares.
La mejor fórmula me la dio un amigo de más edad, respetado y sabio; me contó la anécdota sobre la pregunta que le hicieran en otra situación de crisis, a lo que respondió: ¡No hay crisis que resista doce horas diarias de trabajo efectivo!
Igual les digo: sé que podremos enfrentar situaciones difíciles en el futuro, pero igual comprendo que es buena oportunidad para ser más productivos y eficientes, aunque haya que utilizar más horas en trabajar; tal vez, de ello resultemos beneficiados a la larga, si gracias a eso alcanzamos a recuperar y mejorar nuestros usos y costumbres en relación al esfuerzo laboral.
Si cambiamos con ello la cultura mexicana: bienvenidos los retos por las crisis económicas.
¿Está usted de acuerdo? ydarwich@ual.mx