Desde que tengo uso de razón, los gobiernos municipales de Torreón vienen hablando de resolver dos de los problemas más graves y evidentes que la ciudad padece: la ineficiencia del transporte público y el deterioro gradual del Centro Histórico. Las promesas de la “modernización” y “reestructuración” del primero y del “rescate” y “remozamiento” del segundo, se han convertido en lugares comunes en los discursos oficiales.
Cada Administración presenta con entusiasmo planes y proyectos a llevar a cabo con miras a alcanzar objetivos que, en principio, todos parecen aplaudir. Pero poco a poco la realidad se ha encargado de poner las cosas en su lugar, y luego de lustros de compromisos y buenas intenciones, el Centro Histórico y el transporte público siguen sin estar a la altura de lo que los ciudadanos de Torreón merecemos.
Parece que en el actual Ayuntamiento encabezado por José Ángel Pérez las cosas han empezado a cambiar, aunque ambos problemas aún están lejos de resolverse de una forma cuando menos satisfactoria. Pese a que cada asunto tiene su propia historia, comparten rasgos similares, por ejemplo la oposición de parte de grupos directamente involucrados en la problemática.
En el caso del transporte, el rechazo se encontraba en las entrañas de lo que se llegó a conocer como “el pulpo camionero”, esa intrincada red de concesionarios que durante años han controlado el negocio de uno de los servicios más importantes en el municipio. Y aunque el servicio mantenía sus deficiencias, las autoridades aprobaban los incrementos a las tarifas.
Antes de que el actual Gobierno local presentara su plan de modernización del transporte urbano colectivo, tres administraciones habían hecho lo propio, basadas en sendos estudios sin que dichos proyectos rindieran fruto alguno. En todos los casos, el principal obstáculo ha sido la oposición del gremio de los transportistas, lo cual, aunado a la falta de continuidad, ha hecho que los proyectos pasados fracasen irremediablemente.
A pesar de los antecedentes, el Gobierno actual decidió hacer frente al grave rezago en el transporte. Junto al del alcalde José Ángel Pérez, en 14 años se habían gastado ya más de 6 millones de pesos, provenientes del erario público, en estudios para resolver el añejo problema. Como era de esperarse, una buena parte de los transportistas manifestó su rechazo al nuevo proyecto que implicaba en su primera etapa la renovación de unidades y la implementación de un sistema de pre-pago de pasaje.
Como se recordará, los camioneros hicieron un paro el 9 de enero de 2007, el Ayuntamiento no cedió y entre fricciones y acusaciones de abuso de autoridad, el Gobierno local le apostó al apoyo de un sector de los concesionarios con el cual firmó los convenios necesarios, a los cuales poco a poco se fueron adhiriendo los demás.
Algo parecido ha ocurrido con el tema del “rescate” del Centro Histórico. Los planes presentados por los gobiernos anteriores han despertado la desconfianza de un sector de los comerciantes establecidos y el total rechazo de todos los vendedores informales que se encuentran en las avenidas Juárez e Hidalgo principalmente. Proyectos como el Mercado Nueva Alianza, el Pabellón Hidalgo, la creación de paseos peatonales y la reubicación de “tabaretes” y puestos semifijos, se han quedado sólo en el papel por la falta de consensos.
Sin duda, la principal oposición ha sido la de los llamados ambulantes, quienes sistemáticamente se han negado a cualquier cambio en su modus vivendi. No era de extrañarse que rechazaran también el plan de reactivación del Centro Histórico que el alcalde José Ángel Pérez presentó en este año, y el cual consiste en, por una parte, reubicar a los ambulantes en dos paseos peatonales en las calles Cepeda y Valdés Carrillo, desde la avenida Juárez hasta el bulevar Revolución y, por otra, crear dos paseos comerciales, uno en la Juárez y otro en la Hidalgo, ambos desde la Falcón hasta la Cepeda.
No obstante la negativa de informales y establecidos, el Ayuntamiento echó a andar su proyecto y, como es del conocimiento público, la semana pasada llevó a cabo una estrategia para obligar a los ambulantes a adherirse al convenio para la reubicación, impidiéndoles instalarse en la calle hasta que no firmaran. De nuevo saltaron las acusaciones de abuso de autoridad, pero el Gobierno de José Ángel Pérez cumplió su cometido.
Aunque parece que en ambos asuntos, transporte y Centro Histórico, la actual Administración ha dado pasos enormes hacia la consolidación de sus proyectos, no hay que dejar de lado que aún falta mucho por hacer y que, si bien ha logrado lo que hasta ahora sus antecesores no habían conseguido, de poco servirá si no alcanza los objetivos principales.
En este sentido, no hay que perder de vista que en materia de transporte aún está pendiente la renovación completa de las unidades urbanas, la reestructuración de rutas, el reordenamiento del servicio suburbano y la capacitación de los choferes. En cuanto al Centro Histórico, todavía falta poner orden en el comercio establecido, crear más estacionamientos, mejorar la Plaza de Armas y el sector Alianza, terminar con las fincas abandonadas que son hoy basureros y enterrar el cableado eléctrico.
Ojalá que el Ayuntamiento no se duerma en sus laureles y logre sentar bases sólidas para la solución de estos manoseados problemas antes de que la agenda político-electoral se lo impida.
argonzalez@elsiglodetorreon.com.mx