El clásico navideño El Cascanueces arrancó anoche el aplauso de los laguneros en el Teatro Nazas, para cerrar con broche de oro la Temporada 2008 de la Camerata de Coahuila, que tuvo en esta ocasión como invitados a bailarines del Centro de Danza de La Laguna y el Ballet de Monterrey. (Fotografía de Érick Sotomayor)
Para culminar su Temporada 2008 la Camerata de Coahuila presentó por primera vez el clásico navideño El Cascanueces.
Cuando aparecieron los primeros bailarines en escena la historia del soldadito de madera de Clara cobró vida en el Teatro Nazas, el clásico de Tchaikovsky interpretado por la Camerata de Coahuila, bajo la dirección del maestro Ramón Shade, contagió de espíritu navideño a los laguneros que asistieron a la primera de dos funciones de El Cascanueces, con el que la orquesta cierra su temporada 2008.
Con elegancia y sobriedad fueron invadiendo el escenario una a una las bailarinas del Centro de Danza de La Laguna, quienes en excelente mancuerna con los integrantes de la orquesta lagunera, ofrecieron un verdadero espectáculo visual. La propuesta coreográfica de la maestra lagunera Natalia Muñoz, tradujo de manera equilibrada y transparente las escenas más impactantes de la obra de Tchaikovsky con mayor número de interpretaciones para estas fechas.
En los casi 15 años de actividad de la Camerata de Coahuila, esta es la primera ocasión que presentan un ballet, para el que se contó con la producción de la Compañía Nacional de Danza. Desde la llegada de los invitados alrededor de un inmenso árbol de navidad que floreció místicamente sobre las tablas del teatro, hasta el encuentro de Clara con el cascanueces y el retiro de los invitados, fue registrado íntimamente por los espectadores, que a lo largo del primer acto igual se emocionaron con la Danza del Padrino en la cuarta escena, que con la pasión que las pequeñas bailarinas del centro de danza lagunero dejaban sobre el escenario al interpretar La Marcha.
Como instruidos por el mismo Lev Ivanov, Paulina Garza, en el papel de Clarita y Oscar Rodríguez como el príncipe cascanueces, no dejaron escapar ni un solo detalle de aquel fantástico mundo en el que la niña cayó víctima del sueño. Un batallón de pequeños bailarines recreó, mediante el lenguaje corporal, la batalla del ejército del cascanueces contra el de la reina ratón. Los acordes del vals ejecutado por los músicos de la orquesta lagunera matizaron los movimientos de los bailarines.
La orquesta, bajo la batuta del maestro Shade, como siempre, acertada y cómplice entre la duela del Nazas, ofreciendo una ejecución que como de costumbre, demostró el nivel en el que se encuentra. Vientos y percusiones que parecían motivar los movimientos de los bailarines mientras los espectadores calificaban con gestos de admiración el ensamble que preparó para darle la bienvenida a la fiesta navideña la Camerata y el Centro de Danza.
Para el segundo acto, donde la historia escrita por el alemán E.T.A Hoffmann toma una segunda fuerza, se lucieron los primeros bailarines originarios de Cuba, Daymel Sánchez y Anissa Curbelo, además el cuerpo del Centro de Danza de La Laguna, que se apodero de un escenario condecorado por el logro de quienes se encargaron del vestuario y la utilería. Un paseo multicultural a través de la danza española, Árabe, China, Rusa y Francesa, dibujaron una acuarela escénica dentro del Teatro Nazas, donde el público reconoció la pulcritud en la adaptación de la obra clásica.
Una mágica combinación
El Cascanueces fue presentado por La Camerata de Coahuila con variedad de atractivos elementos con la producción de la Compañía Nacional de Danza.
-La escenografía:
De principio a fin de la obra uno de los componentes que causó un gran efecto entre el público infantil, fue la impactante escenografía, un telón de inicio que trasladó a los espectadores al frío paisaje ruso de diciembre, luego el telón subió y dejo a los asistentes en la calidez de un hogar victoriano donde fueron cuidados hasta los más mínimos detalles de la arquitectura interior de la época o un bosque de pinos altos con escarcha de nieve entre sus ramas.
-El vestuario:
El vestuario, ingrediente fundamental del lenguaje corporal en la obra, permitió que las jóvenes bailarinas lucieran como verdaderas matruskas y traviesos jóvenes en busca de una metáfora que diera fe de la existencia del ejército de la reina ratona, los soldaditos de madera, la avidez del sueño de clara y la constante de una sociedad refinada, lugar en el que cobra vida el clásico navideño de Tchaikovsky.
