Las cifras son claras y orientadoras: La Laguna, tiene capacidad de mil cuatrocientas habitaciones hoteleras y cada una, en números redondos, representan un empleo directo y tres indirectos, según datos aportados por el SEÑOR Constantino Papadópulos, Presidente de la Confederación Turística de Coahuila.
La “industria sin chimeneas”, ha sido factor de desarrollo económico para países como Francia y España; parte de sus ingresos son por las divisas que gastan en diversión millones de turistas que les visitan anualmente; de hecho, sus gobiernos aplican recursos extraordinarios en los presupuestos nacionales y dan todo tipo de facilidades para que se continúe desarrollando la mejor infraestructura, incluida la educación para el servicio en el medio; también habrá que reconocer que la naturaleza no fue tan pródiga como con México.
México está considerado como una de las regiones de la tierra con las más altas posibilidades de desarrollar esa industria productiva; contamos con los escenarios paradisíacos que persiguen los turistas del mundo, particularmente aquellos que gozan de su buena posición económica, ciudadanos de países que han vencido al subdesarrollo –Japón, como ejemplo–, cuyos habitantes, por las condiciones climatológicas soportadas, buscan la primera oportunidad y marcan en sus agendas fechas para correr –literalmente– en busca del sol.
Para nuestra desgracia, las estadísticas hablan de un millón de visitantes desanimados por la inseguridad, sin incluir a los paisanos arraigados en EUA, que prefirieron no venir este año, por los abusos padecidos. En Europa, nos reportan país de alto riesgo, recomendando cuidarse de policías y ladrones.
Los empresarios del medio internacional, desde hace décadas, han aplicado programas de expansión, posicionándose en las playas del mundo, incluidas las del Caribe; también de los lugares de interés antropológico o histórico, construyendo filiales, caso de las cadenas hoteleras, que en los últimos tiempos han llegado a La Laguna.
México hace un regular esfuerzo, según el diputado Octavio Martínez Vargas, que encabeza la Comisión Turística de la Cámara; informó, en pasada visita, que la actual Administración federal aplica tres mil seiscientos millones de pesos en fomentar la promoción y calidad de servicios y, como en otros renglones de nuestra debilitada economía, estudian las reformas convenientes que estarán reflejadas en una nueva Ley Turística Mexicana.
Es interesante que el discurso político incluya frases como “turismo social accesible”, refiriéndose a todos aquellos que no cuentan con los sobrados recursos para aplicarlos a vacacionar en una playa; actualmente, viajar a una de las nuestras –Cancún o Acapulco, como ejemplos– es placer totalmente prohibido para una familia de la antes llamada “clase media mexicana” y para quienes pueden hacerlo, son más baratos y redituables destinos en el extranjero. Otras promesas, como desarrollo de un sistema carretero seguro y económico, comunicación aérea accesible a las mayorías, o policías que faciliten la estancia –léase seguridad– de los turistas, ya las hemos escuchado reiteradamente.
El licenciado Miguel Torruco Márquez, presidente de la Confederación Nacional Turística, tiene muy clara su visión: aplicar un programa para desarrollar el turismo agrario, que abre nuevas e interesantes opciones para nuestros empresarios laguneros y opciones de empleo para los habitantes del campo; asegurar educación y capacitación de los prestadores de servicio, área de oportunidad; promover las alternativas de destinos diferentes, en lo que estamos muy atrás en la escala mundial; generar medios para ofrecer promociones que interesen en todo el ámbito nacional; por último: buscar fórmulas de financiamiento para desarrollos que realmente atraigan inversionistas, particularmente apoyando capitales mexicanos. No olvide la relación de cuatro empleos por habitación disponible, contra el desempleo padecido en la Comarca.
La presencia de la Federación, acompañada de un nuevo mensaje que ofrece distintas alternativas para el Turismo en La Laguna, es una oportunidad que debemos aprovechar; la tradicional idea de ser únicamente destino de negocios, puede enriquecerse con atractivos que sólo el desierto ofrece; o dígame usted: ¿dónde más, como en nuestros cielos, se pueden disfrutar tantas tonalidades de rojos y naranjas de un atardecer?
Tenemos mucho qué ofrecer en alternativas diferentes al turismo de playa; baste el ejemplo de los desarrollos que recién inician en el medio rural, caso del esfuerzo de rescate de la ex hacienda de Pedriceña, que abre nuevas oportunidades para descanso o efectuar sesiones de trabajos de planeación y evaluación de empresas en el semidesierto lagunero. También ejemplos de desperdicio, como las Dunas de Bilbao.
Ofrecer al turismo local –a nosotros mismos– posibilidades de descansar y gozar la ecología del desierto, tener prácticas deportivas como escalar montañas, ciclismo o motociclismo en campo traviesa, equitación o correr y caminar al aire libre, dan nuevas opciones de negocio en una industria desaprovechada por los laguneros, quienes debemos ampliar nuestra visión.
Quedan abiertas las oportunidades para empresarios regionales, que buscan nuevas alternativas de inversión que les sean redituables y generen más empleos. ¿Qué le parece?
ydarwich@ual.mx