La gran afluencia de turistas a los principales destinos de recreo abarrotaron las zonas hoteleras y desbordaron la capacidad de los centros de diversión, restaurantes y discotecas, en donde los paseantes tienen que hacer largas esperas para ser atendidos.
Hasta tres horas tienen que aguardar los visitantes para que se desocupe una mesa en los restaurantes, donde los meseros no se dan abasto para atender a los comensales, que desesperados por la tardanza, se conforman con cualquier cosa que les sirvan.
En Acapulco las familias deambulan en busca de un espacio en la playa y son frecuentes las disputas por un lugar en las bananas, cuya tarifa supera los 150 pesos para paseos de 15 minutos por la repleta bahía.