Niños se aproximaron a los militares instalados en un retén en Gómez Palacio, su gesto duro se relajó hasta convertirse en una sonrisa cuando los pequeños entregaron camisetas blancas “Por una Laguna en paz”. (Fotografía de Fernando Compeán)
Dejaron colores y partidos a un lado. Se quitaron títulos de empresarios, catedráticos, religiosos, políticos, amas de casa, universitarios, por una tarde todos fueron sociedad civil y en un reclamo silencioso a las autoridades exigieron que cumplieran con su trabajo, demandaron seguridad y la posibilidad de nuevamente salir a la calle sin temor.
No portaban pancartas, tampoco gritaron consignas en contra de la autoridad, no era necesario, en sus rostros reflejaban la inconformidad y el hartazgo de conocer diariamente de hechos violentos, sin que éstos parezcan detenerse.
“Vine al llamado de la sociedad, estamos cansados de la violencia en inseguridad en la Región, se ha convertido en un nido de criminales, es necesario juntarnos y exigir a la autoridad que cumpla su papel para recuperar nuestros espacios, este clima nos corta nuestra libertad”, comentó Fernando Lárraga, uno de los asistentes a la caminata.
Antes de las 18:00 horas ya había cerca de mil personas en la Alameda Zaragoza de Torreón y a la hora señalada comenzó la caminata. Por la avenida Matamoros, empleados de diversos negocios se unían también y al llegar a la Acuña, el contingente rebasaba ya las tres mil personas, que en el vado ya eran tres mil 500.
La mayoría vestía de blanco y ahí se mezclaban aquellos que portaban costosos tenis con los de huaraches roídos. Entre la marea blanca no había clases sociales ni religiones ni partidos políticos, sólo ciudadanos que respondieron al llamado de otros ciudadanos para protestar en contra de la impunidad.
Elevaron juntos sus oraciones y pidieron por la paz en la Comarca Lagunera. Algunos llevaban globos blancos, otros banderines del mismo color. Al fondo, cuadras atrás de todo el contingente, tres mantas se escondían. La primera pedía no gastar en mejores policías sino hacer mejores ciudadanos de los niños. Las otras solicitaban el apoyo de la gente para encontrar a las jóvenes Adela Yazmín Solís y Fanny.
El clima de la Región fue benévolo y en lugar del resplandeciente Sol lagunero, la tarde estuvo nublada. Codo a codo caminaron los jóvenes punks con las monjitas, señoras de clase acomodada junto a ancianos que con dificultad debían avanzar y hacían su mejor esfuerzo, como si cada paso fuera parte de un gran sacrificio en pro de la paz.
Extraña a su papá
Hace un mes que el pequeño Santiago no ve a su papá. Está desaparecido. Santiago y toda su familia participaron en la procesión por la paz y llegaron al vado donde bajo la cruz amarilla y dentro de la misa que ahí se ofreció rogaron a Dios para que la gente que lo privó de su libertad lo devuelva sano y salvo.
“Vengo por lo que le pasó a mi papá, vengo en apoyo porque está desaparecido desde hace un mes, le pido a Dios que ya aparezca”, dijo el menor. Su madre, María Cruz Macías, hoy como nunca sintió el apoyo de la Comunidad Lagunera “para que termine la inseguridad y que nuestros hijos puedan salir como antes, mi esposo está desaparecido desde hace un mes, no sabemos nada de él”.
Y es que fueron más de dos mil personas en Gómez Palacio las que caminaron desde un conocido centro comercial, cerca de ciudad Lerdo por el bulevar Miguel Alemán hasta el vado del río Nazas en busca de la paz. En la procesión, una masa blanca formada por clérigos, empresarios, ex alcaldes, profesores, estudiantes, amas de casa, “punketos”, “skatos” y “rockeros” manifestaron la exigencia de una sociedad cansada de la violencia.
“Caminemos y Oremos por la paz... por una Laguna en paz”, decía a manta sostenida por unas niñas al igual que las camisetas de los participantes mientras aquel río blanco de gente seguía a pie y con una valla humana de personas tomadas de las manos los vehículos del Arzobispo Héctor González Martínez y del Obispo Manuel Mireles Vázquez. Varios vehículos también iban atrás mientras que grupos de 50 y 100 personas se unían en varios cruceros y centros comerciales.
El bulevar Miguel Alemán entre las avenidas Hidalgo y Victoria se convirtió en un tapiz blanco. Al llegar al paso inferior vehicular 11-40 el sonido del ferrocarril que avisaba su recorrido se perdió entre los cánticos y alabanzas “al Señor”. Eran las 7 de la tarde cuando iban pasando por el acuaférico.
Más tarde, por la calle aledaña al teatro Alberto M. Alvarado, vía alterna donde circulan los conductores que desean ir a Torreón, la procesión se detuvo: unos niños se aproximaron a los militares instalados en un retén en esta zona, su gesto duro se relajó hasta convertirse en una sonrisa cuando los pequeños entregaron camisetas blancas “Por una Laguna en paz” que enternecieron a los hombres de verde que con reserva portaban sus rifles.
Finalmente los participantes cumplieron su cometido, fue en el vado del río Nazas, lo que siempre unió los estados de Coahuila y Durango en una sola entidad: La Laguna, donde se ofició la misa, bajo la misma cruz amarilla que ha sido testigo de los múltiples hechos violentos registrados que pusieron a rezar a los laguneros.
En el vado se fusionaron los ciudadanos de Coahuila y Durango para ser todos laguneros y orar juntos. Bajo la enorme cruz amarilla ubicada en medio de ambos Estados, María Magdalena Rodríguez, madre de dos niños pequeños, explicaba a sus pequeños que el camino siempre es la paz.
“Toda esta gente aquí, todos queremos la paz, porque la violencia no es la solución, el camino es la paz”, les decía.