Bajo la batuta del director invitado José Areán, se llevó a cabo el octavo programa de la segunda serie de la Camerata de Coahuila que incluyó obras de los compositores Rossini, Koussevitzky y Schubert.
La pasión y fuerza fueron una constante la noche de viernes en el Teatro Nazas, dentro del octavo concierto de la segunda serie de la Temporada 2008 de la Camerata de Coahuila, que para esta ocasión contó con la participación del director invitado José Areán, en un programa que incluyó obras de los compositores Gioachino Rossini, Sergei Koussevitzky, y Franz Schubert.
Con el impacto que caracteriza las obras del compositor italiano Rossini, en este caso “La scala di seta”, inició la presentación de la orquesta lagunera, que bajo la batuta del maestro Areán, imprimió la intención cómica de la pieza, en el diálogo instrumental, para el que se requiere una alegría sonara al momento de la ejecución.
El solista invitado que intervino en la segunda parte del programa fue el contrabajista Gabriel Ramos, quien formalmente hace parte de los músicos titulares de la Camerata de Coahuila. En la ejecución del Concierto para Contrabajo en Fa sostenido menor, opus. 3, del compositor ruso Sergei Koussevitzky, demostró la impecable comunicación musical con el resto de sus compañeros de la orquesta y un talento producto de la disciplina.
Esta parte del concierto permitió al solista lucirse en la ejecución del contrabajo, porque así está contemplada la obra, sumado al excelente manejo escénico del director invitado, la interpretación de esta pieza, paso de causar un placer estético auditivo, para coordinar una estética visual con los movimientos de la batuta del director, el arco del solista y las manos de los músicos. Por la limpieza con la que se ejecutó la obra y la calidad de la orquesta y el invitado, una vez más la lluvia de aplausos y ovaciones hizo presencia en el Nazas.
Para después del intermedio el concierto continuó con la ejecución de la Sinfonía número 6 en Do mayor, de Franz Schubert, en sus cuatro movimientos, un cierre magistral que inició con el conocido Adagio-Allegro y finalizó con el Allegro moderato. Para despedir una vez a la orquesta lagunera que conquistó, como es habitual a su público.